viernes, 28 de agosto de 2009

La princesa vanidosa.

La princesa vanidosa. Escritora de Perú. Cuentos de princesas.

Erase una vez una princesa que le gustaba mucho mirarse al espejo día y noche, contemplando su belleza, se decía: Yo soy muy linda, soy todo una belleza. Podía pasarse las horas junto al espejo y peinando su larga cabellera hasta la hora de almuerzo.

Realmente era una princesa vanidosa, pero también algo soberbia; solía caminar como toda una princesa, siempre bien arreglada, con la nariz respingada hacia arriba, mirando de reojo de un lado a otro a los obreros, personas del pueblo, de la monarquía, y hasta incluso a los animalitos del bosque, que se le cruzaran por el camino.

Un día muy soleado decidió salir al Bosque a caminar como “toda una princesa” a ver que novedades podría encontrar, a ella nada le motivaba, estaba muy aburrida, hasta que se encontró con un perrito, el le movió la colita y le dijo: guau, guau, guau . Ella le respondió: vete perro asqueroso y pulgoso ! y le piso la cola con su zapato de charol.
El pobre perrito se fue llorando, de tanto dolor., mientras que la princesa se carcajeaba: Ja, ja, ja, ja , ji, ji, ji ji, jo, jo , jo,jo solo en su risa perdía todo sentido de perfección.

Siguió caminando la hermosa princesa, con la nariz respingada mirando de reojo de un lado a otro, estaba impaciente y deseosa de hacer algo pero nada le llamaba le atención hasta que de pronto se encontró con un pollito de color amarillo que buscaba a su mamá, el le dijo; pío, pío, pío , ma; pío, pío , ma.

-Qué? –dijo horrorizada .
Yo no soy tu mamá, vete de aquí pequeño insolente, fuera de mi vista!.
De pronto la princesa cogió una piedra para tirarle encima, felizmente el pobre pollito pudo escapar antes que recibiera un golpe fatal. La princesa sola se carcajeaba, y su risa no agradaba: ja, ja, ja,ja ji, ji,ji , ji, jo, jo , jo , jo, ,ju,ju,ju, esta piedra te la mereces tú!

- Si hubiese tenido buena puntería ahorita ese pollito estaría en mi barriga, y cantaría: pollito asado, apimentado, a pucha, pucha que esta quemado.
Baaa, para la próxima seguro que me irá mejor.

Así la princesa se divertía, después de todo nada tenía que hacer, ella siempre se creía superior a los demás y se sentía con derecho de pisotear y maltratar.

Finalmente se encontró con un gato quien se acercó haciéndole mimos, y ella en vez de acariciarlo, lo mando a rodar bien lejos hacia arriba, pero el gato como tiene siete vidas no le ocurrió nada, el, cayó bien parado.

-Ja, ja, ja, ji,ji ,ji jo, jo, mmm ya esta atardeciendo será mejor regresar a casa, estoy algo cansada con tanto jugar y divertirme, si quiera algo me he distraído de mi aburrida vida.- se dijo para sí la princesa.

Así fue que la princesa vanidosa se dirigió a su castillo, donde ella vivía solamente acompañada por su personal de servicio.

Mientras tanto en el Bosque el gato, el pollito y el perro conversaban sobre lo que les había ocurrido.
Miau, miau, no es posible que esa princesa haya sido tan malvada con nosotros. Hay que darle su merecido – dijo Don Gato
Pío, pío, Pero, cómo? Si apenas con su pie me puede dar un pisotón y matarme. – decía asustado el pollito.
Guau, guau, guau Tiene razón pollito, esa princesa es capaz de todo, mejor no nos metemos – dijo el perro.

Eso justamente – dijo Don Gato. No le haremos caso de ningún modo pero antes de eso se me ocurre una idea, que te parece si le hacemos un pequeño escarmiento.
Miren este es el plan.
Así don Gato se puso de acuerdo con sus dos amigos para que cuando llegara la princesa pudieran darle otra acogida.

Paso una semana y la princesa cansada de estar en su castillo decidió dar un pequeño paseo al Bosque tal vez nuevamente podía divertirse con los tres animalitos. Ella los buscó pero no los encontró. Cuando ella se dio por vencida de buscarlos, Don perro se le acercó.

Ella entonces alzó su pierna para darle un pisotón a su cola, pero Don Perro abrió su boca y rompió parte del vestido que llevaba. En eso Don Gato con fuerte maullido la hizo saltar directo a la rama de un árbol erizando su cabello, donde estaba el pollito listo para hacer pis encima de su cara.

La princesa al mirarse en su espejo se horrorizó, y exclamó: ¿Por qué han hecho conmigo esto? Y se puso a llorar mucho: bua, bua, bua.
Los animalitos la miraron sin decir nada, sin hacerle caso se retiraron y la dejaron sola.

La princesa llegó al palacio, lloraba y gritaba su mala suerte, se decía a sí misma: No es justo, a una princesa no le puede ocurrir eso, porque toda princesa debe ser tratada como una princesa.

En eso, su madre que estaba de visita al verla tan desecha por dentro y por fuera la fue a consolar.
Hija mía, debes saber que si realmente quieres hacer honor al título de princesa, haz de sabértelo ganar, no es bueno hijita mía que solo te preocupes de ti misma y encima trates mal a los demás.

Hay mamá pero si yo no hice nada, me atacaron unos animales salvajes, exclamó la princesa excusándose

- No es cierto, hija mía no mientas a tu madre.

De acuerdo, en verdad quería divertirme con esos animalitos como lo hice la semana pasada.

Seguro, ellos han querido darte una lección- Exclamó la reina.
Escucha y presta atención: Trata a los demás como te gustaría que te traten a ti, pues siempre recibes lo que das en algún momento, para ti todos los que te rodean deben ser príncipes y princesas.

- Si madre, pero yo no se cómo hacerlo, siempre he sido así.

-Lo sé, lo sé. Pero no te desanimes, yo te ayudaré, que te pareces si vamos al Bosque e invitamos a esos animalitos a cenar al castillo.

-¿Después de lo que me hicieron?

-Sí, ya verás que no es tan difícil.
Así fue como madre e hija se dirigieron al Bosque a buscar a los tres animalitos.
-Don Gato, Sr. Perro, y pollito se sentían muy avergonzados, por su forma de actuar. Pero antes que ellos pidieran disculpas, la princesa y la reina se acercaron donde ellos. La pequeña princesa muy arrepentida expresó:
Por favor, perdónenme, por haberlos tratado mal, ustedes no me tienen que pedir disculpas, porque ustedes me han enseñado que hacer sentir mal a los demás es un error, ahora quiero que vayan al castillo, haré una cena especial para ustedes.
Los animalitos no lo podían creer, todos se abrazaron, y salieron junto con la princesa y la reina vistiendo los mejores trajes.
Rumbo al castillo se dirigieron entonando una ronda., pollito iba sobre el lomo de Don Gato, Don Perro iba olfateando las huellas y la princesa iba brincando de alegría. La reina preparo un rico buffet, unos suculentos huesos para Don Perro, los mejores pescados para Don Gato y el mejor maíz para Don Pollito. Comieron y jugaron mucho juntos todo el día hasta llegar la noche. Desde aquel momento la princesa aprendió que para poder divertirse no hace falta burlarse y que la amistad es el tesoro más preciado de todos.

Fin

viernes, 21 de agosto de 2009

El hombre y el asno.

Fábulas infantiles de Miguel Agustín Príncipe. Fábulas con imágenes. Fábulas cortas. Niños.

El hombre asno

Aunque parezca broma,
Conviniéronse un Hombre y un Borrico
En enseñarse el respectivo idioma;
Y el Burro… ¡suerte impía!
No aprendió ni un vocablo solamente
En dos años de estudio y de porfía,
Entretanto que el Hombre, en solo un día,
Aprendió a rebuznar perfectamente.

No trates con el bruto ni un minuto,
Pues no conseguirás la alta corona
De hacerle tú persona,
Y puede suceder que él te haga bruto.

viernes, 14 de agosto de 2009

La rima de la araña.

La rima de la araña. Escritora Japonesa. Rimas infantiles.

Yo soy una araña, con mucha maña
y me las ingenio, cuando quiero comer.

Despierto temprano, todas las mañanas,
me lavo la cara y me pongo a tejer.

Después de unos días, de mucho trabajo,
una gran telaraña, yo terminaré.

Yo soy una araña, con mucha maña
y ya me despido, porque voy a comer.

Fin

miércoles, 5 de agosto de 2009

El viejo, el niño y el burro.

Fábulas infantiles de Miguel Agustín Príncipe.

El viejo, el niño y el burro

Iban un viejo y un chico
Por esos mundos de Dios,
Y acompañando a los dos
Iba también un borrico.

El vejete ya encorvado,
Iba a pie con mucha paz,
Y mientras tanto el rapaz
Iba en el burro montado.

Vieron esto ciertas gentes
De no sé qué población,
Y con acento burlón
Exclamaron impacientes:

-¡Mire usted el rapazuelo
Y qué bien montado va,
Mientras de viejo que está
Andar no puede el abuelo!

¿No era mejor que el chiquillo
Siguiera a pie de reata,
Y que el viejo que va a pata
Montara en el borriquillo?

El anciano que esto oyó,
Dijo al muchacho: -Discurro
Que hablan bien: baja del burro,
Que vaya montarlo yo.

El niño, sin impugnarlo,
Bajó del asno al instante,
Y echó a andar, mientras boyante
Iba el abuelo a caballo.

-¡Vaya un cuadro singular
Y un chistoso vice-versa!
(Dijo otra gente diversa,
Que así los vió caminar):

¡Mire usted el viejarrón
Y cómo va cabalgando,
Mientras el chico va dando
Tropezón tras tropezón!

¿No era mejor que el vejete
¡Maldito sea su nombre!
Fuese a pie, que al fin es hombre,
Y no el pobre mozalbete?

-¡Alabado sea Dios!
Dijo el viejo para sí:
¿Tampoco les gusta así?
¡Pues nada! a montar los dos.

Esto dicho, de la chupa
Tiró al muchacho, y subióle
De un brinco arriba, y montóle
Muy sí señor en la grupa.

-¡Perfectamente! exclamaron,
Soltando la taravilla,
Los de otro lugar o villa
Con los cuales se encontraron:

¿Habrá cosa más bestial,
Aunque sea pasatiempo,
Que montar los dos a un tiempo
En ese pobre animal?

¿No era mejor, voto a bríos,
Que alternasen en subir,
Y no que el burro ha de ir
Cargado así con los dos?

-Cosa es que ya me encocora
Exclamó el viejo bufando:
Bajemos los dos … ¡y andando!
A ver qué dicen ahora.

Y uno y otro descendieron.
Y a pie empezaron a andar,
Y… -¡Bien! ¡muy bien! ¡vaya un par!,
Otras gentes les dijeron:

¿Es posible que se dé
Quien así busque molestias?
¡Qué majaderos! ¡qué bestias!
Tienen burro, y van a pie.

Cargado entonces del todo,
Dijo el viejo: -¡Voto va!
¿Con que no podemos ya
Acertar de ningún modo?

Hagamos lo que nos cuadre,
Sin hacer caso el menor
De ese mundo charlador,
Llore o ría, grite o ladre.

Esté limpia la conciencia,
Que es el deber principal,
Y en lo demás cada cual
Consulte su conveniencia.

Por nada, pues, ya me aburro
En un mundo tan ruin:
Conque… arriba, chiquitín,
Que es lo mejor.-¡Arre, burro!