viernes, 28 de mayo de 2010

EL TURISTA Y EL PESCADOR


Ambientada en un pueblo de la costa mexicana.

Un paisano está, medio adormecido, junto al mar. Un turista norteamericano se le acerca y entablan conversación.
El turista le pregunta:
—"Y usted, ¿a qué se dedica? ¿En qué trabaja?".
El mexicano responde:
—" Soy pescador".
—"¡Vaya, pues debe ser un trabajo muy duro! Trabajará usted muchas horas".
—"Sí, muchas horas", replica el mexicano.
—"¿Cuántas horas trabaja usted al día?".
—"Bueno, trabajo tres o cuatro horitas".
—"Pues no me parece que sean muchas. ¿Y qué hace usted el resto del tiempo?".
—"Vaya. Me levanto tarde. Trabajo tres o cuatro horitas, juego un rato con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer y luego, al atardecer, salgo con los amigos a tomar unas cervezas y a tocar la guitarra".
El turista norteamericano reacciona inmediatamente de forma airada y responde:
—"Pero hombre, ¿cómo es usted así?".
—"¿Qué quiere decir?".
—"¿Por qué no trabaja usted más horas?".
—"¿Y para qué?", responde el mexicano.
—"Porque así al cabo de un par de años podría comprar un barco más grande".
—"¿Y para qué?".
—"Porque un tiempo después podría montar una factoría en este pueblo".
—"¿Y para qué?".
—"Porque luego podría abrir una oficina en el distrito federal".
—"¿Y para qué?".
—"Porque más adelante montaría delegaciones en Estados Unidos y en Europa".
—"¿Y para qué?".
—"Porque las acciones de su empresa cotizarían en bolsa y usted se haría inmensamente rico".
—"¿Y para qué?".
—"Pues para poder jubilarse tranquilamente, venir aquí, levantarse tarde, jugar un rato con sus nietos, dormir la siesta con su mujer y salir al atardecer a tomarse unas cervezas y a tocar la guitarra con los amigos".

Fuente:DDOOSS LAREPÚBLICA.ES. 14/03/2009
Extraído de la conversación mantenida entre el escritor y economista José Luis Sampedro y el profesor de Ciencia Política Carlos Taibo.

jueves, 13 de mayo de 2010

EL COLLAR DE TURQUESAS.

Detrás del mostrador el hombre miraba distraídamente hacia la calle mientras una chiquilla se aproximaba al local.

Ella aplastó su naricita contra el vidrio de la vidriera, y sus ojos color de cielo brillaron cuando vió determinado objeto.

Ella entró en el local y pidió ver el collar de turquesas azules y le dijo al vendedor: “Es para mi hermana. Podría hacerme un lindo paquete?”

El dueño del local miró a la chica con desconfianza y le preguntó: “Cuánto dinero tienes?” Sin alterarse ella sacó de su bolsillo un atadito y fue deshaciendo los nudos. Colocó un sobre en el mostrador y dijo: “Esto alcanza o no?

Ella mostraba orgullosa algunas monedas. “Sabe, quiero regalarle esto a mi hermana mayor”. Desde que nuestra madre murió ella me cuida y no tiene tiempo para ella. “Hoy es su cumpleaños y estoy segura que estará feliz con el collar, que es del color de sus ojos”.

El hombre se fue para adentro, colocó el collar en un estuche, lo envolvió con un lazo rojo e hizo un hermoso moño con una cinta azul. “Toma”, le dijo a la chiquita, “Llevalo con cuidado.”

Ella se fue feliz saltando calle abajo.

Todavía no había terminado el día cuando una linda joven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el paquete desenvuelto y preguntó: “Este collar fue comprado aquí ?”

“Si señora”, respondió el dueño del local.

“Cuánto costó?”

“Ah!”, dijo el dueño “el precio de cualquier objeto en mi negocio es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente.”

“Pero mi hermana sólo tenía algunas monedas. Este collar es verdadero, no? Ella no tendría el dinero para pagarlo”.

El hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio y con mucho cariño colocó la cinta diciendo: “Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar. Ella dió todo lo que tenía”.

El silencio lleno el pequeño local y lágrimas cayeron por el rostro de la jóven, mientras sus manos tomaban el paquete.

Anónimo.


La verdadera donación es darse por entero sin restricciones.
“Si un día quieres elegir entre el mundo y el amor…
Recuerda:
Si eliges el mundo quedarás sin amor, pero si eliges el amor, con él conquistarás al mundo”.
Albert Einstein.

martes, 4 de mayo de 2010

El lavatorio del cerdo.

Fábulas infantiles de Miguel Agustín Príncipe. Fábulas con imágenes. Fábulas cortas. Niños.

El lavatorio del cerdo

En agua de Colonia
Bañaba a su Marrano, Doña Antonia

Con empeño ya tal, que daba en terco;
Pero a pesar de afán tan obstinado,
No consiguió jamás verle aseado,
Y el Marrano en cuestión fué siempre Puerco.

Es luchar contra el sino
Con que vienen al mundo ciertas gentes,
Querer hacerlas pulcras y decentes:
El que nace Lechón, muere Cochino.