domingo, 30 de enero de 2011

XENOFOBIA

En un vuelo de British Airways entre Johanesburgo y Londres, una señora blanca de unos cincuenta años que está sentada al lado de un hombre de color llama a la azafata para quejarse:

- ¿Cuál es el problema, señora? - pregunta la azafata.

- ¿Pero no lo ve? - responde la señora. Me colocó al lado de un negro. No puedo quedarme al lado de estos "inmundos". Déme otro asiento.

- Por favor, cálmese - dice la azafata - casi todos los lugares de este vuelo están ocupados. Voy a ver si hay algún lugar en clase ejecutiva o en primera.

La azafata se apura y vuelve unos minutos después.

- Señora - explica la azafata - como yo sospechaba, no hay ningún lugar vacío en clase económica. He hablado con el comandante y me ha confirmado que tampoco hay lugar en ejecutiva. Pero sí tenemos un sitio libre en primera clase.

Antes de que la señora pueda responder algo, la azafata continúa:

- Es totalmente inusitado que la compañía conceda un asiento de primera clase a alguien que está en clase económica, pero, dadas las circunstancias, el comandante consideró que sería escandaloso que alguien sea obligado a sentarse al lado de una persona tan detestable ...

Y, diciendo eso, la azafata mira al negro y dice:

- Si el señor me hiciera el favor de tomar sus pertenencias, el asiento de primera clase ya está preparado.

Todos los pasajeros de alrededor, que presenciaron la escena, se levantaron y aplaudiendo la actitud de la compañía.

lunes, 24 de enero de 2011

LOS TRES TESOROS.

EL TALENTO, LA COMPASIÓN Y EL HONOR.

Había una vez un muchacho que heredó tres tesoros de su padre, cada uno de ellos en un arcón cerrado.

El primer arcón era grande y muy pesado. En él estaba la palabra escrita TALENTOS y estaba llena de monedas de oro y plata, una fortuna con la que podía comprar el mundo.
El segundo aun era más grande y pesado. En él estaba grabada la palabra COMPASIÓN y estaba lleno de anillos mágicos. Cada anillo permitía a la persona que lo llevaba sentir las emociones de la persona o criatura que deseara.
El tercero era el mayor de los tres y también el más pesado. En él estaba escrita la palabra HONOR, pero el muchacho desconocía su contenido.

El chico tenía dos llaves, una para el arcón de los TALENTOS y otra para el de la COMPASIÓN. Pero su padre no le había dejado la llave del HONOR. Su padre le había dicho que debía usar los talentos y que la compasión... era algo que siempre debía tener a mano y a plena disposición. El honor, le había dicho, es algo que suele desaprovecharse fácilmente. Para poseerlo, el muchacho debía encontrar por sí mismo la llave que abría el arcón.

El chico cogió el gran arcón de los talentos y lo gastó con cuidado. Por cada talento que gastaba recibía de un hombre el título de una parcela de tierra, y acabó poseyendo el mundo entero.

Después cogió el arcón más grande y pesado: el de la compasión. Uno tras otro se colocó todos los anillos en los dedos y pudo comprender las esperanzas y los temores de todas las personas y animales del mundo. Cuando hubo acabado, los amaba a todos y se convirtió en un gran gobernante.

Por último cogió el arcón del honor y buscó una llave para abrirlo. Donde quiera que fuese, ordenaba a sus sirvientes que llevaran todas las llaves que encontraran y que las probaran. Mucha gente lo instó a que rompiera el arcón y viera su contenido, pero el joven rechazó la sugerencia, porque la violencia no podía ser la llave del honor. Durante 10 años dio la vuelta al mundo sin encontrar la llave del honor.

- Alguien la esconde - pensaba -, pero la encontraré.

Volvió a salir de su mundo, llevándose con él el arcón de la compasión. Cuando alguien se acercaba para darle más llaves se ponía un anillo para ver si sus corazones escondían alguna llave especial que le permitiera abrir el arcón. Muchos volvieron a insistir en que rompiera el arcón, pero el hombre, ya mayor, se negó. Volvió a viajar durante 20años más pero no consiguió encontrar la llave del arcón del honor.

- Poseo el mundo y los corazones de todos sus habitantes - pensaba -¿Como puede un hombre sin honor gobernar el mundo y sus corazones?.

Volvió a salir al mundo, llevándose consigo tambien el arcón de los talentos, lleno de heroicidades.

- No he encontrado la llave del honor y no puedo gobernar este mundo ni los corazones de su gente si no tengo honor - dijo a sus servidores, entregando a cada uno de ellos una parcela de tierra y un anillo mágico.

Muchos volvieron a insistir en que rompiera el arcón, pero el anciano se negaba constantemente. En los últimos 40 años había recorrido el mundo tres veces y ya era un hombre muy mayor. Ya sólo le quedaban tres arcones, dos de ellos vacíos y uno que no podía abrir.

- En una ocasión el mundo y toda la gente me pertenecieron. Ahora mis talentos han desaparecido, se me ha acabado la compasión y no tengo nada que dejarle a mi hijo, salvo este arcón que no puedo abrir.

Pero cuando tocó el arcón con la mano, éste se abrió y vió que en su interior había dos arcones cerrados. En uno estaba la palabra grabada TALENTOS, y en el otro COMPASIÓN, y cada uno tenía su llave puesta.

- Ahora lo entiendo -se dijo-. El honor no es algo que pueda gastarse o utilizarse, sino algo que hay que consevar. La clave del honor es conservarlo, siempre, y transmitírselo a tu hijo como herencia. ¡Como me alegro de no haberme cansado nunca de cargar con él y de no haberlo roto para conocer su contenido!.

Con mucho cuidado sacó los arcones de los TALENTOS y de la COMPASIÓN fuera, y al cerrar el del honor, vacío, el arcón volvió a pesar lo mismo que cuando tenía los dos arcones en su interior.

Entonces hizo llamar a su hijo.

- Hijo, yo ya soy muy mayor y me gustaría darte estos tres tesoros...

lunes, 17 de enero de 2011

EL ELEFANTE Y LOS SEIS SABIOS.


Érase una vez seis hombres sabios que vivían en una pequeña aldea. Los seis sabios eran ciegos. Un día alguien llevó un elefante a la aldea. Los seis sabios buscaban la manera de saber cómo era un elefante, ya que no lo podían ver.
"Ya lo sé", dijo uno de ellos. "¡Palpémoslo!". "Buena idea", dijeron los demás. "Ahora sabremos como es un elefante". Así, los seis sabios fueron a "ver" al elefante. El primero palpó una de las grandes orejas del elefante. La tocaba lentamente hacia adelante y hacia atrás. "El elefante es como un gran abanico", gritó el primer hombre. El segundo tanteó las patas del elefante. "Es como un árbol", exclamó. "Ambos estáis equivocados", dijo el tercer hombre. "El elefante es como una soga". Éste le había examinado la cola.
Justamente entonces el cuarto hombre que examinaba los finos colmillos, habló:
"El elefante es como una lanza".
"No, no", gritó el quinto hombre. "Él es como un alto muro", había estado palpando el costado del elefante. El sexto hombre tenía cogida la trompa del elefante.
"Estáis todos equivocados", dijo. "El elefante es como una serpiente". "No, no, como una soga".
"Serpiente".
"Un muro".
"Estáis equivocados".
"Estoy en lo cierto".
Los seis hombres se ensalzaron en una interminable discusión durante horas sin ponerse de acuerdo sobre cómo era el elefante.
Probablemente esta historia te ha hecho sonreír, ya que, ¿Cuál es el problema? ¡Eso es! Cada hombre podía "ver" en su mente sólo lo que podía sentir con sus manos. Como resultado cada uno se reafirmaba en que el elefante era como él lo sentía. Ninguno escuchaba a los demás.
Esos hombres estaban inmersos en un conflicto basado en la percepción (lo que creían "ver").
Afortunadamente su conflicto no tuvo un final violento. Aunque, desafortunadamente todavía no saben como son los elefantes.


El conflicto es tan viejo como la historia misma. El ser humano siempre ha intentado conocer su mundo y comunicarse con los demás. Aunque esto no es fácil ya que no todas las personas ven los problemas de la misma forma. Si lees este viejo cuento de la India descubrirás una de las causas de la falta de entendimiento entre las personas.

lunes, 10 de enero de 2011

La paloma torcáz.

Leyendas de México. Leyendas cortas. Cuentos.


Cuento de la paloma torcáz



Había una vez un guerrero valiente y apuesto. Amaba la caza y así, con frecuencia, iba por los bosques persiguiendo animales. En una de sus cacerías llegó junto a un lago y, lleno de asombro, contempló a una mujer bellísima que bogaba en una canoa.


El guerrero quedó tan enamorado que, muchas veces, volvió al lugar con el ánimo de verla; pero fue inútil, pues, ante sus ojos, sólo brillaron las aguas del lago. Entonces pidió consejo a una hechicera, la cual le dijo:


—No la verás nunca más, a menos que aceptes convertirte en palomo.
—¡Sólo quiero verla otra vez!
—Si te vuelves palomo jamás recuperarás tu forma humana.
—¡Sólo quiero volverla a ver!
—Si así lo deseas, hágase tu voluntad.


Y la hechicera le clavó en el cuello una espina y en el acto el joven se convirtió en palomo. Este levantó el vuelo y fue al lago y se posó en una rama y al poco rato vio a la mujer y, sin poderse contener, se echó a sus pies y le hizo mil arrumacos.


Entonces la mujer lo tomó entre sus manos y, al acariciarlo, le quitó la espina que tenía clavada en el cuello. ¡Nunca lo hubiera hecho, pues el palomo inclinó la cabeza y cayó muerto! Al ver esto, la mujer, desesperada, se hundió en el cuello la misma espina y se convirtió en paloma. Y desde aquel día llora la muerte de su palomo.


Texto extraído del libro Leyendas y Consejas del Antiguo Yucatán de Emilio Abreu Gómez. Editado por el Fondo de Cultura Económica, México.



domingo, 2 de enero de 2011

Dime: ¿ cuánto pesa un copo de nieve?

Dime: ¿ cuánto pesa un copo de nieve?, preguntó un gorrión a una paloma.

Nada de nada, le contestó.

Entonces debo contarte algo maravilloso, dijo el gorrión:

Estaba yo posado en l
a rama de un abeto, cerca de su tronco, cuando empezó a nevar. No era una fuerte nevada ni una ventisca furibunda. Nada de eso.

Nevaba como si fuera un sueño, sin nada de violencia. Y como yo no tenía nada mejor que hacer, me puse a contar los copos de nieve que se iban asentando sobre los tallitos de la rama en la que yo estaba. Los copos fueron exactamente 3.741.952. Al caer el siguiente copo de nieve sobre la rama que, como tú dices, pesaba nada de nada, la rama se que
bró.

Dicho esto, el gorrión se alejó volando.

Y la paloma, toda una autoridad en la materia desde la época de Noé, quedó cavilando sobre lo que el gorrión le contara y al final se dijo:

"Tal vez esté faltando la voz de una sola persona para que en este mundo tenga lugar la paz
".