martes, 22 de febrero de 2011

¿SE PUEDE ARREGLAR EL MUNDO?


Un científico que vivía preocupado con los problemas del mundo estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos.
Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas.
Cierto día su hijo de 7 ańos invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar.
El científico nervioso por la interrupción le pidió al nińo que fuese a jugar a otro lado.
Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención.
De repente se encontró con una revista en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: como te gustan los rompecabezas te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie.
Entonces calculó que al pequeńo le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas escuchó la voz del nińo que lo llamaba calmadamente. Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo.
Al principio el padre no creyó en el nińo. Pensó que sería imposible que a su edad hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes.
Desconfiado el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un nińo.
Para su sorpresa el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares.
Cómo era posible? Cómo el nińo había sido capaz de hacerlo? De esta manera el padre preguntó con asombro a su hijo
- Hijito tú no sabías cómo era el mundo cómo lo lograste?
Papá respondió el nińo, yo no sabía como era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta los recortes y comencé a recomponer al hombre que sí sabía como era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo.

Gabriel García Márquez

martes, 15 de febrero de 2011

LA RIQUEZA




Un padre económicamente acomodado, queriendo que su hijo valorara lo que tenía y supiera lo que es ser pobre, lo llevó para que pasara un par de días en el monte con una familia campesina amiga.

Pasaron tres días y dos noches en su vivienda del campo. En el carro, retornando a la ciudad, el padre preguntó a su hijo:

-¿Qué te pareció la experiencia?...

-Buena, contestó el hijo con la mirada puesta a la distancia.

- Y... ¿qué aprendiste?, insistió el padre...

El hijo contestó:

- Varias cosas:

1. Que nosotros tenemos un perro y ellos tienen cuatro.

2. Nosotros tenemos una piscina con agua estancada que llega a la mitad del jardín... y ellos tienen un río sin fin, de agua cristalina, donde hay pececitos y otras bellezas.

3. Que nosotros compramos faroles costosos para alumbrar nuestro jardín... mientras que ellos se alumbran con las estrellas y la luna.

4. Nuestro patio llega hasta la cerca...y el de ellos llega al horizonte.

5. Que nosotros compramos nuestra comida; ...ellos, siembran y cosechan la suya.

6. Nosotros oímos CDs... Ellos escuchan una constante sinfonía de pajaritos, pericos, ranas, sapos, grillos y otros animalitos....

7. Nosotros cocinamos en estufa eléctrica... Ellos, todo lo que comen tiene el precioso sabor del fogón de leña.

8. Para protegernos nosotros vivimos rodeados por un muro, con alarmas.... Ellos viven con sus puertas abiertas, protegidos por la amistad de sus vecinos.

9. Nosotros vivimos conectados al celular, a la computadora, al televisor... Ellos, en cambio, están conectados a la vida, al cielo, al sol, al agua, al verde del monte, a los animales, a sus siembras, a su familia.

El padre quedó impactado por la profundidad de los pensamientos de su hijo. Entonces el joven terminó:

- ¡Gracias papá, por haberme enseñado lo pobres que somos!

martes, 8 de febrero de 2011

UNA HISTORIA PARA PENSAR.


Una señora coge un tazón y le pide al camarero que se lo llene de caldo. A continuación se sienta en una de las muchas mesas del local.

Pero apenas sentada se da cuenta de que ha olvidado el pan. Entonces se levanta, se dirige a coger un bollo para comerlo y vuelve a su sitio.

¡Sorpresa! Delante del tazón de caldo se encuentra sin inmutarse un hombre de color, un negro, que está comiendo tranquilamente.

¡Esto es el colmo! - piensa la señora - ¡pero no me dejaré robar! Dicho y hecho. Se sienta al lado del negro y parte el bollo en pedazos. Los mete en el tazón que está delante del negro y coloca la cuchara en el recipiente.

El hombre, complaciente, sonríe. Toman una cucharada cada uno hasta terminar la sopa. Todo en silencio.

Terminada la sopa, el hombre se levanta, se acerca a la barra y vuelve después con un abundante plato de espaguetis y .... dos tenedores. Comen los dos del mismo plato, en silencio, turnándose.

Al final se va el hombre: ¡Hasta la vista!, se despide, reflejando una sonrisa en sus ojos. Parece satisfecho por haber realizado una buena acción. Se aleja.

La mujer, asombrada, le sigue con la mirada. Una vez vencido su estupor, busca con la mano el bolso que había colgado en el respaldo de la silla. Pero el bolso ha desaparecido.

Entonces .... (pensó) ... aquel negro ..... Ya iba a gritar: ¡al ladrón!, cuando, ojeando a su alrededor, ve su bolso colgado de una silla dos mesas más atrás de donde estaba ella... y sobre la mesa, una bandeja con un tazón de caldo ya frío.

Revista CERCANÍAS 3

Albacete - Jatun Sunqu