domingo, 25 de noviembre de 2012

María y el Caracol


María y el Caracol


Encontrado en :  web cuentos-cortos.deegroove.com.

PULSA AQUÍ PARA ESCUCHAR: María y el Caracol

(para Bixi)
cuentos Maria y el Caracol

María salía por las noches para conversar con su amiga. Aunque más que conversar, María la escuchaba mientras ella le contaba cosas del pasado, cosas del presente, cosas del futuro.¡Su amiga sabía tanto!.
—Es una de las ventajas de ser eterna; desde tu punto de vista, claro —Se burlaba un poco de María mientras la miraba con dulzura. Pero María no rechistaba y solo podía mirarla embobada. Era tan bonita, era tan perfecta.
María encontró a su amiga en una de las muchas noches en que salía de expedición por los campos que rodeaban la casa. Esa noche, María estaba en cuclillas mirando como un caracol cruzaba el camino. Pensaba en lo valiente que era el caracol y lo esforzado que se le veía arrastrando su casita. Le daban ganas de cogerlo y dejarlo al otro lado.
 —Tal vez así te ayude un poco a llegar a tu destino —Pensaba toda seria.
Estaba muy concentrada pensando si era lícito o no ayudar al caracol. Si debía prestarle un poco de ayuda llevándole al otro lado del camino.
—Para mi no es ningún esfuerzo —Se decía— Pero… ¿Debes ser tu el único merecedor de todo el esfuerzo? Entonces no debería ayudarte —Se replicaba María a si misma.
Y mientras se debatía ante el dilema oyó una voz sobre su cabeza que le dijo:
—¿Por qué no le preguntas al caracol?
María ni siquiera se giró, la sentencia era tan evidente. Esa era la respuesta. Simplemente genial: “Preguntarle al caracol”.
María se levantó, rodeo al caracol y volvió a ponerse en cuclillas; esta vez frente a él.
—Caracol —le dijo— ¿Quieres que te lleve al otro lado del camino?
El caracol detuvo su lenta marcha y apuntando a María con sus dos ojos levantó y bajó un par de veces su cabeza en un gesto claramente afirmativo. María entonces cogió al caracol por la concha, lo puso sobre la palma de su mano y con mucho cuidado lo llevo al otro lado del camino para que, tan valiente y esforzado como antes, retomase su camino.

 
 
María y el Caracol@ por Daniel Fuentes bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.
 
Si quieres, puedes: copiar, distribuir y comunicar públicamente los cuentos. En tal caso
debes citar o enlazar o a la dirección web cuentos-cortos.deegroove.com
. No deberías usar los cuentos para fines comerciales y tampoco deberías alterar, transformar o generar una obra derivada.

jueves, 22 de noviembre de 2012

El gusano y la flor


Había una vez un gusano que se había enamorado de una flor.
Era por supuesto, un amor imposible, pero el animalito no quería seducirla ni hacerla su pareja. Ni siquiera quería hablarle de amor. Él solamente soñaba con llegar hasta ella, y darle un beso. Un solo beso.

Cada día, y cada tarde, el gusano miraba a su amada, cada vez más alta, cada vez más lejos. Cada noche soñaba que, finalmente, llegaba a ella y la besaba.

Un día, el animalito decidió que no podía seguir soñando cada noche con la flor y no hacer nada para cumplir su sueño. Así que, valientemente, avisó a sus amigos, los escarabajos, las hormigas y las lombrices, que treparía por el tallo para besar a la flor.

Todos coincidieron en que estaba loco, y la mayoría intentó disuadirlo, pero no hizo caso. El gusano llegó arrastrándose hasta la base del tallo y comenzó la escalada.

Trepó toda la mañana y toda la tarde, pero cuando el sol se ocultó, sus músculos estaban exhaustos.

- "Pasaré la noche agarrado del tallo, y mañana seguiré subiendo. Estoy más cerca que ayer", pensó, aunque sólo había avanzado diez centímetros y la flor estaba a más de un metro y medio de altura.

Sin embargo, lo peor fue que, mientras el gusano dormía, su cuerpo viscoso y húmedo resbaló por el tallo, y por la mañana el gusano amaneció donde había comenzado un día antes.

Miró hacia arriba y pensó que debía redoblar los esfuerzos durante el día y aferrarse mejor durante la noche. De nada sirvieron las buenas intenciones. Cada día, el gusano trepaba, y cada noche, resbalaba otra vez hasta el piso. Sin embargo, cada noche, mientras descendía sin saberlo, seguía soñando con un beso deseado.

Sus amigos le pidieron que renunciara a su sueño, o que soñara otra cosa, pero el gusano sostuvo, con razón, que no podía cambiar lo que soñaba cuando dormía, y que si renunciaba a sus sueños, dejaría de ser quien era.

Todo siguió igual durante días, hasta que una noche que el gusano soñó tan intensamente con su flor, que sus sueños se transformaron en alas... y a la mañana el gusano despertó mariposa, desplegó las alas, voló a la flor... y la besó.