domingo, 24 de noviembre de 2013

COPIHUAPI




Cuenta la historia que, debajo de mi pueblo, existe un lugar llamado Copihuapi. Este lugar está habitado por unos duendes pequeñitos, apenas del tamaño de un gato flaco. Sus narices son puntiagudas y sus orejas largas, casi tan largas como las de los conejos. Viven en forma muy organizada. Cada uno de ellos tiene una función específica que debe cumplir para que la comunidad no se desarticule. Hay cocineros, lavadores, médicos de duendes, maestros, agricultores, bomberos, pintores, constructores de casitas y todas las profesiones necesarias para que su sociedad siga adelante con comodidad.

Excepto una: no hay fabricantes de gorros. Ningún copihuapense pudo aprender a hacer gorros ni sombreros y todos andarían con la cabeza descubierta si no fuera porque salen por las noches a cazar medias.


Cuando todo mi pueblo está inmóvil y el silencio se trenza con la oscuridad bajo los álamos... a la hora en que la luna sube a lo más alto del cielo, los duendes salen atravesando sus túneles parecidos a madrigueras y se esconden debajo de las camas. Esperan a que los chicos estén soñando con ángeles y misterios, para asomarse, despacito y silenciosamente, y empezar la cacería. Como son muy coquetos no les gusta usar el mismo gorro todos los días ni tener gorros del mismo color, por eso capturan una sola media de cada par y las llevan poco a poco para que nadie sospeche. Imaginen que, de pronto, en una casa falten todas las medias que corresponden a los pies derechos de la familia... se armaría un lío bárbaro... todos andarían con un pie desabrigado y buscarían resolver el misterio de la desaparición. En cambio, al faltar sólo alguna, los grandes creen que se la tragó el lavarropas o que se la llevó el perro para mordisquearla.
Apenas cazan una media, los duendes se la ponen en la cabeza. Algunos la usan con la punta anudada, otros la arremangan hasta que queda como un casquito y también están los que la llevan con el extremo colgando y le cosen un adorno (como un cascabel, un pompón o un botón dorado). Después vuelven a su hogar y cuando se reúnen con sus amigos presumen y compiten para ver quién lleva el gorro más bonito.
Pero los duendes de las medias son muy agradecidos. Cuando se llevan una media, dejan a cambio un obsequio para quien había sido su dueño. Casi siempre son cosas que pasan desapercibidas, cosas que llegan sin que nos demos cuenta, como un sueño muy lindo o un deseo que se cumple, una musiquita que nos arrulla mientras dormimos, una brisa fresca que entra por la ventana en el verano. Pero a veces nos dejan cosas que sí podemos tocar, aunque no sepamos cómo llegaron: una piedrita de hermoso color, un caracol que se arrastra dejando una huella brillante sobre las baldosas, el silbido finito de un pájaro frente a la ventana o un par de mariposas que revolotean sobre un charquito.
Lo importante es que los chicos sepan, y puedan contarle a sus mamis, que cuando falta una media no se perdió por descuido. Sino que, en realidad, un copihuapense la cazó y, seguramente, anda por "Copihuapi" luciéndola sobre su cabeza.

AUTORA: Isabel Ali
E-MAIL: carolamonaldeschi@yahoo.com.ar


http://www.waece.org/cuentoscortos/CUENTOSCORTOS/index.htm

domingo, 17 de noviembre de 2013

Sam y Rigoberto

PULSA AQUÍ PARA ESCUCHAR: Sam y Rigoberto



Rigoberto y Sam tienen una gran afición.
Les gusta el senderismo y la conversación,
más tienen un gran problema en su relación.
Hacen largas caminatas,
de a cien metros -a veces hasta más-
y tardan en cubrirlas entre tres o cuatro horas,
eso da como mucho rato para hablar.
Pero apenas consiguen decirse, antes de la ruta terminar, un:
—Hola…
—mi…
—buen…
—amigo,…
—¿Qué…
—tal…
—estás?
Sam es un saltamontes y Rigoberto un caracol.

Si quieres, puedes: copiar, distribuir y comunicar públicamente los cuentos. En tal caso
debes enlazar a la dirección web cuentos-cortos.deegroove.com
. No deberías usar los cuentos para fines comerciales y tampoco deberías alterar, transformar o generar una obra derivada.

Sam y Rigoberto escrito por cuentos-cortos.deegroove.com bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Itzelina y los Rayos de Sol

Itzelina y los Rayos de Sol
RESPETO AL BIEN COMUN

Itzelina Bellas Chapas es una niña muy curiosa, que se levantó temprano una mañana, con la firme intensión de atrapar para ella sola, todos los rayos del sol.

Una ardilla voladora, que brincaba entre árbol y árbol, le gritaba desde lo alto ¿A dónde vas Itzelina?, y la niña respondió.
- Voy a la alta montaña, a pescar con mi malla de hilos, todos los rayos del sol, y así tenerlos para mi solita.
- No seas mala bella Itzelina, le dijo la ardilla angustiada, deja algunos pocos para que me iluminen el camino, y yo pueda encontrar mi alimento.


- Está bien amiga ardilla, le contestó Itzelina, no te preocupes ni apenes, que tendrás como todos los días, rayos del sol para ti.


Siguió caminando Itzelina, pensando en los rayos del sol, cuando un inmenso árbol le preguntó ¿Por qué vas tan contenta Itzelina?
- Voy a la alta montaña, a pescar con mi malla de hilos todos los rayos del sol, para tenerlos para mi solita, y poder compartir algunos con mi amiga, la ardilla voladora.

El árbol muy triste le dijo:
- También yo te pido amiga Itzelina, que compartas conmigo un poco de sol, por que con sus rayos es que podré seguir creciendo, y más pajaritos podrán vivir en mis ramas.
- Claro que sí amigo árbol, no estés triste que también guardaré unos rayos de sol para ti.

Itzelina empezó a caminar más rápido, por que llegaba la hora en que el sol se levantaba y ella quería estar a tiempo para atrapar los primeros rayos que lanzara.
Pasaba por un corral, cuando un gallo que estaba parado sobre la cerca la saludó.
- Hola bella Itzelina ¿A dónde vas con tanta prisa?
- Voy a la alta montaña, a pescar con mi malla de hilos, todos los rayos del sol, y así poder compartir algunos con mi amiga la ardilla voladora para que encuentre su alimento, y con mi amigo el árbol para que siga creciendo y le de hospedaje a muchos pajaritos.
- Yo también te pido algunos rayos de sol, le dijo el gallo, para que pueda saber en las mañanas a qué hora debo cantar, y los adultos lleguen temprano al trabajo y los niños no vayan tarde a la escuela.
- Claro que sí amigo gallo, también a ti te daré algunos rayos de sol, le contestó Itzelina Bellas Chapas.
Itzelina siguió caminando, pensando en lo importante que eran los rayos del sol para las ardillas y para los pájaros, para las plantas y para los hombres, para los gallos y para los niños. Entendió que si algo le sirve a todos, no es correcto que una persona lo quiera guardar para ella solita, por que eso es egoísmo.
Llegó a la alta montaña, dejó su malla de hilos junto a ella, se sentó a esperar el sol y le dio los buenos días. Ahí, sentadita y sin moverse, vio cómo lentamente los árboles, los animales, las casas, los lagos y los niños se iluminaban y se llenaban de colores gracias a los rayos del sol.

AUTOR: LUIS ANTONIO RINCÓN GARCÍA
PAIS: México
E-MAIL:
rincon_l@yahoo.com.mx

domingo, 3 de noviembre de 2013

Mi sueño soñaba un sueño...


Mi sueño soñaba un sueño,
¿qué soñaba?, no lo vi;
mi sueño soñaba un sueño,
tal vez me soñaba a mí.