Fábulas infantiles de Miguel Agustín Príncipe.
Iban un viejo y un chico
Por esos mundos de Dios,
Y acompañando a los dos
Iba también un borrico.
El vejete ya encorvado,
Iba a pie con mucha paz,
Y mientras tanto el rapaz
Iba en el burro montado.
Vieron esto ciertas gentes
De no sé qué población,
Y con acento burlón
Exclamaron impacientes:
-¡Mire usted el rapazuelo
Y qué bien montado va,
Mientras de viejo que está
Andar no puede el abuelo!
¿No era mejor que el chiquillo
Siguiera a pie de reata,
Y que el viejo que va a pata
Montara en el borriquillo?
El anciano que esto oyó,
Dijo al muchacho: -Discurro
Que hablan bien: baja del burro,
Que vaya montarlo yo.
El niño, sin impugnarlo,
Bajó del asno al instante,
Y echó a andar, mientras boyante
Iba el abuelo a caballo.
-¡Vaya un cuadro singular
Y un chistoso vice-versa!
(Dijo otra gente diversa,
Que así los vió caminar):
¡Mire usted el viejarrón
Y cómo va cabalgando,
Mientras el chico va dando
Tropezón tras tropezón!
¿No era mejor que el vejete
¡Maldito sea su nombre!
Fuese a pie, que al fin es hombre,
Y no el pobre mozalbete?
-¡Alabado sea Dios!
Dijo el viejo para sí:
¿Tampoco les gusta así?
¡Pues nada! a montar los dos.
Esto dicho, de la chupa
Tiró al muchacho, y subióle
De un brinco arriba, y montóle
Muy sí señor en la grupa.
-¡Perfectamente! exclamaron,
Soltando la taravilla,
Los de otro lugar o villa
Con los cuales se encontraron:
¿Habrá cosa más bestial,
Aunque sea pasatiempo,
Que montar los dos a un tiempo
En ese pobre animal?
¿No era mejor, voto a bríos,
Que alternasen en subir,
Y no que el burro ha de ir
Cargado así con los dos?
-Cosa es que ya me encocora
Exclamó el viejo bufando:
Bajemos los dos … ¡y andando!
A ver qué dicen ahora.
Y uno y otro descendieron.
Y a pie empezaron a andar,
Y… -¡Bien! ¡muy bien! ¡vaya un par!,
Otras gentes les dijeron:
¿Es posible que se dé
Quien así busque molestias?
¡Qué majaderos! ¡qué bestias!
Tienen burro, y van a pie.
Cargado entonces del todo,
Dijo el viejo: -¡Voto va!
¿Con que no podemos ya
Acertar de ningún modo?
Hagamos lo que nos cuadre,
Sin hacer caso el menor
De ese mundo charlador,
Llore o ría, grite o ladre.
Esté limpia la conciencia,
Que es el deber principal,
Y en lo demás cada cual
Consulte su conveniencia.
Por nada, pues, ya me aburro
En un mundo tan ruin:
Conque… arriba, chiquitín,
Que es lo mejor.-¡Arre, burro!
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