sábado, 30 de junio de 2012

Navegamos rumbo... Turquía - El gorrión y el cielo

Encontrado en el blog "Cuento a la vista"
Texto por Rebeca Amado
Ilustración de Raquel Blázquez

Sila y su abuela Tárik iban todos los domingos al mercado de especias de Estambull. Caminaban por todos los puestos descubriendo olores y sabores, y pasaban la mañana conversando con vecinos y tenderos. Todos querían a su abuela y se aceraban a ella para compartir sus quejas o en busca de un buen consejo.

Un domingo cualquiera de invierno Sila y su abuela fueron a comprar Negrilla y semillas secas al puesto de siempre, y al llegar a la puerta vieron al mercader sentado en una silla con cara de preocupación.


-¿Qué le ocurre señor? ¿Por qué parece tan triste?- le preguntó Sila.


-¿Ves ese barrizal junto a la puerta? Llevo horas barriendo arena y agua y la entrada a mi tienda sigue estando sucia- protestó el mercader.

- ¡Qué mala suerte!- dijo Sila.

- No es mala suerte. Siempre que llueve sucede lo mismo, y si no se busca una solución pasará de nuevo. Los lamentos no evitarán que vuelva a inundarse su entrada- replicó la abuela Tárik.

-¿Y qué quiere que haga? –volvió a protestar el mercader-. Aunque yo arreglase mi entrada, si las tiendas vecinas no hacen lo mismo el agua no se canalizará bien y mi tienda se inundará igual. Yo solo no puedo evitar que se inunde el mercado…

A lo que la abuela de Sila contestó:


- ¿Conoce usted la historia del gorrión y el cielo?

“Había una vez un pequeño gorrión que cuando escuchaba truenos y veía que se acercaba tormenta, se tumbaba en el suelo y levantaba sus patitas hacia el cielo.
Durante una de esas terribles tormentas un zorro pasó por su lado y, al verlo en aquella posición tan extraña para un pájaro, le preguntó

-¿Por qué haces eso?

-¡Para proteger a la tierra, que contiene muchos seres vivos! - contestó el gorrión-.
Si por desgracia el cielo se desplomara de repente, ¿te das cuenta de lo que ocurriría? Por eso levanto mis patas para sostenerlo.

El zorro, sorprendido, volvió a preguntarle.

-¿Crees que tus pequeñas patas pueden sostener el inmenso cielo?

El gorrión contestó

-Aquí abajo cada uno tiene su propio cielo."


El mercader, entre la risa y el enfado, dijo -Si sigo el consejo del gorrión debería entonces arreglar mi entrada esperando a que algún día los demás quieran ocuparse de su trozo de cielo ¿no?-

La abuela de Sila no estaba dispuesta a rendirse ante el pesimismo del mercader, y le dio otra pista más.

-Quizá su trozo de cielo vaya mucho más allá de su entrada, quizás sea todo el mercado de especias. Hable con sus compañeros, si tiene una idea para solucionar el problema del agua ¡póngala en marcha!

¡Necesitamos menos zorros y mas gorriones del cielo!- exclamó la abuela Tárik.
Sila escuchó con mucha atención las tres veces que su abuela contó la historia del gorrión esa mañana, y ahora se preguntaba ¿Qué trozo de cielo sería el suyo? ¿Sería capaz de sostenerlo ella sola? No podía esperar para averiguarlo.

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