Cuentos de animales. Cuentos para niños. Literatura.
Cierto día, Álvaro escuchó en la tele que “la curiosidad mató al gato”. Por eso, cuando su tía Begoña dijo muy seria que todo el mundo debería tener “curiosidad”, no supo qué pensar. Quizá a su tía no le gustaban los gatos, y quería que hubiera muchas “curiosidades” que acabasen con todos los mininos del mundo.
Lo primero que hizo Álvaro cuando llegó a casa, fue encerrar a su gato Micifú en una caja de cartón. No iba a consentir que cualquiera de esas “curiosidades” encontrase a Micifú y acabara con él.
Los padres de Álvaro, extrañados de no haber visto al gato en toda la tarde, salieron al patio y le llamaron:
-Micifú, bisbisbisbis, Micifú, bisbisbisbis.
El gato, que oyó la voz de sus dueños, comenzó a maullar dentro de la caja de cartón. El padre de Álvaro lo sacó de allí y preguntó:
-¿Pero quién ha metido a Micifú en esa caja de cartón?
-He sido yo, papá -contestó Álvaro.
-¡No ves que casi se ahoga! ¿Por qué lo has hecho?
Álvaro contó a sus padres todo lo que había oído acerca de la “curiosidad”, y éstos, después de reírse un buen rato, le dijeron:
-La curiosidad es sólo el deseo de ver, de conocer lo que no sabemos. Es muy importante tener curiosidad por las cosas. Y recuerda siempre que la “curiosidad” no mata gatos.
Aunque Álvaro siempre creía lo que decían sus padres, durante muchos días no perdió de vista a su gato Micifu…
José Luis Baños Vegas
No hay comentarios:
Publicar un comentario