viernes, 27 de marzo de 2009

EL gato Manchas.

EL gato Manchas. Los mejores cuentos infantiles de animales.


Manchas, el gato, avanzaba sereno por un sendero del campo mirando de vez en cuando las nubes y sus extrañas figuras que ellas asemejaban, hasta que una piedra que pasó raspándole una de sus orejas terminó con su tranquilidad.

De un felino salto se ocultó detrás de un árbol. Mas al no ver ni oír nada, salió. Había caminado unos metros cuando otra piedra cayó cerca de él. Buscó quién la lanzó, pero no vio a nadie. Cuando empezaba a caminar escuchó una débil vocecita pidiendo auxilio, corrió y encontró a un pájaro mal herido.

- ¿Qué te ha pasado amigo? ¿Quién te hizo daño? –preguntó sorprendido.

- Unos niños destruyeron mi hogar y no contentos con ello, me siguieron a pedradas, pero eso poco importa ahora. Amigo, lo único que te pido, es que por favor ayudes a mis hijos; aún son muy pequeños y temo por sus vidas.

- ¿Dónde están ellos?

- Están ocultos cerca de aquel árbol de flores anaranjadas.

Trató de curar sus heridas, pero todo fue en vano. Su alegría pronto se transformó en tristeza cuando el pequeño animal expiró.

Al llegar al lugar indicado una escena conmovedora lo entristeció aún más. En el suelo cerca del árbol se hallaba el cuerpo sin vida de una Pajarita, mientras los críos lloraban desconsoladamente.

Estos pajaritos habían defendido a sus pequeños hijos aún a costa de su vida.

Manchas, los sacó de donde se encontraban y se los llevó. Al llegar a casa los colocó en un árbol junto a su casa. Día y noche los cuidaba. Se había encariñado con estos tres indefensos animalitos.

Una semana después, cuando regresaba por la tarde a casa, encontró muchas piedras cerca de ella. Rápidamente pensó en sus amigos, corrió y vio el nido en el suelo. Comenzó entonces a buscarlos. Detrás de unas ramas encontró el cuerpo inerte de uno de ellos, lo tomó delicadamente en sus manos, mientras unas lágrimas ardientes nacidas desde lo más profundo de sí, discurrían por su cara.

Trató de superar este dolor, todavía le faltaba hallar a dos. Vio entonces unos rastros, los siguió. Más adelante encontró a unos niños desplumando las colas de unos pajaritos y luego al soltarlos reían a carcajadas.

Se acercó sin hacer ruido. Así descubrió que en una caja se encontraban sus amigos y otros pajaritos más. Esperó un momento de descuido de los niños y liberó a los cautivos.

Quisieron atraparlo y al no lograrlo le lanzaron gran cantidad de piedras, tuvo suerte; pues ninguna impactó en su cuerpo.

Pensó entonces darles una lección, pero no sabía cómo. De repente se cruzó por allí, Pepe el grillo, quien lo llevó donde Gepeto el carpintero, éste hizo una gran jaula y lo ayudó a llevarla al campo.

Sabiendo que después de recoger piedras, los niños se sentaban junto a un árbol muy tupido, Manchas decidió esperarlos. Ni bien se sentaron, un fuerte ruido los hizo temblar, quedando atrapados dentro de la jaula.

Un instante después, cientos de pájaros invadieron el lugar; traían entre sus patas una piedra para dejárselas caer. Los niños lloraban y suplicaban que no lo hicieran.

- Ellos mataron a nuestros hijos y hermanos, debemos castigarlos.

- ¡Sí deben morir!,- gritaron otros.

- No amigos, la venganza no es buena- intervino Manchas -, además matarse unos a otros no es la solución.

- Pero estos niños son muy malos – opinaron las aves.

La desesperación cundía en el lugar. Los niños volvieron a pedir clemencia:

- ¡Por favor, no nos hagan daño! No volveremos a maltratarlas.

- Déjenlos, no los ven que están sufriendo – dijo el Gato- ¿Acaso, desean convertirse en asesinos?

Las aves comprendieron y se alejaron del lugar. Manchas y los hijos de aquellos padres que encontró días atrás en su paseo matinal, eran los únicos presentes. Entonces los niños comenzaron a gritar.

- ¡Qué bien ya se fueron! ¡Tontos, creyeron lo que dijimos!

Viendo que todavía no estaban arrepentidos, Manchas les dijo:

- Vieron lo que lancé.

- Si gato bobo.

- ¡Qué bien! Porque lo que lancé fueron las llaves, por su maldad, ustedes se quedarán allí para siempre.

- No, no amigo sólo bromeábamos – suplicaron los niños.

- ¡Ah!, pero yo no bromeo, nos vemos.

- Espera no te vayas, no nos dejes aquí.

Manchas regresó entonces a casa en compañía de los pajaritos.

Horas después, cuando el sol empezaba a debilitarse, los animalitos entraron volando por la ventana. Manchas entendió entonces que querían que los siguiese. Aquellos frágiles pajaritos retornaron al lugar donde estaban los niños.

- Déjalos libres, ojalá aprendan la lección - le dijeron los dos animalitos.

Manchas, un poco desconcertado se acercó a la jaula aceptando el pedido de los animalitos. Ante aquel bello acto, los niños respondieron:

- Gracias amigos, a pesar de que les hicimos daño, nos han perdonado.

- Nosotros no somos nadie para juzgarlos, pero si siguen así, de la justicia divina no escaparán.

- Gracias, hoy hemos comprendido lo que siente alguien cuando el peligro lo acecha y lo importante que es la libertad, el más bello regalo de la vida.

Los niños, como quienes vuelven a vivir, se alejaron alegres y con ganas de enmendar sus malas acciones.

Los dos pajaritos se despidieron de Manchas, quien se sentía triste por su alejamiento, pero luego al verlos ir con un grupo de sus amigos, se alegró; contemplándolos hasta perderlos de vista.

Fin

lunes, 23 de marzo de 2009

El Reino de No Me Importa.

Había una vez un pequeño reino que se llamaba Lolimburgo. El Rey Juan No, se casó con la princesa Cristina Me Importa. De esa unión nació el príncipe José No Me Importa. El Rey se llamaba Juan Porque se me Antoja y la Reina se llamaba Cristina Porque se me da la Gana.

Tanto los reyes como los súbditos hacían lo que se les antojaba cuando tenían ganas y nada les importaba.
El reino estaba muy sucio ya que todos sus habitantes arrojaban la basura a la calle porque se les daba la gana. Era difícil caminar por las veredas entre restos de comida y cachivaches pero a nadie le importaba.
Los habitantes se bañaban cuando se les antojaba, pero como a nadie le importaba, estaban todos roñosos y con muy mal olor. Siempre estaban enfermos.
En la escuela. Los alumnos asistían a las clases solo cuando tenían ganas y estudiaban solo si se les antojaba, y como a la directora y a las maestras no les importaba, los alumnos eran burros e ignorantes.
Los comerciantes atendían cuando se les daba la gana y vendían lo que se les antojaba. Si alguien quería comprar papas y ellos no tenían ganas de venderla, la gente tenía que comprar mandarinas o lo que encontraran.
Los súbditos de Lolimburgo dormían cuando se les daba la gana, a veces de noche y a veces de día, y comían cuando se les antojaba. Desayunaban por la noche y cenaban al mediodía y no les importaba.
O sea que el Reino de Lolimburgo era un desastre.
Cuando el Príncipe José creció, se enamoró de la princesa Beatriz Si Me Importa del reino de Merynburgo.
Beatriz era una joven muy hermosa con larga cabellera dorada, y a ella todo le importaba. Le importaba el orden y la limpieza. Le importaba la cultura y la educación de su pueblo. Si quería comer papas pretendía que le vendieran papas. Beatriz tenía muchos pretendientes que deseaban enamorarla ofreciéndole costosos regalos.
El príncipe José sabía que iba a ser imposible conquistarla ofreciéndole el Reino de Lolimburgo, un reino sucio y desordenado y decidió pedirle ayuda a Beatriz para cambiar las horribles costumbres de sus súbditos.
Como Beatriz era muy inteligente decidió ayudarlo. Le propuso que dictara leyes muy estrictas y penas para los que no las cumplieran.
Horarios estrictos en las escuelas. Los niños estaban obligados a asistir. Limpios y con las tareas y los útiles ordenados. En caso contrario los padres serían severamente sancionados. La basura debía colocarse en basureros, nada de arrojar residuos a la vereda. Donde antes había basura, debían plantar árboles y flores.
Horarios estrictos para comerciantes y trabajadores, para que no durmieran cuando debían trabajar y no trabajaran cuando debían dormir.
Los comerciantes debían abrir en horarios estipulados y vender lo que se les pedía y no lo que se les daba la gana.
Al principio le costó mucho adaptar a los habitantes a las nuevas normas de urbanidad, pero pronto todos vieron las ventajas de las mismas.
Gracias a la limpieza había menos enfermedades, las calles ahora tenían flores en lugar de basura y todos disfrutaron con los cambios.
Los niños aprendieron a leer rapidamente.
Los comerciantes ganaron mucho dinero vendiendo más y mejor complaciendo a su clientela.. Todos los súbditos de Lolimburgo estaban felices.
El único que no era completamente feliz era José. Seguía enamorado de Beatriz. Ahora que tenía un hermoso reino para ofrecerle, decidió pedir su mano.
Beatriz Si me Importa, esperaba que llegara ese momento, le enamoraron los ojos azules de José y sus deseos de progreso para su pueblo. No tardó en decirle que si.
Se casaron en la Plaza de Lolimburgo, en presencia de todos los habitantes, que celebraron la boda con una fiesta que duró siete días.
José y Beatriz tuvieron seis hijos de ojos azules y vivieron muy felices. FIN

domingo, 22 de marzo de 2009

La diosa Freya y la crisis de la levadura.

La diosa Freya y la crisis de la levadura. Escritores Dinamarqueses de cuentos infantiles. Historias de Diosas.

En honor a la RAE


1

Allá arriba donde el planeta se codea con el cielo y la gente se abre paso entre auroras boleares
para ir a sus quehaceres cotidianos, las Islas Feroe se equilibran sobre las gélidas aguas del Océano
Atlántico Norte. Comadre de países tan disímiles como Islandia, Groenlandia y Escocia, este inverosímil rompecabezas de diez islas verdes y frescas cual esmeraldas suele ser el lugar de vacaciones de Freya, la diosa nórdica de la fertilidad, el amor y la alegría de vivir.

Ahora, en otro país más al sur, el Reino de Dinamarca, célebre en el mundo entero por sus formidables tormentas de hielo, sus patitos feos, sus melancólicas sirenas y sus panes y pasteles y cervezas, se produjo hace algunos años atrás una violenta discusión entre panaderos, pasteleros y cervezeros en torno a la imprescindible y milagrosa levadura.

Los panaderos afirmaban que este producto natural que da consistencia y cuerpo al pan se llamaba dura leva (del latín: duro y levantar); mientras que los pasteleros, seres más intrincados y metafísicos, insistían en las palabras leva y dura (del latín: levitar y durar). Y los cervezeros estaban siempre tan borrachos que que no estuvieron en condiciones de presentar una teoría coherente.

2


Filósofos, filólogos y lingüistas fueron consultados hasta el hastío por la prensa y la televisión. El debate se expandió por la internet a todos los reinos escandinavos con tanta intensidad y fuerza que satélites y estaciones espaciales cayeron desde el cielo estrellándose contra el planeta.

La producción de pan y bizcochos, cervezas y levadura se estancó durante muchos años. Los súbditos nórdicos salieron a las calles a apedrear sus panaderías y pastelerías y cervezerías; los estudiantes y los sindicatos hicieron monstruosas manifestaciones de protesta destrozando todo a sus pasos y los políticos y la realeza se fueron a vivir a Ibiza.

Y ya no hubo mas levadura o duraleva en los otrora apacibles reinos escandinavos.

Las noticias llegaron a las diez Islas fereoenses y a los oídos de Freya. Y la formidable y bella diosa dorada interrumpió sus merecidas vacaciones, viajó inmediatamente al pasado, AD 1491, para pedirle a Cristóbal Colón una carabela prestada. Navegó nuevamente desde El Puerto de Palos en España de regreso a las Feroe. Cargó el navío con toneladas de cubitos de levadura y emprendió su ya legendario viaje desde El Puerto de Thor a través del Atlántico Norte hasta el neblinoso Puerto de Los Comerciantes en la ciudad de Copenhague, capital del reino danés.

Sin tripulación ni escolta, Freya jamás se sintió sola ni amedrentada. Sirenas y tritones la guiaron y le cantaron, y gigantezcos moluscos cefalópodos dibranquiales y octópodos de cien metros de longitud se acercaron cuidadosamnte a la nave para acariciarla y besarla. La travesía duró cuarenta días y cuarenta noches y en la madrugada del día número cuarenta y uno, una paloma trayendo una ramita de olivo se posó en el mástil del navío. Había llegado pot fín al Puerto de Los Comerciantes.

3

La diosa estableció inmediatamente sus cuarteles generales al lado de la célebre estatua de La Sirenita. Y con su voz poderosa y su genio violento y brutal ordenó a todos los países nórdicos a callar y venir a buscar la tan codiciada levadura.

Y las multitudes llegaron. Algunos transportándose en tablas relativamente largas sobre ruedas dezlizándose con el impulso de un solo pié contra el suelo. Otros en vehículos de cuatro ruedas de tracción animal que se dedican por lo general al acarreo de seres humanos y elementos pesados. También llegaron en máquinas de dos ruedas de igual tamaño cuyos pedales transmiten el movimiento a la rueda trasera por medio de dos piñones y una cadena. O artefactos de cuatro ruedas que pueden ser guiados para marchar por una vía ordinaria sin necesidad de carriles y llevan un motor que los pone en movimiento. Y en aereonaves mas pesadas que el aire, provistas de dos alas, cuya sustetentación y avance son consecuencia de la acción de uno o varios motores. O aereonaves de tamaño reducido y gran velocidad destinadas principalmente a reconocimientos y combates aéreos. Incluso muchos llegaron en canastos sujetos a bolsas de material impermeable y de poco peso, de formas más o menos esféricas, llenas de aire caliente cuya fuerza ascensional es mayor que el peso del conjunto. Y también simplemente en botes, canoas, barcos y
hasta en gigantezcos portaviones.

Freya distribuyó ordenadamente las porciones de la substancia constituida principalmente por organismos capaces de aumentar el vólumen de la harina mezclada con agua o hacer fermentar el cuerpo de los elementos con que se mezcla. O sea, la tierna y olorosita levadura.

Panaderos, pasteleros y cervezeros se reconciliaron gracias a la dulce sonrisa de la hermosa Freya. Y los monarcas y políticos fugitivos regresaron tostaditos de sol Ibiziano y gorditos de paellas a sus palacios, mansiones y paramentos.

Y la diosa devolvió la carabela a Cristóbal, y voló de regreso a las Islas Feroe a continuar sus vacaciones.

Fin


Ilustración de Marita Álvarez
Marzo 2009
Villa Alemana, Chile

lunes, 16 de marzo de 2009

Las Palabras Mágicas.

Mariana era una niña caprichosa y engreída. Creía tener derecho a todo lo que se le antojaba. Le perteneciera o no.
También creía ser la más hermosa, la más inteligente, la mejor de todas las niñas. Por esa razón pensaba que todos deseaban estar con ella, jugar con ella y pasar el tiempo con ella. Y por esa razón debían estar sumamente agradecidos.
También podía contestar de mal modo sin pedir disculpas o burlarse de los demás sin medir las consecuencias. Como cuando uno de sus amigos se cayó y ella en lugar de ayudarlo se largó a reír.
Un hada que pasó justamente y vio lo que sucedía, decidió darle una lección. Mariana debería aprender las palabras mágicas. El hada tocó a sus amigos con su varita y ellos rapidamente se cansaron de su actitud veleidosa y pizpireta, y decidieron no salir más a la vereda. Se quedaron jugando detrás de la reja en el jardín de su casa.
Mariana salió y no los vio. Le llamó la atención que no pasaran a buscarla. Justo a ella que garantizaba la diversión y ahora tenía una nueva bicicleta color rosa tornasol.
-¡Qué tontos! Pensó. Y Salió a dar vueltas alrededor de la manzana.
Al pasar por la reja vio a todos sus amigos disfrutando bajo un árbol.
Entonces les dijo-¡Tengo una bicicleta nueva! Pero los amigos no la escucharon. Gritó más fuerte-¡Ey, Aquí estoy yo! pero los amigos parecían estar sordos.
Volvió preocupada a su casa, y le pidió a su mamá una muñeca nueva.-Quiero una muñeca Barbie vestida de playa. El Hada también tocó con su varita a sus padres.
-Pero si tienes veinte muñecas. Juega con esas. Respondió la madre.
-Ya te dije que quiero una vestida de playa.
-Pues no. Dijo la madre por primera vez, ya que nunca le había negado nada.
Mariana se pescó una rabieta, se tiró al piso pataleando y gritando. Pero su madre hizo oídos sordos hasta que se calmó.
Se encerró en su habitación a estudiar la lección para el día siguiente. La aprendió a la perfección para dejar a todos boquiabiertos.
Pero el Hada madrina, también sacudió su varita sobre la maestra y los compañeros.

Cuando llegó el momento de tomar la lección, la maestra pidió que levantaran las manos y Mariana la levantó rápidamente al grito de –¡Yo, yo, yo!
La maestra, parecía no verla ni escucharla. Todos los que levantaron la mano, dieron su lección, menos Mariana que se revolvía de rabia en su pupitre.
Volvió a su casa muy triste. Jamás le había pasado algo así. Y no sabía como hacer para revertir esta dificultad. Pensó y pensó sin encontrar la solución del problema que la afectaba.
Mientras dormía el Hada se le apareció en sus sueños y le enseñó la importancia de las palabras mágicas: ¨PERDÓN¨, ¨POR FAVOR¨ Y ¨GRACIAS¨.
Al día siguiente Mariana le pidió PERDON a su mamá por la rabieta y le dio las GRACIAS por la nueva bicicleta.
Fue a visitar a sus amigos y les pidió POR FAVOR que abrieran la reja para jugar con ellos, y sus amigos la dejaron pasar.Luego les dio las GRACIAS por invitarla. Luego le pidió PERDON a uno de sus amigos por haberse reído cuando se cayó dolorido en la vereda, Y él la perdonó.
En el colegio, pidió POR FAVOR que le permitieran dar su lección y la maestra la felicitó.
FIN

domingo, 8 de marzo de 2009

La historia de Don Casi.



Había una vez en lo alto de un pueblo muy lejano, una casa muy grande y bonita. La casa tenía enormes rejas de oro, y dentro un inmenso jardín con una variedad inimaginable de flores, las flores más hermosas y raras, las podíamos encontrar ahí.
En medio de ese esplendoroso jardín había una fuente de la cual brotaba agua cristalina.El dueño de esa casa tan grande, era un hombre al cual le gustaba mandar y gritar; este hombre se llamaba Casimiro y todas las personas que trabajaban para él le tenían mucho miedo. Las personas lo llamaban respetuosamente “Don Casi”.Don Casi, no tenía familia, ni amigos y siempre parecía estar enfadado, pues andaba con el ceño fruncido.
Un día, paseando por su jardín, pasó cerca de la fuente y encontró a una niña bebiendo agua. Al verla, Don Casi, empezó a gritar:
-“¡Oye niña! ¿Qué haces ahí bebiendo agua de mi fuente?”.
A lo que la niña respondió:
- “Disculpe usted señor, es que pasaba por aquí y no pude evitar acercarme al ver las hermosas flores desde afuera, así que como la reja estaba abierta, entré para contemplarlas, luego vi el agua saliendo de esta hermosa fuente y como tenía un poco de sed me acerqué a beber un poco…”
-“¿Sí? – respondió Don Casi- “No me importa si te gustaron mis flores o si tenías sed, niña apestosa; lo único que quiero es que te largues de aquí”.
La niña al sentirse insultada, solo le respondió :
- “Señor , tiene usted la soberbia de un caballo y la lengua de un reptil” – Luego de decirle esas palabras, salió del lugar.

Don Casi, siguió caminando refunfuñando amargamente : “Niña tonta, ya me arruinaste el paseo, será mejor que vaya a descansar”. – y así lo hizo – se dirigió a la casa y subió a su habitación, se acostó en la cama y se quedó dormido.
A la mañana siguiente, al despertar, Don Casi empezó a gritar para que le traigan el desayuno; en eso se abrió la puerta y la empleada al entrar a la habitación, tiró la bandeja con el desayuno y empezó a gritar asustada; en eso llegaron las demás personas que trabajaban para Don Casi y lo que vieron los horrorizó. En la cama había un animal con cabeza de caballo, cuerpo y lengua de serpiente ; todos trataron de golpearlo y matarlo pero el extraño animal empezó a arrastrarse y escapó.
El extraño animal se arrastró y arrastró tan rápido que no lograron alcanzarlo, hasta que cansado se detuvo cerca de las orillas de un río, al acercarse a beber agua y ver su reflejo empezó a gritar y llorar :
- “No puede ser…me he convertido en una horrible criatura…Yo Casimiro…¿Y ahora qué hago?En eso el agua del río empezó a elevarse y comenzó a hablarle:
- “Casimiro, Casimiro; ayer una niña se acercó a beber agua y tú la insultaste, ese es tu castigo por malvado”.
Casimiro respondió:
- “Sí, lo recuerdo; pero estoy arrepentido…”
El agua del río dijo:
- “Si estás arrepentido busca una flor de siete colores, ve a la plaza del pueblo, busca a la niña que insultaste y entrégale la flor; promete que aprenderás a tratar bien a la gente, si lo haces de todo corazón volverás a tener tu aspecto de antes, si tu arrepentimiento no es real, te quedarás tal y como estás ahora…¡Ah! pero tienes solo hasta el medio día de mañana”.
Casimiro se apresuró para ir en busca de la flor de siete colores, no sabía si esa flor existía o no; las horas pasaban, ya había recorrido casi todos los lugares donde había flores; pero le faltaba recorrer un lugar: “Su jardín”.
Se dirigió a su jardín cuidando de no ser visto por la gente, empezó a recorrer todo el lugar y cuando ya estaba perdiendo las esperanzas vio la flor de siete colores, la sacó cuidadosamente de la tierra cuidando de no dañar las raíces y se dirigió al pueblo.
El reloj del pueblo empezó a dar las once campanadas y Casimiro aún no llegaba a la plaza…
Las fuerzas casi empezaban a abandonarlo hasta que llegó a la plaza y todas las personas que estaban ahí empezaron a gritar y a correr muy asustadas. La niña que estaba también en la plaza corría aterrorizada, pues esa extraña criatura, la empezó a perseguir a ella. De pronto se detuvo, pues tenía a esa horrible cosa delante de ella… estaba paralizada, sin saber qué hacer, temblando, transpirando… El extraño animal (Don Casi) empezó a hablar y dijo:
- “Por favor no te asustes, soy Don Casi; me convertí en este horrible ser porque te traté mal ayer y sé que a muchos también los he tratado mal; ahora estoy arrepentido, les pido que me perdonen pues de ahora en adelante, prometo respetarlos y no ser un viejo gruñón”.
Al terminar de decir esas palabras, colocó la flor delante de la niña… cayó desmayado y lo que ocurrió asombró más aún a las personas, ese extraño animal empezó a transformarse hasta convertirse en Don Casi.Cuando despertó Don Casi empezó a mirarse para ver si realmente había recobrado su aspecto anterior y al darse cuenta de que así era, empezó a saltar y a abrazar sonriente a todas las personas.
Miró a la niña, la abrazó con una ternura insospechada en él, cuando se separó de ella; la niña tomó la flor de siete colores, le empezaron a salir unas alas en la espalda, se elevó y suspendida unos segundos en el aire, miró a Don Casi, le sonrió, besó la flor de siete colores, le guiñó un ojo y se marchó volando por los aires.
Desde ese día Don Casi ya no fue el mismo; sonreía, trataba bien a las personas, abrió las rejas de su casa para que todos pudiesen ver sus flores y beber agua de su fuente.