viernes, 24 de diciembre de 2010
¿Dónde está la navidad?
Dindón era un duendecito alegre y movedizo que vivía junto a su familia en una gran ciudad habitada sólo por duendes. Siempre estaba contento y hacía reír a los demás, no sólo con sus ocurrencias, sino porque era muy, pero muy distraído. Perdía muchas de sus cosas pues jamás recordaba dónde las había dejado. Todo lo que podía ser olvidado en algún lugar, él lo olvidaba y perdía.
Si iba a la escuela, su mamá salía corriendo tras él para alcanzarle la mochila, si iba a jugar a la pelota, se acordaba al momento de patear que la había dejado en su casa. Nuestro duendecito era famoso en su cuidad por perder las cosas, pero como todos lo sabían, cada cosa que aparecía y no tenía dueño, ya sabían a quién preguntarle.
Dindón amaba la Navidad. La esperaba con ansias y -siempre y cuando no los perdiera- le gustaba mucho leer cuentos y ver películas de Navidad. Sus padres no creían demasiado y por ende no le hablaban de lo que era realmente, por lo que el duendecito creció creyendo que la realidad era lo que le mostraban los libros y las películas. Mientras fue muy chiquito no hubo problemas, pero cuando creció las cosas se complicaron. Desde muy pequeño Dindón creció -como tantos niños escuchando historias de blancas Navidades- donde todos los paisajes se cubrían de nieve, los niños hacían muñecos con bufandas y los arbolitos más que verdes, eran blancos.
En las películas que veía ocurría también lo mismo, Papá Noel, muy abrigado, sobrevolaba con su trineo blancas montañas y sus renos tenían siempre la punta de nariz llena de nieve. En cada cuento, en cada relato y cada película Dindón se acostumbró a ver una Navidad blanca, paisajes con nieve, gente abrigada, árboles plagados de copos y renos con la punta de las narices muy frías. Con el tiempo Dindón creció y ahí empezó la gran confusión. La primera Navidad que Dindón tuvo más conciencia de las cosas, se enfrentó a lo que él creyó era un grave problema.
Esperaba la Navidad con muchas ganas como siempre y también como era costumbre leía y releía los mismos cuentos y veía las mismas películas; las que le habían quedado, pues otras las había perdido. Un día salió a la calle y se dio cuenta que, a pesar de faltar poco para el 25 de diciembre, el calor era realmente agobiante, el sol se había quedado como paradito firme arriba de él y todo brillaba bajo su luz. Nada encontró de blanco en el paisaje que veía, los verdes eran muy verdes, no había renos, sino perros callejeros cuyas narices no estaban para nada congeladas y por más que buscó y buscó no encontró ni un solo muñeco de nieve.
Comenzó a correr desesperado, creyendo que –una vez más- había perdido algo. Los otros duendes que lo vieron pasar corriendo y con carita de preocupado, le preguntaron qué le pasaba– ¿Dónde está? ¿Dónde está? Gritaba Dindón desesperado.– ¿Dónde está qué amiguito? Le preguntaba los vecinos, creyendo que –como era costumbre- había perdido algo.– ¿Dónde está? ¡No la veo, no la veo!– ¿Qué perdiste esta vez Dindón? Se escuchó al unísono– Perdí la Navidad. Se perdió, no está, la debo haber perdido yo. Sollozaba muy triste el duendecito.
Nadie entendía nada. Todos los duendes se miraban entre sí y finalmente miraban al pobre Dindón que no hacía más que llorar sin consuelo. – ¿Cómo se va a perder la Navidad amiguito? ¿Qué estás diciendo? Preguntaban unos.– Con este duendecito nunca se sabe. Decían otros. Vive perdiendo todo, a ver si termina siendo cierto y nos quedamos todos sin Navidad.
Cuando pudo calmarse un poco Dindón les explicó:
– La Navidad es blanca, tiene nieve, renos con la punta de la nariz como helados de agua, muñecos hechos en las plazas con narices de zanahoria, hace frío y los árboles no son verdes, pues están llenos de copos blancos que los cubren. ¡Todo eso se perdió! Volvió a sollozar nuestro amiguito.
Los demás duendes lo miraban creyendo que el pequeño no sabía lo que decía, pero en realidad sí sabía. Nadie le había enseñado lo que era la Navidad realmente y fue creciendo creyendo la realidad salía de un cuento o de una película. – ¡Ya decía yo que este pequeño era un peligro! Miren lo que fue a perder ahora. Intervino un duende gruñón que nada entendía de ilusiones, creencias y Navidades.– ¡Pero qué dice! Le contestó otro, ¿no ve que está confundido?– ¡Es culpable! Decían unos que tampoco creían mucho en nada.– ¡Culpable de qué! Retrucaban otros que no sólo creían, sino que sabían verdaderamente lo que era la Navidad y de qué se trataba.– Creo que acá hay una gran confusión, dijo un duende viejito y muy sabio. Dindón no hay de qué preocuparse. Agregó.– ¡Cómo que no! Lo que veo en nada se parece a cómo yo veo que es la Navidad. ¡Se perdió, se perdió y seguro yo tengo que ver con esto!– Tranquilo amiguito. Aquí no se perdió nada. Lo que ocurre es que creciste sin que nadie te explicara se qué trataba y cómo era. Navidad, es siempre Navidad, haya nieve o sol, calor o frío. No pasa por el paisaje y lo que nos cuentan relatos o películas de otros países.– No entiendo, no entiendo. Decía Dindón agarrándose su gorrito de duende temiendo perderlo.– En Navidad celebramos el nacimiento del niño Jesús, para esta época en algunos lugares hace mucho frío, en otros, como nuestra cuidad, mucho calor. Lo importante es festejar junto a los seres que amamos que Jesús ha nacido y que con él, nacen nuevas esperanzas y una vida nueva para todos.– ¿Y la nieve, y los renos con sus narices congeladas? Preguntó Dindón.– Esa es la forma con la que representan en otros lugares, pero la Navidad es una, está en el corazón de cada uno, en el amor hacia los otros, en compartir con los seres queridos ese momento tan importante. Se trata de estar en familia, con calor o frío, con lluvia o sol.
Dindón miraba al duende viejo tratando de entender lo que nunca nadie le había explicado correctamente.
– Te repito amiguito, la Navidad no depende de lo que veas a tu alrededor, cada 25 de diciembre se produce el mismo milagro, la Navidad vuelve a nacer y lo hace en el corazón de cada uno de nosotros, los que creemos en ella.– ¡Ahora sí entiendo! Entonces no se perdió, yo no hice nada, no importa que nuestro paisaje no sea el que siempre vistió la Navidad para mis ojitos.– Eso es, no busques afuera lo que está dentro tuyo, creo que sería bueno que hables con tu familia sobre esto ¿no te parece?– ¡Gracias, muchas gracias amigo! Grito el duendecito y salió corriendo muy contento a su casa.
Por primera vez y gracias a la confusión de Dindón, su padres se pusieron a pensar que jamás le habían enseñado a su hijo de qué se trataba realmente la Navidad. Fue hermoso descubrirlo juntos, en familia.
Así fue que Dindón y sus papás también, aprendieron realmente que el milagro de la Navidad no vive en un copo de nieve, ni en un paisaje blanco. Es un milagro que año a año se renueva en el corazón de cada duende o persona que cree.
De todos modos y por las dudas, cada diciembre Dindón les recordaba a su familia y todos los que lo quisieran escuchar de qué se trataba la Navidad, no fuera cosa que el verdadero espíritu navideño volviera a perderse.
Hecho el depósito de ley 11.723. Derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial. Expte. 713.594
Escuche ¿Dónde está la navidad?.
viernes, 17 de diciembre de 2010
La mano derecha y la izquierda.
Fábulas infantiles de Miguel Agustín Príncipe. Fábulas con imágenes. Fábulas cortas. Niños.
Aunque la gente se aturda,
Diré, sin citar la fecha,
Lo que la Mano Derecha
Le dijo un día a la Zurda.
Y por si alguno creyó
Que no hay Derecha con labia,
Diré también lo que sabia
La Zurda le contestó.
Es, pues, el caso que un día,
Viéndose la Mano Diestra
En todo lista y maestra,
A la Izquierda reprendía.
-Veo, exclamó con ahínco,
Que nunca vales dos bledos,
Pues teniendo cinco dedos,
Siempre eres torpe en los cinco.
Nunca puedo conseguir
Verte coser ni bordar:
¡Tú una aguja manejar!
Lo mismito que escribir.
Eres lerda, y no me gruñas,
Pues no puedes, aunque quieras,
Ni aun manejar las tijeras
Para cortarme las uñas.
Yo en tanto las corto a ti,
Y tú en ello te complaces,
Pues todo lo que no haces
Carga siempre sobre mí.
¿Dirásme, por Belcebú,
En qué demonios consista
El que, siendo yo tan lista,
Seas torpe siempre tú?
-Mi aptitud, dijo la Izquierda,
Siempre a la tuya ha igualado;
Pero a ti te han educado,
Y a mí me han criado lerda.
¿De qué me sirve tener
Aptitud para mi oficio,
Si no tengo el ejercicio
Que la hace desenvolver?
La Izquierda tuvo razón,
Porque, lectores, no es cuento:
¿De qué os servirá el talento,
Si os falta la educación?
lunes, 6 de diciembre de 2010
UN LIBRO ESCRITO CON EL ESFUERZO DE TODOS.
Al amanecer, caminito adelante, por la calle, Paco correteaba alegremente.
Jugaba con cualquier cosa que llegaba a sus pies. De pronto se detuvo y miró como su vecino, el librero, hacia limpieza en su librería. Rápidamente comenzó a curiosear a su alrededor, deteniéndose en un cajón lleno de libros, y preguntó a su vecino, que se encontraba muy atareado:
– ¡Señor Alfonso!. ¿Puedo echarle un vistazo a este cajón?.
– ¡Si, claro!. Además si, quieres, me puedes ayudar a limpiarles el polvo y cuando termines, eliges uno y te lo llevas a casa -contestó el librero.
– ¡ Pues si, es una buena idea!. Replicó Paco.
Apresuradamente cogió una bayeta, que le ofreció el librero y comenzó a limpiar todos los libros. Pero al cabo de un rato, Paco se sintió cansado y olvidó de limpiar uno de ellos, que se encontraba en lo más profundo del cajón.
De pronto escuchó una voz:
– ¡Eh¡, ¿A mi no me limpias?
– ¿Quién me habla?
– !Soy yo!.
El niño miró a su alrededor, buscando ansiosamente de donde procedía la voz, pero no vio a nadie.
– ¡Quien quiera que sea, que salga!.Vociferó Paco con voz temblorosa.
– ¡ No puedo salir si no me ayudas !
– Pero,¿dónde estás?
– ¡Mira, estoy en el fondo del cajón!.
El niño buscó curiosamente dentro del cajón y encontró un libro polvoriento, y sorprendido preguntó:
– ¿Acaso… eres tú el que me hablas?
– -Si, soy yo. Sorprendido ¿no?
– Claro, si yo dijese a alguien que' un libro me habla crees, ¿tu que se lo creerían?
– -Pero, yo no soy un libro corno los demás.
– !Ah! ¿nooo?. Entonces… ¿quién eres?, porque yo solo veo un libro.
– Si, soy un libro, pero escrito con el esfuerzo de muchas personas.
– Bueno,; pero al fin y al cabo, eres solo un libro, con una bandera y un escudo muy bonito en la portada. Pero todavía no sé, ¿por qué siendo un libro me puedes hablar?.
– Yo siempre hablo al que me quiere escuchar.
– Pero, dime de una vez, ¿quién eres?.
– Soy la "CONSTITUCIÓN”.
– La ¿Constitución?, ¿Y eso qué es?.
– ¡ Anda siéntate! que te voy a contar mi historia. Hace algunos años, unas personas se reunieron…
– ¿Y quiénes eran esas personas? - Interrumpió Paco.
– Esas personas, eran como los capitanes de equipo de tu clase.
– ¡Ah! sí. Venga, sigue contándola. -dijo Paco.
– ...Y estuvieron muchos días hablando, sobre lo que era mejor para todos. Cuando decían algo que era bueno, y a todos les gustaban, votaban.
– ¿Votaban?. ¿Cómo votaban, como las pelotas dando saltos? - dijo el niño riéndose.
– ¡No, así no!. Votar quiere decir, que puedes elegir si algo te gusta o no. Igual que cuando tu profesor pregunta: ¿a quién le gusta jugar al fútbol?. Y levantáis la mano, pues es lo mismo. Y después de llegar a un acuerdo lo escribían. Así lo
fueron haciendo un día y otro. Cuando por fin, terminaron el 6 de diciembre de 1978, lo pasaron a los libros creándome así. - señalándose el libro.
– Y cuando terminaron, ¿qué pasó? -pregunto el niño.
– Pues lo mismo, que en tu clase tenéis que cumplir unas normas, para que podáis estar mejor en ellas…
– Si, la de respetar el turno de hablar, no dar voces, respetar a los compañeros...
– Todas las personas, para poder vivir mejor, deben cumplir las normas que tengo escritas entre mis páginas - continuó hablando el libro.
Paco, a medida que el lizo seguía explicando su historia, se sentía más atraído por lo que decía, y no cesaba de preguntar:
– Además de que las personas cumplan las normas, ¿tu puedes ayudarlas, cuando tengan problemas?.
– ¡Claro también. Solo tienen que buscar entre mis páginas lo que necesiten.
– ¿Nada más?.
– ¡Bueno, así de fácil, tampoco es!. Al igual que tu ,cuando tienes un problema y buscas a alguien para que te ayude, también existen personas que su trabajo consiste en ayudar a las personas que lo necesitan.
El niño, por un momento se quedó pensativo, y luego respondió:
– ¡Sabes lo que te digo Constitución, que te elijo para llevarte a mi casa!.
– ¡ Me parece estupendo!. Verás cuando me conozcas mejor como seremos grandes amigos - respondió el libro.
Paco se despidió del librero, que seguía muy atareado en la limpieza de su librería, y dirigiéndose al libro le dijo:
– ¡Vámonos!, le diré a mi papá que hable contigo, como yo he hablado, porque como hoy es fiesta, no trabaja. ¡Claro si es 6 de diciembre!.
Autores: Rafi y Rafa
Imagen: focaclipart
Adaptación: actiludis.com
martes, 30 de noviembre de 2010
EL SUEÑO DEL SULTÁN.
"¡Qué desgracia, Mi Señor! Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra Majestad", dijo el sabio.
"¡Qué insolencia! , gritó el Sultán enfurecido. ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!. Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.
Más tarde ordenó que le trajesen a otro sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo: "¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes".
Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.
Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado: "¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer sabio. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.
El segundo sabio respondió: "Amigo mío, todo depende de la forma en que se dice. Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.
De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura ciertamente será aceptada con agrado."
martes, 23 de noviembre de 2010
LA VASIJA CON RAJADURAS
Cuenta la leyenda india que un hombre transportaba agua todos los días a su aldea usando dos grandes vasijas, sujetas en las extremidades de un pedazo de madera que colocaba atravesado sobre sus espaldas.
Una de las vasijas era más vieja que la otra, y tenía pequeñas rajaduras; cada vez que el hombre recorría el camino hasta su casa, la mitad del agua se perdía.
Durante dos años el hombre hizo el mismo trayecto. La vasija más joven estaba siempre muy orgullosa de su desempeño, y tenía la seguridad de que estaba a la altura de la misión para la cual había sido creada, mientras que la otra se moría de vergüenza por cumplir apenas la mitad de su tarea, aun sabiendo que aquellas rajaduras eran el fruto de mucho tiempo de trabajo.
Estaba tan avergonzada que un día, mientras el hombre se preparaba para sacar agua del pozo, decidió hablar con él:
-Quiero pedirte disculpas ya que, debido a mi largo uso, sólo consigues entregar la mitad de mi carga, y saciar la mitad de la sed que espera en tu casa.
El hombre sonrió y le dijo:
-Cuando regresemos, por favor observa cuidadosamente el camino.
Así lo hizo. Y la vasija notó que, por el lado donde ella iba, crecían muchas flores y plantas.
-¿Ves como la naturaleza es más bella en el lado que tú recorres? –comentó el hombre-. Siempre supe que tú tenías rajaduras, y resolví aprovechar este hecho. Sembré hortalizas, flores y legumbres, y tú las has regado siempre. Ya recogí muchas rosas para adornar mi casa, alimenté a mis hijos con lechuga, col y cebollas. Si tú no fueras como eres, ¿cómo podría haberlo hecho?
"Todos nosotros, en algún momento, envejecemos y pasamos a tener otras cualidades. Es siempre posible aprovechar cada una de estas nuevas cualidades para obtener un buen resultado".
(Autor: Paulo Coelho. Publicado en "El Semanal", nº 729.)
martes, 16 de noviembre de 2010
EL LEÓN Y EL RATÓN.
FÁBULA DEL LEÓN Y EL RATÓN
Un día un gran león dormía al sol. Un pequeño ratón tropezó con su zarpa y lo despertó. El gran león iba a engullirlo cuando el pequeño ratón gritó:
- Oh, por favor, déjame ir. Algún día puedo ayudarte.
El león rió ante la idea de que el pequeño ratón pudiera ayudarle, pero tenía buen corazón y lo dejó en libertad.
Poco después el león quedó atrapado en una red. Tiró y rasgó con todas sus fuerzas pero las cuerdas eran demasiado fuertes. Dio un potente rugido. El ratón le oyó y corrió hacia ese lugar.
- Tranquilo, querido león, yo te pondré en libertad. Roeré las cuerdas. Con sus afilados dientes, el ratón cortó las cuerdas y el león se salvó de la red.
- Una vez te reíste de mí -dijo el ratón-. Creías que yo era demasiado pequeño para ayudarte. Pero, como ves, debes la vida a un pequeño y humilde ratón.
Esopo.
martes, 9 de noviembre de 2010
EL HILO ROJO DEL DESTINO.
El Hilo Rojo es una leyenda milenaria de origen oriental que el poeta Gabriel Celaya convirtió en imagen literaria y David Ojeda en obra de teatro. Relata cómo existen, en cada uno de nosotros, unos lazos afectivos que nos hacen encontrarnos a lo largo de nuestras vidas con aquellos que comparten el mismo destino de nuestras hebras. Es un hilo atemporal que compartimos con todos aquellos con los que estamos destinados a encontrarnos, independientemente del momento del encuentro, y con los que se permanece unido para siempre.
La historia más antigua cuenta que es un anciano, el “Abuelo de la luna”, el que ata en la muñeca de cada uno, nada más nacer, un hilo rojo con multitud de terminaciones. Y cada noche, desde la luna que es su hogar, sale, vigilante, buscando a aquellas personas que están destinadas a permanecer juntas, y, cuando las encuentra, une sus muñecas con el hilo rojo.
El hilo rojo es simbolo de amor , pero a su vez esto tiene una contraparte sádica y pesimista ya que algunas mujeres se amputaban el dedo meñique para demostrarles su amor a sus maridos y se consideraba un símbolo de completa lealtad.
or eso en japonés los kanjis de "promesa de meñique" significan "dedo cortado". Los japoneses suelen cerrar promesas haciendo una “promesa de meñique”, a la que corresponde esta canción infantil:
♪ Promesa de meñique, si miento me tragaré mil agujas... ♪
*Audio de la canción*
La leyenda del hilo rojo dice que hubo una vez un gran emperador que murio joven,. A su muerte su hijo se hizo cargo de todo el imperio, el nuevo emperador era joven inexperto impetuoso y tenia prisa por aprender todo y encontrar su hilo rojo. Asi fue como uno de sus lacayos le hablo de una bruja que poseia toda la sabiduria del universo y sabia distinguir y ver el hilo rojo de todos los seres humanos, asi fue como el emperador mando buscar a la bruja y le ordeno que buscara para el el otro extremo del hilo rojo. La bruja tardo tiempo en localizar el final del hilo, pero al fin le dio una respuesta al emperador. Le llevo al otro lado del rio hasta una aldea destartalada en medio de la nada donde una mujer pobre vendia pan en un mercado con su bebe en brazos y la bruja le dijo al emperador :- Aqui termina tu hilo rojo emperador. El emperador creyendo que la bruja ser reia de el, enfurecio, empujo a la mujer y al bebe que cayeron por el suelo rodando y el bebe se hizo un gran herida en la frente , cosa que no le importo al emperador quien en pleno ataque de ira tambien mando prender a la bruja y ordeno que la decapitaran ahi mismo. El emperador marcho de la aldea regresando a su castillo dando por zanjada de funesta burla que segun el le habia gastado la bruja y se olvido del tema hasta pasados unos años....
Llego el momento en que el emperador debia desposarse y siguiendo los consejos de los integrantes de su corte debia casarse con la hija de un general muy poderoso del otro lado del rio, al emperador le parecio buena la idea ya que sabia muchas cosas sobre este general, sabia que era distinguido, honorable , muy respetado y ademas segun decian su hija era una de las jovenes bellezas emergentes asiaticas, por lo que no lo penso dos veces y mando realizar todo tipo de preparativos para la boda. Llegado el dia dentro del templo y enfrente del altar los dos contrayentes , el emperador levanto el velo de la novia a la que veria por primera vez, y su sorpresa fue inmensa cuando se dio cuenta de que esa bella mujer poseis una cicatriz muy peculiar en la frente y que le trajo a la memoria la pobre aldea y el vaticinio de la vieja bruja a la que habia mandado decapitar.
Otra leyenda sobre el hilo rojo cuenta que el anciano que vive en la luna, sale cada noche y busca entre las almas aquellas que estan predestinadas a unirse en la tierra, y cuando las encuentra las ata con un hilo rojo para que no se pierdan.
otra interpretacion cuenta que el abuelo de la Luna ata un hilo rojo en la muñeca de cada niño que nace; ese hilo está atado a muchos hilos, que a su vez sujetan las muñecas de todas las personas con las que ese niños está destinado a encontrarse durante toda su vida.
Otra leyenda A veces, la gente antigua imaginaba que un anciano estaba debajo de un árbol en la luna: es el dios del matrimonio. Este anciano tiene un hilo rojo y una lista de nombres de todos los jóvenes solteros. Cuando cree que un chico y una chica pueden casarse, ata ese hilo rojo en los pies de los dos jóvenes (pero la gente normal no puede ver este hilo), y luego los dos pueden conocerse y casarse. Pero de vez en cuando, el anciano de la luna se equivoca, y cuando se da cuenta del error, corta el hilo y luego los novios se separan.
martes, 2 de noviembre de 2010
LOS PALILLOS.
Cierto día, un sabio visitó el infierno. Allí, vio a mucha gente sentada en torno a una mesa ricamente servida. Estaba llena de alimentos, a cual más apetitoso y exquisito. Sin embargo, todos los comensales tenían cara de hambrientos y el gesto demacrado: Tenían que comer con palillos; pero no podían, porque eran unos palillos tan largos como un remo. Por eso, por más que estiraban su brazo, nunca conseguían llevarse nada a la boca.
Impresionado, el sabio salió del infierno y subió al cielo. Con gran asombro, vio que también allí había una mesa llena de comensales y con iguales manjares. En este caso, sin embargo, nadie tenía la cara desencajada; todos los presentes lucían un semblante alegre; respiraban salud y bienestar por los cuatro costados. Y es que, allí, en el cielo, cada cual se preocupaba de alimentar con los largos palillos al que tenía enfrente.
domingo, 24 de octubre de 2010
El pequeño Etsa.
Cuentan los abuelos del pueblo shuar* que Iwia es un demonio terrible ¡un diablo! Tiene la costumbre de atrapar a los shuar y meterlos en su enorme bolsa . Una mañana y con engaños robó a Etsa, un shuar bebé. y, le hizo creer que él era su papá. Esto fue hasta que sucedió la historia que te voy a contar…
Cuando Etsa creció, todos los días salía a cazar para que el demonio Iwia ,que él creía su papá, comiera.
- Etsa,¡ hoy quiero tres pájaros de postre! – le ordenaba.
El muchacho regresaba con una bolsa llena de pájaros y aves .
Una mañana, cuando apenas empezaba su cacería, se asombró de que la selva estuviera en silencio. ¡No se oían ni trinos, ni gorjeos, ni arrullos, ni graznidos por ninguna parte!. Mientras Etsa se preguntaba qué estaba pasando se le acercó una paloma,
-Etsa : yo soy Yápankam .Mirá qie silenciosa y triste se ve nuestro hogar. Estoy sola .Has apresado a todos los pájaros y aves de este bosque y, casi llorando, le preguntó-¿me vas a matar a mí también?-
- No, creo que no, un ave solamente de qué le serviría a mi padre – y agregó - ¡ Este silencio es horrible!Ay, palomita…mi corazón sufre…¿cómo puedo ser tan distinto a mi padre?¡no quiero obedecerlo más!
Y se dejó caer , sollozando ,sobre un colchón de hojas .
Entonces Yápankam se acercó y poniéndole un ala en el hombro lo acarició .
-No le hagas más caso si lo que te pide daña a tu corazón. Además…no sigas en ese error: él no es tu papá. Hace tiempo te alejó de tus verdaderos padres. Etsa ¡tú eres ¡un shuar!…
Etsa miró con los ojos muy abiertos a la paloma pero…ella le estaba confiando algo que ya sentía en su interior.
-¿Soy un shuar?¿Yo soy de ese linda gente que vivía antes por acá?
-Sí, Etsa, eres un shuar…-y agregó- no puedes hacer nada para volver ya con tus padres, pero aún puedes ¡devolverle la vida a los pájaros!…
-¿ Cómo?¡-Etsa bajó la cabeza- Por favor ¿puedo?¡Si es lo que más deseo!- dijo el muchacho.
- Andá a tu casa y recogé las plumas que hayan quedado por todos los rincones y metélas en tu cerbatana*.Todas las que puedas. Cuando hayas terminado , corré a la selva y soplála con fuerza. Hacé lo que te digo, Etsa, El Espíritu de la Naturaleza cumplirá tu deseo
Etsa, corrió a su choza y anduvo durante dos días- sin que el diablo lo viera- juntado las plumas.
Y a la mañana del segundo día se fue hacia lo más tupido de los árboles y sopló.
¡Qué hermoso milagro! De su canuto empezaron a salir no plumas sino cientos de pájaros de todos los colores .Eran tantos, tantos que al poco rato cubrieron el cielo…después cada uno a su tiempo, fueron planeando hacia los árboles para re construir sus nidos.
A Etsa el corazón le saltaba en el pecho de la alegría..Y ¿querés saber cómo termina esta historia?
Jamás volvió con Iwia ni quiso enterarse más de la vida del diablo.
Se quedó en la selva, retozando y cuidando a los que ahora eran sus amigos Y ¡claro! también se quedó junto a Yápankam, la paloma, su amiga sabia, que lo había ayudado a cambiar su feo destino.
*Los Shuar son el pueblo amazónico más numeroso (aproximadamente de 80.000 individuos). Los Shuar habitan entre las selvas del Perú y Ecuador.
* Una cerbatana es un canuto en el que se introducen dardos, pequeñas flechas u otros elementos que se disparan soplando con fuerza desde uno de las puntas.
Actividades sugeridas:
-Conversemos:
¿Quién era Iwia?
¿Qué hizo un día?
¿Cómo se llamaba el niño shuar robado?
¿Qué le encargaba Iwia todos los días?
¿Qué descubrió una mañana?
¿Quién se acercó hasta él?
¿Qué preguntó la paloma?
¿Qué contestó Etsa?
¿Qué secreto le contó la paloma?
¿Qué solución mágica le dio al muchacho?.
¿De qué se ocupó el niño shuar desde aquel momento?
lunes, 18 de octubre de 2010
FÁBULA DE LA SERPIENTE Y LA LUCIÉRNAGA.
Cuenta una fábula que en cierta ocasión una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía muy rápido y llena de miedo de la feroz depredadora, pero la serpiente no pensaba desistir en su intento de alcanzarla.
La luciérnaga pudo huir durante el primer día, pero la serpiente no desistía, dos días y nada, al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga detuvo su agitado vuelo y le dijo a la serpiente: ¿Puedo hacerte tres preguntas?
No acostumbro conceder deseos a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar, respondió la serpiente.
Entonces dime:
¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
¡No!, contestó la serpiente.
¿Yo te hice algún mal?
¡No!, volvió a responder su cazadora.
Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?
¡Porque no soporto verte brillar!, fue la última respuesta de la serpiente.
Muchos de nosotros nos hemos visto envueltos en situaciones donde nos preguntamos:
¿Por qué me pasa esto si yo no he hecho nada malo?
Sencillo... porque hay algunos(as) que no soportan verte brillar.
La envidia es uno de los peores sentimientos que podemos tener.
El hecho de que envidien tus logros, tu éxito, etc., ¡que envidien verte brillar! te va a afectar en más de una ocasión, pero cuando esto pase, ¡no dejes de brillar!
Continúa siendo tú mismo(a), sigue dando lo mejor de ti, sigue haciendo lo mejor, no permitas que te lastimen, no permitas que te hieran...
¡Sigue brillando y no podrán tocarte!, porque tu luz seguirá intacta, porque siempre habrá quien te apoye, porque tu huella permanecerá, porque el recuerdo de lo que fuiste e hiciste quedará, ¡pase lo que pase!
domingo, 10 de octubre de 2010
LAS RANITAS EN LA CREMA
Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de crema.
Inmediatamente sintieron que se hundían; era imposible nadar o flotar mucho tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos patalearon en la crema para llegar al borde del recipiente pero era inútil, sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sintieron que cada vez era más difícil salir a la superficie a respirar.
Una de ellas dijo en voz alta:
— "No puedo más. Es imposible salir de aquí, esta materia no es para nadar. Ya que voy a morir, no veo para qué prolongar este dolor. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril."
Y dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.
La otra rana, más persistente o quizás más tozuda, se dijo:
— "¡No hay caso! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo ya que la muerte me llega, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quisiera morir un segundo antes de que llegue mi hora."
Y siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar un centímetro. ¡Horas y horas!.
Y de pronto... de tanto patalear y agitar, agitar y patalear, la crema, se transformó en manteca.
La rana sorprendida dio un salto y patinando llegó hasta el borde del pote.
Desde allí, sólo le quedaba ir croando alegremente de regreso a casa.
Jorge Bucay
sábado, 2 de octubre de 2010
DE TÍ DEPENDE...
Unos obreros estaban picando piedras frente a un enorme edificio en construcción.
Se acercó un visitante a uno de los obreros y le preguntó:
-¿Qué están haciendo ustedes aquí?
El obrero lo miró con dureza y le respondió:
-¿Acaso usted está ciego para no ver lo que hacemos? Aquí, picando piedras como esclavos por un sueldo miserable y sin el menor reconocimiento. Vea usted ese mismo cartel. Allá ponen los nombres de Ingenieros, Arquitectos, pero no ponen los nuestros que somos los que trabajamos duro y dejamos en la obra el pellejo.
El visitante se acercó entonces a otro obrero y le preguntó lo mismo.
-Aquí, como usted bien puede ver, picando piedras para levantar este enorme edificio. El trabajo es duro y está mal pagado, pero los tiempos son difíciles, no hay mucho trabajo y algo hay que hacer para llevar la comida a los hijos.
Se acercó el visitante a un tercer obrero y una vez más le preguntó lo que estaba haciendo. El hombre le contestó con gran entusiasmo:
-Estamos levantando un Hospital, el más hermoso del mundo. Las generaciones futuras lo admirarán impresionados y escucharán el entrar y salir constante de las ambulancias, anunciando el auxilio de Dios para los hombres. Yo no lo veré terminado, pero quiero ser parte de esta extraordinaria aventura.
El mismo trabajo, el mismo sueldo, la misma falta de reconocimiento; una misma realidad. Tres maneras distintas de vivirla: como esclavitud; como resignación; como pasión, aventura y desafío.
Piensa que el mundo es un infierno y lo será. Piensa que este mundo es parte del Paraíso y lo será.
Vivir con ilusión, convertir el trabajo en una fiesta, sentirnos parte de las buenas obras…
¡De ti depende!
sábado, 25 de septiembre de 2010
EL AMOR Y LA LOCURA
Cuentan que una vez se reunieron, en un lugar de la tierra, todos los sentimientos y las cualidades de los hombres. Cuando el aburrimiento había bostezado por tercera vez, la locura – como siempre tan loca - les propuso: “¡Vamos a jugar a las escondidas!”.
La intriga levantó la ceja, intrigada, y la curiosidad, sin poder contenerse, preguntó “¿A las escondidas? ¿Y cómo es eso?”. “Es un juego”, explicó la locura, “en que yo me tapo los ojos y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden. Cuando haya terminado de contar, el primero de ustedes al que encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego”.
El entusiasmo bailó, secundado por la euforia; la alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la duda, e incluso a la apatía, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar. La verdad prefirió no esconderse. ¿Para qué?, si al final siempre la hallaban. Y la soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo, lo que la molestaba era que la idea no hubiese salido de ella).
Y la cobardía prefirió no arriesgarse.
“Uno, dos, tres...”, comenzó a contar la locura. La primera en esconderse fue la pereza, que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La fe subió al cielo, y la envidia se escondió tras la sombra del triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir hasta la copa del árbol más alto.
La generosidad casi no alcanzaba a esconderse. Cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos. ¿Que si un lago cristalino? Ideal para la belleza. ¿Que si la hendidura de un árbol? Perfecta para la timidez. ¿Que si el vuelo de la mariposa? Lo mejor para la voluptuosidad. ¿Que si la ráfaga del viento? Magnífica para la libertad. Así terminó ocultándose tras un rayito de sol. El egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio. Ventilado, cómodo... pero sólo para él.
La mentira se escondió en el fondo de los océanos (¡mentira! en realidad se ocultó detrás del arcoiris); y la pasión y el deseo, en el centro de los volcanes. El olvido... se me olvidó dónde se escondió... pero eso no es lo más importante.
Cuando la locura contaba 999,999, el amor aún no había encontrado un sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado... hasta que divisó un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus flores.
“¡Un millón!” – gritó la locura, y comenzó a buscar. Primero encontró a la pereza, a sólo tres pasos de una piedra. Después escuchó a la fe, discutiendo con Dios en el cielo sobre zoología; a la pasión y el deseo los sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido, encontró a la envidia y, claro, pudo deducir dónde estaba el triunfo... Al egoísmo no tuvo ni que buscarlo: él solito salió disparado de su escondite ¡que había resultado ser un nido de avispas!. De tanto caminar, sintió a la sed y, ya cerca del lago, descubrió a la belleza. Y con la duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca, sin decidir todavía en qué lado esconderse.
Así fue encontrando a todos. Al talento, entre la hierba fresca; a la angustia, en una oscura cueva; a la mentira, detrás del arcoiris... (¡mentira!, si ella estaba en el fondo del océano). Y hasta al olvido... que ya se había olvidado que estaba jugando a las escondidas, pero sólo el amor no aparecía por ningún sitio.
La locura buscó detrás de cada árbol, en cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas y, cuando estaba por darse por vencida, divisó un rosal. Tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando, de pronto, un doloroso grito se escuchó.
Las espinas habían herido los ojos del amor. La locura no sabía qué hacer para disculparse: lloró, rogó, imploró, pidió perdón, y hasta prometió ser su lazarillo.
Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a las escondidas en la tierra...
...El amor es ciego y la locura siempre lo acompaña...
viernes, 17 de septiembre de 2010
Pixi el duendecito.
Poesía infantil. Poesía juvenil. Poemas infantiles.
Pixi el duendecito
come caramelos
hechos con el dulce
néctar de las flores.
que un gentil gusano
tejió con la seda
tibia del verano.
Como todo duende
hace travesuras :
esconde botones
monedas y anillos…
sombrero de lana,
calzas amarillas
chaleco de pana.
Con verdes hojitas
y pétalos suaves,
confecciona el duende
toda su ropita.
a pasear canciones
que guarda en un libro
con letras lunares.
Si no come torta,
Pixi no se duerme;
torta de frutilla
con crema de nieve.
Pixi no se duerme;
leche de cabritas
libres y felices.
Camina de noche
bajo las estrellas,
con su carretilla
repleta de flores.
elfo silencioso,
que brillas y corres
por entre los árboles…
Yo quiero alcanzarte,
tocar tu sombrero,
tomarte en mis brazos,
cantarte un coplero.
en tu carretilla,
para que charlemos
de cosas sencillas.
Y a vos te sugiero :
si quieres hallarlo,
búscalo en la tierna
gramilla nocturna,
o bajo un impacto
directo de luna.
Autora: Dora Ponce
viernes, 10 de septiembre de 2010
El puma Yagüá.
Leyendas guaraníes. Leyendas cortas. Cuentos.
Cuenta un relato guaraní, que un cachorro de puma que había quedado huérfano porque unos cazadores aborígenes asesinaron a sus padres; fue criado a escondidas por Luna, la hija del jefe de la tribu Chichiguay. Con el tiempo, este cachorro creció y se convirtió en un majestuoso animal. Ya no era posible ocultarlo y pasó a formar parte de toda la comunidad.
La relación entre el puma y la princesa se fue convirtiendo en algo tan estrecho que, donde iba ella, él la acompañaba y cuidaba de los posibles peligros. Compartían los juegos y descansos. El puma, como excelente cazador, proveía la mayor parte de los alimentos que se consumían en la aldea Chichiguay.
Cuando una tribu vecina y enemiga ancestral, los Queraguay, resolvió atacarlos por sorpresa durante la noche, Luna, al igual que los demás, estaba entregada al descanso pero fue despertada por el felino que emitía enormes y aterradores rugidos.
Para cuando los guerreros Chichiguay tomaron sus armas y se prestaron a dar batalla contra los invasores, el puma, ya había atacado y puesto en fuga a la mayor parte de ellos. El resto, con el temor del ataque producido por ese gran gato, fue tomado prisionero o muerto por los defensores.
Pasado el tiempo, “Yagüá”, como se lo había bautizado, ocupó un lugar preponderante en la aldea. Los niños jugaban con él. Las mujeres podían ir tranquilas al interior de la selva a recoger los frutos que eran parte de su dieta, porque eran custodiados siempre por Yagüá. Ni la poderosa anaconda se animaba a molestar a algún integrante de la comunidad Chichiguay.
Los Queraguay, que habían escapado en esa última batalla, unieron sus fuerzas con sus otros ancestrales enemigos: Los Quitiguay. Estos últimos, aunque siempre fueron neutrales entre las contiendas Chichiguay-Queraguay, formaron parte de esa alianza y atacaron en conjunto a los Chichiguay.
Sabían de antemano que, el arma más poderosa que disponían los Chichiguay era a Yagüá. La estrategia que debían utilizar era fundamentalmente, matar al puma.
Nuevamente, con la traicionera cobertura de las sombras nocturnas, los guerreros Queraguay y sus aliados Quitiguay, atacaron la aldea Chichiguay. Yagüá, como siempre, estaba en una sigilosa vigilancia de la aldea. Los atacantes se dirigieron en dos grupos fuertemente armados. Unos a la choza de la princesa Luna a la que tomaron y quisieron llevarla prisionera, y los otros, formaron una barrera de lanzas y flechas entre Yagüá y la princesita.
El puma atacó valientemente a los secuestradores de su amiga. Destrozó con sus grandes y afiladas garras los cuerpos de sus enemigos. Trituró con sus enormes colmillos muchos cuellos y cabezas.
Pero en el fragor de la lucha, fue lanceado muchas veces por los atacantes. Las flechas colgaban a montones de su esbelto y fornido cuerpo. Los dardos, embebidos en “curaré”, que le fueron arrojados, comenzaban a hacer su efecto. En un final esfuerzo, Yagüá, destrozó al último de los enemigos. La princesa Luna había sido salvada.
Herido y moribundo, se despidió de Luna y de los demás integrantes de la tribu Chichiguay con un enorme rugido. En él, expresaba a todos los integrantes de la selva, tanto humanos como animales que, debían respetar para siempre a la comunidad Chichiguay.
Se dirigió al río acompañado por Luna, se despidió en la orilla de ella y penetró en las aguas.
Dice la leyenda que en honor a tan valeroso Puma, esas transparentes aguas, se convirtieron del color de su majestuosa piel. Hoy el río es “del color del León” conocido como el Río de la Plata. Mirándolo, siempre recordaremos a Yagüá… “el inmortal”.
viernes, 3 de septiembre de 2010
domingo, 22 de agosto de 2010
TRES TIGRES
lunes, 16 de agosto de 2010
La cierva dorada.
Mitos. Leyendas celtas. Leyendas cortas. Cuentos.
Durante una cacería por los bosques, el famoso Finn Mc Cumhaill, vió cruzar repentinamente la senda que seguían, a una hermosa cierva dorada, lo cual hizo que los perros se lanzaran en su persecución. Luego de varias horas de seguirla, llegaron a un fresco valle, donde la cierva, sin duda muy cansada por la carrera, se detuvo y cayó al suelo.
Inmediatamente, los perros se lanzaron hacia ella, pero para el asombro de Finn, en lugar de atacarla, comenzaron a jugar a su alrededor, lamiendo su cara y su cuello. Finn dió órdenes de que nadie la dañara, y todos comenzaron el regreso hacia el castillo, con la cierva y los perros siguiéndolos, jugando armónicamente mientras lo hacían.
Durante la noche, Finn despertó sobresaltado, y vio parada al lado de su cama a la mujer más bella que jamás se hubiera visto. “Yo soy Sadv, querido Finn, -dijo la dama- y soy la cierva que seguiste hoy. Como no quise brindarle mi amor al druida del Pueblo de las Hadas, me hechizó condenándome a llevar esa forma, de esto hace ya tres años. Pero uno de sus esclavos, un buen amigo, me dijo que si lograba entrar en la fortaleza de Allen, recuperaría mi forma original.”
Y así Sadv se quedó a vivir en el castillo, como esposa de Finn, cuyo amor era tan profundo que ya no sentía deseos de ir a la guerra o de cacería. Pero una mañana le llegó la noticia de que se avecinaba un ataque por mar; los Hombres del Norte se encontraban en la bahía de Dublín y venían hacia su dominio.
Sólo siete días permaneció Finn fuera de su casa. Al regresar, no vió a Sadv esperándolo, entonces preguntó a sus sirvientes por ella. Uno de ellos, el más fiel y servicial, con mucha pena le dijo: “El día antes del de ayer, nos pareció veros llegar, y todos nos apresuramos hacia el portal, pero en cuanto la Reina Sadv lo cruzó, un fantasma apareció la cubrió con niebla y en su lugar sólo quedó una cierva dorada. Los perros la acosaron y no le permitieron volver al portal, obligándola a huir hacia el bosque. No la volvimos a ver más.”
Finn se estrujó las manos, y se retiró con muchísimo pesar a sus habitaciones. Jamás fué el mismo, y durante siete años la buscó por toda Irlanda. Finalmente, siguiendo un rastro de jabalíes en losmontes de Ben Gulbann, oyó que los perros ladraban furiosamente. Se llegó hasta allí, y descubrió un niño desnudo, de largos cabellos rubios. Finn y sus hombres alejaron a los perros, y condujeron al niño al castillo.
Cuando pudo hablar, contó que nunca había conocido a sus padres, sino sólo a una bella cierva dorada, con quien había vivido en un valle profundo y hermoso. Esto había sido así hasta que una tarde descendió una niebla espesa y cubrió a la cierva, haciéndola desaparecer de su lado.
Inmediatamente comprendió Finn que la cierva no era otra que su amada Sadv, y este niño, su hijo. Lo nombró Oisín (pequeño ciervo), quien más tarde se transformó en un famoso guerrero, y casó con Niam, la del pelo dorado.
Mitos y Leyendas Celtas” Roberto Rosaspini Reynolds
Extracto y adaptación Fabiana Kofman
lunes, 9 de agosto de 2010
PAPEL ARRUGADO.
Mi carácter impulsivo, me hacia reventar en cólera a la menor provocación, la mayoría de las veces después de uno de éstos incidentes, me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quien había dañado.
Un día cierta persona, me vio dando excusas después de una explosión de ira, me llevó a un lugar tránquilo y me dio una hoja de papel y me dijo:
- ¡Estrújalo!
Asombrado obedecí e hice con él una bola
- Ahora -volvió a decirme- déjalo como estaba antes.
Por supuesto que no pude dejarlo como estaba, por más que traté ,el papel quedó lleno de pliegues y arrugas.
- El corazón de las personas -me dijo- es como ese papel; La impresión que en ellos dejas, será tan difícil de borrar como esas arrugas en el papel.
Así aprendí a ser más comprensivo y paciente. Cuando siento ganas de estallar, recuerdo ese papel arrugado.
La impresión que dejamos en los demás es imposible de borrar.
Cuando hacemos daño con nuestras reacciones o con nuestras palabras, al final , dañamos a los demás y a nosotros mismos.
lunes, 19 de julio de 2010
El cerdito Lorenzo.
Rima infantil. Literatura infantil y juvenil
Lorenzo el cerdito, no se quiere bañar y no hay
quien lo convenza de que quiera aceptar.
Todos los días le dice su mamá: “Vamos Lorenzo te
tienes que bañar”.
Lorenzo responde: “No quiero mamá, si es que me
baño me voy a arrugar”.
Gaby Higashionna
lunes, 12 de julio de 2010
EL SALTAMONTES.
Un pequeño gusanito caminaba un día en dirección al sol.
Muy cerca del camino se encontraba un SALTAMONTES. -Hacía dónde te diriges?, le preguntó.
Sin dejar de caminar, la oruga contestó: -Tuve un sueño, anoche soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo.
Sorprendido, el SALTAMONTES dijo mientras su amigo se alejaba: -Debes estar loco!, Cómo podrás llegar hasta aquel lugar? -Tú, una simple oruga! Una piedra será una montaña, un pequeño charco un mar y cualquier tronco una barrera infranqueable.
Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó. Sus diminutos pies no dejaron de moverse.
De pronto se oyó la voz de un escarabajo: -Hacía dónde te diriges con tanto empeño?
Sudando ya el gusanito, le dijo jadeante: -Tuve un sueño y deseo realizarlo, subiré a esa montaña y desde ahí contemplaré todo nuestro mundo.
El escarabajo no pudo soportar la risa, soltó la carcajada y luego dijo: -Ni yo, con patas tan grandes, intentaría una empresa tan ambiciosa.
El se quedó en el suelo tumbado de la risa mientras la oruga continuó su camino, habiendo avanzado ya unos cuantos centímetros.
Del mismo modo, la araña, el topo, la rana y la flor aconsejaron a nuestro amigo a desistir. No lo lograrás jamás! -le dijeron-, pero en su interior había un impulso que lo obligaba a seguir.
Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar y construir con su último esfuerzo un lugar donde pernoctar. -Estaré mejor, fue lo último que dijo, y murió.
Todos los animales del valle por días fueron a mirar sus restos. Ahí estaba el animal más loco del pueblo. Había construido como su tumba un monumento a la insensatez. Ahí estaba un duro refugio, digno de uno que murió por querer realizar un sueño irrealizable.
Una mañana en la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos.
De pronto quedaron atónitos. Aquella concha dura comenzó a quebrarse y con asombro vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que creían muerta.
Poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo las hermosas alas arcoiris de aquel impresionante ser que tenían frente a ellos: Una mariposa.
No hubo nada que decir, todos sabían lo que haría. Se iría volando hasta la gran montaña y realizaría un sueño, el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir. Todos se habían equivocado.
Dios nos ha creado para realizar un sueño, vivamos por él, intentemos alcanzarlo, pongamos la vida en ello y si nos damos cuenta que no podemos, quizá necesitemos hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en nuestras vidas y entonces, con otro aspecto, con otras posibilidades y con la gracia de Dios, lo lograremós.
El éxito de la vida no se mide por lo que has logrado, sino por los obstáculos que has tenido que enfrentar en el camino.
lunes, 5 de julio de 2010
La leyenda de Doña Beatriz.
Leyendas de México. Leyendas Mexicanas. Leyendas cortas. Mitos leyendas.
Vivía en la ciudad de México una hermosa joven, doña Beatriz, de tan extraordinaria belleza, que era imposible verla sin quedar rendido a sus encantos.
Contábanse entre sus muchos admiradores la mayor parte de la nobleza mexicana, y los más ricos potentados de Nueva España; pero el corazón de la bella latía frío e indiferente ante los requerimientos y asiduidades amorosas de sus tenaces amantes. Y así pasaba el tiempo; pero, como todo tiene un término en la vida, llegó el momento en que el helado corazón de doña Beatriz se incendió en amores.
Ello fue en un fastuoso baile que daba la embajada de Italia.
Allí conoció doña Beatriz a un joven italiano, don Martín Scípoli, de esclarecida y noble estirpe. La indiferencia de doña Beatriz fundióse entonces como la nieve bajo la caricia de los rayos solares, y sintióse la hermosa poseída de un nuevo sentimiento, en tanto que el joven, por su parte, se había también enamorado profundamente.
Poco tiempo después, don Martín se mostró excesivamente celoso de todos los demás adoradores de la hermosa doña Beatriz, promoviendo continuas reyertas y desafiándose con aquellos que él suponía que pretendían arrebatarle sus amores. Y tan frecuentes eran estas querellas, que doña Beatriz estaba afligida, y en su corazón comenzó a arraigar el temor de que don Martín sólo se había enamorado de su hermosura, de modo que, cuando ésta se marchitara, moriría, indefectiblemente el gran amor que ahora le profesaba.
Esta preocupación embargó su mente y amargó su vida en forma tal, que decidió tomar una resolución terrible, para poner a prueba el amor de su galán. Y al efecto, en el deseo de saber si don Martín la quería sólo por su belleza, un día en que su padre se hallaba de viaje, con un pretexto despidió a todos sus criados para quedar sola en su casa.
Encendió el brasero que tenía en su habitación, colocó enfrente la imagen de santa Lucía y ante ella rezó fervorosamente para pedirle le concediera fuerza y valor con que poner por obra su propósito. Después, atándose ante los ojos un pañuelo mojado, se inclinó sobre el brasero, y soplando avivó el fuego hasta que las llamas rozaron sus mejillas. Luego metió su hermosa cara entre las ascuas.
Terminada esta terrible operación, cubrió su rostro con un tenue velo blanco y mandó llamar a don Martín. Una vez en su presencia, apartó lentamente el velo que le cubría el rostro desfigurado por el fuego y se lo mostró al galán; solamente brillaban en todo su esplendor sus hermosos ojos relucientes como las estrellas. Por un momento su amante quedó horrorizado contemplándola. Luego la estrechó en sus brazos amorosamente. La prueba había dado un resultado feliz, y durante todos los años de su dichoso matrimonio, doña Beatriz no volvió a sentir el temor de que don Martín sólo la amara por su hermosura.