sábado, 27 de junio de 2009

La aventuras de Pumita: Pumita conoce el mar.

Tercer capítulo

Pumita conoce el mar

- ¡Oh! Esto es maravilloso- Pumita miraba a su alrededor y no lograba poder describir con palabras cómo se sentía, era la primera vez que tenía delante de ella la inmensidad del mar, era una sensación extraña, ¡cuántos de los suyos allí se encontraban! En el cielo había cientos de gaviotas, pájaros que ni Pumita ni Gotita Fresquita habían visto jamás- me encanta el olor, ¿de dónde procede?
- Es una mezcla a algas, arena mojada y la brisa marina- dijo de repente una voz a su espalda- hola, me llamo Olita, ¿quiénes sois?

- Yo soy Pumita, y ella es Gotita Fresquita, venimos del río de las montañas
- ¡Ah! Del río… ¿habéis conocido a las truchas Aletita y Saltarín, a la ranita Cantarina y a la tortuga Florín?
- Sí, claro que sí, son amigos nuestros, son estupendos, ¿tú también los conoces?
- Sí, yo también pasé por las montañas y mediante las corrientes del río fui a parar aquí, igual que vosotras
- ¿No echas de menos el río y los amigos que conociste allí?- le preguntó Gotita Fresquita a su nueva amiga
- Solo en parte, el ciclo de las nubes al río y de allí al mar y de vuelta a las nubes lo he hecho ya varias veces, son varias las ocasiones que me he encontrado con mis amigos del río y sé que volveré a verlos
- ¿Has pasado por el río varias veces y has regresado a las nubes?- Gotita Fresquita estaba sorprendida con todo lo que Olita les contaba.
- Sí, aunque no siempre he estado en el mismo río, he hecho varios trayectos y he venido al mar muchas veces, pero por lo que veo para vosotras es vuestro primer viaje, ¿no?- dijo Olita dirigiéndose a Pumita y a Gotita Fresquita que miraban con asombro las millones y millones de gotas de agua que estaban allí agrupadas.

- Sí, de las nubes pasamos a una flor que estaba caída en el suelo de un parque, un adorable anciano y su nieta la cogieron y nos llevaron a su casa, y del pétalo de la flor pasamos a un jarrón, allí estuvimos varios días hasta que finalmente viajamos a través de unas tuberías hasta que llegamos al río para luego acabar aquí donde estamos ahora- le explicó Pumita de sus aventuras a su nueva amiga que parecía tener más conocimiento que ella del ciclo de las nubes a la tierra, se preguntaba cuántos viajes habría realizado aquella pequeña gotita de agua.

- Pues todavía tenéis mucho por descubrir, el lugar dónde os encontráis ahora se llama mar, aquí viven otros habitantes que seguramente serán nuevos para vosotras, voy a presentaros a algunos de ellos- Olita les hizo señas a Pumita y Gotita Fresquita para que la siguieran, se sumergieron en las olas hasta llegar a unas rocas donde se encontraban aquellos a los que Olita deseaba presentar, les hizo señas saltando sobre el acantilado- amigos, mirad, han venido nuevas gotitas, ellas son Pumita y Gotita Fresquita, proceden del río
- Hola Pumita y Gotita Fresquita, ser bien venidas, yo soy el Cangrejo Colorín, ellos son Estrella Marina y Erizo Pincharitos.
- ¡Os olvidáis de presentarme a mí!- dijo una gran gaviota posándose en una de las rocas
- Ah, sí, disculpa Volarín- dijo el Cangrejo Colorín- ellas son Pumita y Gotita Fresquita, vienen del río de las montañas
- Hola gotitas- dijo Volarín- así que acabáis de llegar al mar
- Así es- Pumita estaba sorprendida de la cantidad de seres que habitaban en el mar y todas tan diferentes- sois muchos los que vivís aquí.
- Sí, y os faltan todavía a muchos por conocer- explicó Olita- están los corales, las algas, los peces, los delfines, los tiburones, las tortugas, …somos muchos aquí.
- ¿Tortugas también?- Gotita Fresquita se acordaba mucho de la tortuga Florín y sus demás amigos del río
- Sí, la tortuga Florín a veces nos visita- les indicó Olita- y no solo ella, también muchas otras tortugas
- Es impresionante, y ¡cuánta agua! Somos muchos aquí- Pumita miraba a su alrededor y podía ver a muchos conocidos de cuando ella vivía en las nubes, muchos les iban saludando a su paso, algunas eran gotitas que al igual que Gotita Fresquita y ella hacían su primer viaje y habían llegado hasta aquel mar tan hermoso, pero otras ya habían hecho ese recorrido multitud de veces al igual que Olita. De repente un ruido estruendoso le sobresaltó- ¿qué es eso?

- No os asuntéis- les tranquilizó el Cangrejo Colorín- es una lancha, en ella van humanos
- ¿Humanos? ¿Cómo el abuelito y la nieta que nos llevaron a su casa en una flor?- preguntó Gotita Fresquita recordando su primera bajada a la tierra.
- Sí, les gusta venir al mar, algunos vienen a nadar, otros bucean y nos sacan fotos, otros van en barco a motor, otros van en barquita de vela, otros vienen a pescar,…sí, sin lugar a dudas, a los humanos les gusta el mar, aunque a veces no lo parezca…- les contó Estrella Marina.
- ¿Aunque a veces no lo parezca…?- Pumita sabía que tras esa expresión se ocultaba algo
- Sí, es que a veces no son muy cuidadosos, echan todo tipo de basura al mar y nosotros nos preguntamos cómo gustándoles tanto todo esto, hacen esas cosas, es desagradable estar entre bolsas de prácticas y botellas vacías- continuó explicando el Cangrejo Colorín.

- ¡Vaya! Aquí también…, habíamos oído que los humanos habían contaminado algunos ríos pero al parecer tampoco cuidan mucho de los mares- Pumita había tenido mucha suerte, pues en su recorrido aún no se había encontrado con basura ni contaminantes, pero solo de imaginárselo le producía gran espanto
- Los peces y los corales solían estar rodeados de objetos inservibles, se les veía tristes rodeados de tanta basura, pero parece que últimamente los humanos tienen más cuidado y están empezando a ser más respetuosos con el mar, ya no hay tanta suciedad, ahora los peces están más felices nadando en libertad- Volarín conocía bien a los humanos, solía pasar gran parte de su tiempo observando a los marineros en sus barcos.

- Esa es una buena noticia- indicó Olita- resulta desagradable nadar en suciedad, cuando el fondo del mar está limpio es un paraíso, ¿queréis verlo?
- ¡Claro que sí!- Pumita y Gotita Fresquita se sentían muy felices con la idea de conocer ese nuevo mundo que se mostraba ante ellas, así que una vez que se habían despedido de sus nuevos amigos, siguieron a Olita hasta el fondo del mar y la visión que se mostró ante ellas les había dejado sin palabras, en solo un instante se vieron sumergidas en un mundo lleno de multitud de colores. Cientos de corales, peces de todas las formas y tonalidades así como otros seres hermosos invadían todos los rincones llenando de vida aquel lugar. Caballitos de mar, gambas y conchas marinas les saludaban a su paso.
Pumita se sentía muy feliz, desde que había descendido de las nubes había conocido a muchos amigos y lo mejor de todo es que sabía que aún tenía muchas aventuras que vivir conociendo lugares llenos de vida y de gran hermosura en un viaje apasionante que aún no había finalizado.

Fin

Por Lourdes Torres V.

Ver primer capítulo en: El primer viaje de Pumita

Ver segundo capítulo en: Pumita y sus amigos del río

sábado, 20 de junio de 2009

Las aventuras de Pumita: Pumita y sus amigos del río

Segundo capítulo

Pumita y sus amigos del río

Pumita miraba a su alrededor pero no lograba encontrar a su amiga Gotita Fresquita, había realizado un viaje fascinante por multitud de tuberías que la habían conducido desde el jarrón de la casa de los humanos hasta el exterior, ahora se había reincorporado con cientos de los suyos y juntos parecían dirigirse guiados por una corriente hacia un lugar que no conocía pero sentía que no había de qué preocuparse, todos a su alrededor parecían felices, el lugar que se mostraba ante ella era hermoso y apacible.
- Pumita, ¿qué te ha parecido el viaje?- Agua Brava aparecía a su lado- ya te dije que tuvieras paciencia, que pronto saldrías al mundo exterior
- Es cierto Agua Brava, tenías razón, todo esto es maravilloso
- Sí, mira a tu alrededor, allí en suelo firme, hay cientos de árboles y el sonido tan agradable que escuchas proviene de los pájaros
- Todo esto es precioso, pero ¿cómo se llama este lugar?
- Estamos en un río, millones de los nuestros nos movemos con la corriente
- ¿Y hacia dónde nos dirigimos?
- Vamos hacia el mar
- ¡El mar!…suena fascinante, ¿has visto tú el mar antes, Agua Brava?
- No, nunca, en ríos he estado varias veces, pero no he llegado a ver el mar nunca, una vez me quedé junto a muchos de los nuestros en una presa y nos acumulamos allí cierto tiempo, no continuamos el viaje hacia el mar, pero todos los recorridos son increíbles, hay mucho que aprender Pumita y muchos los mundos que ver, muchos de los nuestros estuvieron en campos de regadíos, otros como Agüita Embotellada fueron introducidos en recipientes que sirvieron a los humanos para beber, luego con el calor de sus cuerpos salimos al exterior y muchos vuelven a la atmósfera
- Todo lo que me cuentas es increíble, ¡hay tanto que ver!…yo acabo de iniciar mi viaje
- Sí Pumita, tienes muchos mundos que ver todavía, pero no todo es maravilloso
- ¿A qué te refieres Agua Brava?
- Tiempo atrás, los humanos podían bañarse en mucho de los ríos, jugaban con nosotros y compartían su tiempo con gran alegría, pero ya no suele ocurrir eso
- ¿Por qué Agua Brava? ¿Qué es lo que ha ocurrido? ¿Tiene que ver con lo que nos contó el profesor Nieve Helada sobre la contaminación?
- Así es Pumita, muchos de los ríos están contaminados porque los humanos han arrojado residuos químicos en ellos, parece que poco a poco se han concienciado y ya tienen más cuidado con nosotros
- Este río parece limpio, libre de contaminantes
- Así es, es una imagen maravillosa la que se muestra ante nosotros
Agua Brava y Pumita miraban a su alrededor, en tierra firme los rayos del sol caían sobre las copas de los árboles y el suave viento movía las hojas de sus ramas con delicadeza, el paisaje parecía de ensueño y todo ello unido a una melodía que se introducía en lo más profundo de su ser, cientos de pajaritos cantaban alegres saludando a un hermoso día en el que el paso de la lluvia había dado lugar a la formación del arco iris y a su intensa gama de colores, un agradable aroma a tierra mojada impregnaba todo el ambiente
- Pumita, estás aquí, llevaba tiempo buscándote- dijo una gota de agua de repente irrumpiendo en aquel hermoso sueño que Agua Brava y Pumita tenían despiertos ante la visión de vida que se mostraba ante ellos
- Gotita Fresquita, eres tú, yo también te he buscado, estaba preocupada, pensaba que no volvería a verte, he estado todo este tiempo con Agua Brava
- Todo esto es maravilloso, ¿no creéis? ¡Hay tanta luz y tanta vida!, mirad, yo también vengo con un amigo- Gotita Fresquita presentó a Agua Brava y a Pumita a su nuevo amigo, una trucha muy alegre- se llama Saltarín
- Hola a todos, así que vosotros sois los amigos de Gotita Fresquita, pues los amigos de mis amigos también son mis amigos- dijo Saltarín muy contento- me gusta mucho el agua, vosotros me dais vida
- Nosotros también nos alegramos de conocerte Saltarín- dijo Pumita que también estaba muy contenta porque había encontrado al fin a su amiga Gotita Fresquita y ahora tenía la oportunidad de hacer nuevas amistades en aquel lugar tan hermoso
- Saltarín tiene muchos amigos- dijo Gotita Fresquita
- Sí, venid y os los presento a todos- Saltarín hizo que Agua Brava, Gotita Fresquita y Pumita los acompañara a lo largo del río, se movía veloz dando saltos de forma vigorosa hasta que se detuvo frente al pié de una hermosa cascada- mirad ellos son Cantarina la ranita, Florín la tortuga y mi hermano Aletita
Cantarina era una ranita pequeñita de color verde que le gustaba croar y croar pues siempre estaba muy alegre. Florín era una tortuga muy simpática que nunca tenía prisa y siempre tiempo tenía para estar con sus amigos a los que escuchaba paciente. Aletita y Saltarín eran unas vigorosas truchas que todo el día pasaban saltando y a la cascada a menudo acudían. Así transcurrieron los días y nuestros amigos, Agua Brava, Gotita Fresquita y Pumita muy felices se sentían pues a buenos amigos habían conocido y buenos ratos habían disfrutado con largas charlas a diario. Nuestras amigas las gotitas por la corriente del río se movían y sus días en el río estaban llenos de felicidad y ningún percance habían experimentando. Un día varias personas se habían bañado en sus aguas y junto a un niño pequeño habían estado que con gran alegría chapoteaba agitando sus pies y sus manos, cientos de gotitas rápidas se movían de un lado para otro en un divertido vaivén al son de unas dulces carcajadas. Otro día un perro y hasta un caballo por sus aguas habían cruzado, y Pumita muy feliz se sentía, pues muchas eran las cosas que aprendía cada día y río abajo rápido se movía, todo era tan hermoso que un gran sentimiento le invadía. Pero llegó un acontecimiento que nuestra amiguita no se esperaba, pues ahora el río por dos caminos diferentes continuaba, ¿cuál debería seguir? Era momento de tomar decisiones y Pumita indecisa se sentía.
- ¿Qué hacemos ahora?- le preguntaba Pumita a Agua Brava y a Gotita Fresquita- debemos tomar uno de los dos caminos, pero ¿por cuál seguir?
- No lo sé- dijo Gotita Fresquita- no sabemos hacia dónde nos dirigen estos dos caminos, pero se me ocurre una idea, preguntémosle a nuestros amigos del río
- Es muy buena idea Gotita Fresquita- indicó Agua Brava- seguro que ellos nos podrán ayudar
Agua Brava, Gotita Fresquita y Pumita acudieron a sus amigos para que les informaran hacia dónde les dirigía ambos caminos pues en duda se encontraban
- Lo siento amigos pero no lo sé, no he ido nunca más allá- les indicó Cantarina- mi lugar preferido es la cascada dónde nos conocimos
- Nosotros tampoco lo sabemos- les dijo Saltarín y Aletita
- Yo sí lo sé- dijo al fin la tortuga Florín- por el camino de la izquierda continúa el río surcando por el interior del bosque hasta llegar a una zona en la que el agua circula con gran rapidez dando grandes saltos hasta llegar a una gran cascada que acaba al final con un pequeño pero hermoso lago, el de la derecha os lleva directos hacia el mar
- ¡El mar!- dijo Agua Brava con gran admiración que nunca había tenido oportunidad de verlo
Pumita y Gotita Fresquita estaban deseosas de ver el mar, así que la decisión parecía fácil, solo había un problema, tal vez no volverían a ver a sus amigos del río
- No sintáis pena- dijo Florín- ir a conocer el mar, es vuestra naturaleza estar en constante cambio, estoy seguro de que nuestros caminos volverán a cruzarse
- De eso estoy seguro Florín- dijo Agua Brava- vuestro mayor deseo es conocer el mar y ahora tenéis vuestra oportunidad, no la perdáis
- También es tu ilusión, ¿no? Tú también querías ver el mar- dijo Pumita sintiendo que Agua Brava iba a darles una noticia que tal vez no les hiciera felices
- Sí, es mi ilusión conocer el mar, pero también lo es volver a ver a mis compañeros de nube, el equipo de Aguas Bravas del Club de Rápidos, hace mucho que no me encuentro con ellos y ahora ha llegado el momento
- Entonces ¿no nos acompañas hacia el mar, Agua Brava?- dijo Gotita Fresquita apenada
- No os entristezcáis pues los caminos de las gotas de agua no tienen nunca final y tengo seguridad en que nuestros caminos volverán a encontrarse
- Nosotros acompañaremos a Agua Brava- dijeron Saltarín y Aletita- y aunque nos despidamos ahora, al pié de estos dos caminos, sabemos que volveremos a vernos
Con aquel mensaje de esperanza por un reencuentro próximo volvió la felicidad a todos nuestros amigos que se despidieron pero no para siempre. Allí se encontraban todos, la ranita Cantarina, Florín la tortuga y las truchas Saltarín y Aletita. Pumita y Gotita Fresquita se dirigieron hacia el camino que les llevaría hasta el mar mientras que Agua Brava, junto a Saltarín y Aletita, continuaron hacia el camino que les llevaría hacia las agitadas aguas. Ahora comenzaba una nueva aventura para todos, ¡qué felices se les veía! Buena suerte de parte de todos sus nuevos amigos del río con gran cariño les deseaban.

Por Lourdes Torres V.

Ver primer capítulo en: El primer viaje de Pumita

viernes, 12 de junio de 2009

Las aventuras de Pumita.

Las aventuras de Pumita. Los mejores cuentos.

Primer capítulo

El primer viaje de Pumita

Pumita era una gotita de agua que vivía, junto a muchas otras gotitas, en una bonita nube en lo alto del cielo. Había llegado el primer día de clase y Pumita iba de camino a la escuela muy contenta. Allí, junto a sus otros amiguitos aprendería multitud de cosas que a todos serviría a lo largo de su vida. El profesor había entrado en el aula donde estaban todos sus alumnos y empezó a pasar lista
- Gotita Fresquita
- Presente
- Granizo Redondito
- Aquí profesor
- Bien, sigamos. Espumita Blanquita…- nadie respondía- ¿Espumita Blanquita? ¿No ha venido?
- Pumita, el profesor te llama- le indicaba Granizo Redondito a su amiga que parecía no haber escuchado al profesor Nieve Helada
- Presente, lo siento profesor, es que me suelen llamar por Pumita y no me he sentido identificada cuando me ha nombrado
- Está bien Pumita, pero tienes que estar más atenta
- Sí profesor, estaré más pendiente- Pumita hacía mucho tiempo que no escuchaba su nombre completo, pues sus padres y amigos siempre la llamaban de forma cariñosa como Pumita o simplemente Pumi
El profesor Nieve Helada continuó pasando la lista hasta que todos los alumnos fueron nombrados.
- Bien, ya que estamos todos vamos a empezar por la primera lección que se llama “Nos vamos de viaje a la tierra. Primer Descenso.”
- ¡Qué bien! ¡descenso a la tierra!- Granizo Redondito había oído hablar a los mayores sobre el descenso a la tierra, sentía admiración por aquellas gotas de agua que habían realizado el viaje y habían regresado contando historias fabulosas
- Sí Granizo, vamos a hablar en qué consistirá ese viaje, vosotros aún no lo habéis hecho nunca, pero el otoño se aproxima y es hora de que vayáis conociendo los detalles del mismo- el profesor se acercó a la pizarra en dónde había escribo las palabras “Primer descenso a la tierra” y comenzó a pintar un dibujo- esto que estoy dibujando es una nube, que es dónde vivimos todos nosotros ahora. Como sabéis, vivimos en el cielo y vamos desplazándonos lentamente junto a otras nubes. Llegado el momento miles de gotitas de agua de esta y otras nubes bajaremos a la tierra, lo haremos por turnos, unas veces bajaran la familia de las gotitas de agua, otras la familia de los granizos y en otras ocasiones la mía, la de los copos de nieve.
- Profesor, ¿y cómo es allí abajo en la tierra?- preguntó Granizo Redondito
- Pues depende al lugar al que vayas, existen lugares en la tierra que son auténticos paraísos, otros están llenos de edificios y de coches, unos lugares están limpios pero en otros lugares…
- ¿En otros lugares…? ¿Qué ocurre profesor?- Pumita había sentido la inquietud del profesor, era evidente que algo temía
- Veréis, mis queridos alumnos, como sabéis, nosotros somos agua, constituimos la esencia de la vida en la tierra, sin nosotros sería imposible que otros seres subsistieran pero existe un ser que parece no comprender eso
- ¿Qué ser es ese profesor?- preguntó Gotita Fresquita
- Esos seres son los humanos
- ¿Los humanos? ¿qué son?- preguntó Pumita al profesor
- Los humanos están constituidos en una gran parte por mucho de los nuestros, sin nosotros las personas no podrían vivir, por lo que nos necesitan en gran medida
- Pero si nos necesitan tanto ¿cómo que no comprenden de nuestra importancia?- Granizo Redondito estaba asombrado con toda aquella historia
- No lo sé Granizo, creo que nadie lo sabe realmente, es una paradoja, cómo siéndoles tan importante para sus vidas nos cuidan tan poco
- Pero profesor, ¿qué es lo que hacen para que nos desatiendan de esa manera que nos cuenta?- Pumita deseaba conocer todos los detalles de la vida allá abajo en la tierra y de aquellos seres que pronto conocerían pues el otoño estaba cerca y se producirían las primeras lluvias y con ellas el descenso hacia abajo tendría lugar
- Pues verás Pumita, nosotros bajamos a la tierra en forma de agua pura pero cuando llegamos a ellos nos mezclan con productos químicos haciendo que nos convirtamos en agua contaminada, solo una parte de los nuestros sobrevive a esa transformación
- ¿Agua contaminada? Pero ¿cómo es posible? ¿por qué?- Gotita Fresquita parecía asustada
- No se entiende, pero eso es lo que ocurre
- Entonces, llegamos a la tierra y gran parte de nosotros enfermamos…¡para siempre!- Granizo sentía un gran pánico
- No Granizo, no todos nos quedamos en la tierra para siempre, como sabéis, gran parte de los nuestros regresan a las nubes. Algunos de vosotros pasaréis a formar parte de otros seres, como los humanos, ellos beben agua pero otros pasaréis a formar charcos en las ciudades que luego se evaporizaran, y otros pasaréis a formar parte de ríos y mares
- Parece un viaje apasionante- dijo Pumita
- Sí…y lleno de peligros- Granizo Redondito parecía asustado
- No tengas miedo Granizo, nuestra existencia es motivo de alegría, sin nosotros la vida sería difícil que continuara- el profesor Nieve Helada había dibujado en la pizarra, además de las nubes, otros dibujos, lo que parecía la tierra con sus prados y montañas en donde habitaban todo tipo de seres y había indicado mediante flechas el recorrido que tendrían que hacer las gotitas de agua desde las nubes hasta descender a la tierra para luego volver a ascender- pronto llegará el otoño y con esta nueva estación surgirán las primeras lluvias, vosotros haréis vuestro primer viaje pero no tengáis miedo, no estaréis solos, millones de otras gotitas de agua os acompañarán, a veces los viajes son más suaves y caemos con suavidad, otras veces las lluvias son más intensas y caemos en gran número y con gran brusquedad, pero nunca estaréis solos, será una experiencia apasionante
Pumita junto a sus amigos continuaron con sus clases hasta que llegó el final de las mismas, ya poseían todo el conocimiento que requerían para emprender aquel viaje que formaba parte de un ciclo de vital importancia para que la vida llegara a todos los rincones de la Tierra.
Era el primer día de la estación otoñal, una suave brisa movía las hojas de los árboles que caían suavemente cubriendo el parque de un hermoso manto marrón, el cielo empezaba a nublarse y ya podía percibirse un agradable olor a lluvia y humedad. Una niña de pocos años de edad jugaba con su abuelo, la pequeña iba montada en una bicicleta
- Rosita, tenemos que irnos a casa, parece que va a empezar a llover- le decía el abuelo a su nieta, aquel parecía estar pendiente de que la pequeña no cayera al suelo, pues esta solo tenía dos años y medio y aunque la estructura de la bicicleta parecía muy segura, con sus dos ruedas adicionales, no quería dejarla pedalear sola
- No quiero irme, abuelito
- Pero si no nos vamos nos vamos a mojar
- ¿Por qué?
- Porque va a empezar a llover
- ¿Por qué?
- Porque el tiempo ha cambiado, hay nubes y va a empezar a caer agua
- ¿Agua? ¿De dónde?
- Del cielo
- ¿Del cielo?
- Sí, de las nubes
- ¿De las nubes? ¿Por qué?
- Porque están cargadas de agua y va a caernos encima, nos vamos a mojar, hay que darse prisa para llegar a casa, Rosita
- No quiero irme abuelito
- Pero Rosita…
- No quiero irme, quiero jugar
- Jugamos en la casa Rosita
- Pero yo quiero ver el agua
- Vemos de llover desde la casa
- ¿Agua mala?
- No, agua buena, ¿por qué me preguntas eso?
- No quieres agua caiga
- No Rosita, claro que quiero que llueva, el agua es vida, pero no quiero que te mojes, nos podemos resfriar
- Yo quiero ver agua
- Está bien Rosita, pero en casa
El abuelo logró convencer a su nieta de que se marcharan a casa, Rosita se bajó de la bicicleta y cogió de la mano a su abuelito, pero cuando se dispusieron a marcharse empezaron a caer las primeras gotas de agua
- ¡Mira abuelito, agua!
- Sí, Rosita, es agua, vamos a tener que aligerarnos
El abuelo cogió a su nieta en brazos y como podía cogió con la otra mano la pequeña bicicleta de Rosita y con pasos ligeros se dispuso a ir a casa para resguardarse de la lluvia donde abuelo y nieta entrarían velozmente logrando escapar de una tormenta que tendría lugar a pocos minutos de su llegada al dulce hogar
- Habéis llegado justo a tiempo- le decía la madre de Rosita a su padre, un adorable anciano, y a su hija
- Mira mami- Rosita le enseñaba a su madre una pequeña flor que su abuelito le había dado en el parque. Su abuelo siempre le indicaba que no arrancara las flores, que las dejara crecer y vivir felices, pero esta estaba caída en el suelo
- Una flor, qué bonita Rosita, ¿te la ha dado el abuelo?
- Sí, pero mira, las gotitas de agua- la flor aún se mostraba cubierta por gotas de agua de la primera lluvia suave producida antes de llegar la tormenta
- Ah…las gotitas, qué bonitas
- Sí, el abuelito dice que el agua da vida, agua buena
- Así es Rosita, el agua es buena- la madre de Rosita le dio un beso a su hija, las palabras de la pequeña estaban llenas de ternura- ¿quieres que cojamos esta flor y la metamos en un jarrón con más agua?
- ¡Sí!- dijo Rosita con gran alegría
La madre de Rosita puso la flor en un jarrón con agua que colocó en el centro de una mesa del salón
- Mami, las gotitas de agua del cielo estarán bien ahí, ¿verdad?- Rosita miraba hacia el interior del recipiente
- Sí, cariño, estarán bien- la madre de Rosita sonreía por la ocurrencia de su pequeña pero lo que esta no podía imaginar es que Gotita Fresquita y Pumita habían llegado desde el cielo y ahora, cayendo lentamente, habían pasado del pétalo de la flor al agua de aquel recipiente.
Así que en el interior de aquel jarrón ambas gotas de agua conocerían a nuevos amigos
- Hola, me llamo Agüita Embotellada ¿quiénes sois vosotras?- Gotita Fresquita y Pumita habían encontrado así, tras su descenso a la tierra, nuevos amigos, pues otras muchas gotas de agua se encontraban presentes en el interior de aquel jarrón
- Ella es Gotita Fresquita y yo soy Espumita Blanquita, pero todo el mundo me llama Pumita o simplemente Pumi
- No os habíamos visto antes, ¿de dónde venís?- preguntó Agüita Embotellada
- De las nubes, ¿vosotros no?- preguntó Pumita extrañada
- ¡De las nubes!, ¡guau!…- exclamó aquella gotita- un día nosotros también vinimos de las nubes, pero hace largo tiempo de eso, hemos vivido en un gran depósito con millones de los nuestros
- ¡No puede ser!- exclamó Gotita Fresquita
- Bueno…no lo hemos pasado mal, en otros lugares nos contaminan, allí nos cuidaban mucho, es el resultado de que los humanos no puedan beber directamente de los ríos, somos la vida para ellos así como para otros muchos seres vivos, aunque todos nos preguntábamos a dónde iban a parar aquellos que iban saliendo del depósito, ahora sabemos que salían por lo que los humanos llaman grifos, estábamos deseosos de ver el mundo exterior
- ¿Grifos?- preguntó Pumita sorprendida pues el profesor Nieve Helada nunca había echo referencia a tal asunto
- Sí, los grifos son aquello que veis allí, en la habitación de enfrente, en lo que ellos llaman cocina
- Ah…¿y qué es esto dónde estamos ahora?- preguntó Gotita Fresquita observando todo los detalles de aquella extraña habitación
- Esto es lo que ellos llaman salón y estamos en el interior de un jarrón en medio de una mesa
- Ah…salón…jarrón…mesa- Gotita Fresquita estaba deslumbrada por todo lo que estaba viendo a su alrededor
- Entonces, ¿también nosotras iremos a ese depósito del que habláis vosotras?- preguntó Pumita
- No lo sabemos- indicó otra gotita que había escuchado la conversación- pero pensamos que no
- Ah…entonces nos quedaremos aquí en este jarrón, no está mal, parece que le damos vida a la flor, tal como dijo el profesor Nieve Helada- indicó Pumita
- Las vistas son agradables, podremos observar a los humanos, son tan extraños…, ¿no os parece?- Gotita Fresquita estaba observando a la madre de Rosita que estaba en el salón, parecía estar delante de una pequeña pantalla, un ordenador quizás
- Sí, pero a mí quién más ternura me transmite es la pequeñita- dijo Agüita Embotellada a sus nuevos amigos señalando a Rosita que estaba jugando con lo que parecía un osito de peluche
- Sí, es muy bonita- dijo Pumita- parece ser la más inteligente de todas
- Sí, los humanos nacen siendo pequeños sabios, los niños entrañan una gran sabiduría, luego parece que la vida los cambia y los llena de preocupaciones- indicó la otra gotita que había participado en la conversación
- Parece tener gran conocimiento, amigo- indicó Pumita
- Sí, Agua Brava tiene mucha experiencia, ha hecho el recorrido nubes-tierra varias veces y pasó gran parte de su vida en un río- explicó Agüita Embotellada a sus amigos
- Eso tiene que ser maravilloso- Pumita deseaba conocer el mundo exterior, apenas habían bajado a la tierra, Gotita Fresquita y ella habían caído en los pétalos de aquella flor y habían llegado a esa casa, el destino que les había tocado no le disgustaba pero estaba deseosa de conocer más acerca de aquel lugar al que habían descendido
- No os impacientéis- indicó Agua Brava sintiendo la inquietud de Pumita- vuestra aventura solo acaba de comenzar, muchos acontecimientos os esperan todavía, pues nosotros somos la esencia de la vida en la Tierra
Habían pasado unos días hasta que la flor ya se había marchitado, la madre de Rosita observaba el jarrón, los pétalos estaban sobre la mesa, uno a uno habían caído hasta que la flor había dejado de tener un aspecto vigoroso
- Mamita, ¿qué haces?- le preguntaba Rosita a su madre
- Voy a tirar la flor
- No…mami…no, la flor no
- Cariño, la flor ya está marchitada, ¿ves? no podemos dejarla, por eso no se deben arrancar las flores, hay que dejarlas crecer en libertad
- Eso es cierto Rosita- dijo el abuelito a la pequeña que entraba en el salón- solo porque la encontró caída en el suelo es porque te la di, pero hay que respetarlas
- Sí…pero era muy bonita…no la tires- dijo Rosita con tristeza
- Mi pequeña, si te parece bien te llevo al parque y las vemos crecer en libertad- le dijo su abuelo
- ¡Sí!- exclamó Rosita con gran alegría- ¿mami puedo?
- Pues claro que sí- le dijo su madre cogiendo ropa para abrigar a su hija- pero tenéis que ir preparados por si vuelve a llover, llevaros ropa de abrigo y un paraguas
- Así lo haremos, ¿verdad Rosita?- dijo el abuelo cogiendo una bufanda y un sombrero, además de un enorme paraguas que les resguardaría sin lugar a dudas en caso de que la lluvia volviera a surgir
- Pasároslo bien- les dijo la madre de Rosita a su hija y a su padre que contento iba al parque con su nieta
Pasaron varias horas cuando Rosita regresó a casa con su abuelito
- ¿Os lo habéis pasado bien?- preguntó la madre de Rosita
- Sí, mamá, hemos visto patos- dijo Rosita muy contenta
- ¡Patos! ¡Qué bien! Ahora vamos a lavarnos las manitas que hay que comer
- Vale, mami…- Rosita por un momento se detuvo- ¿mami?
- ¿Qué ocurre Rosita?
- ¿Y el jarrón? Ya no está
- He tirado el agua y he quitado el jarrón- le explicó su mamá
- Pero ¿por qué?
- Sin la flor ya no tenía sentido tener el jarrón ahí
- Pero ¿y el agua?
- La he tirado al fregadero
- No mami- Rosita parecía triste
- Cariño, no estés triste- le indicaba su madre
- Pero el jarrón tenía agua buena
- Pero ahora esa agua está en otro lugar
- ¿Sí? ¿dónde?- le preguntaba Rosita a su madre
- Pues ahora irá a parar a algún río…luego irá a las nubes…
- Ah…a las nubes…vuelven a casa
- Sí Rosita, vuelven a casa- la madre de Rosita sonrió a su hija
Rosita miraba por la ventana, ahora estaba más contenta, pues las gotas de agua volverían a su hogar, a las nubes del cielo.
Mientras tanto Gotita Fresquita y Pumita, junto a Agüita Embotellada y Agua Brava, continuaban su viaje, habían descendido por las tuberías que los llevaban desde la casa hasta un río en el exterior, pasarían una larga temporada en aquel lugar donde vivirían emocionantes aventuras antes de regresar a casa en las nubes, allá en el cielo. Pero esa será otra historia, no menos fascinante, en la que conocerán a nuevos amiguitos y en donde habrá lugar para el reencuentro y el compañerismo.

Por Lourdes Torres V.

sábado, 6 de junio de 2009

Rosalina y la hormiguita desobediente.


Marisina era una hormiguita muy hermosa, pero tenía un defecto, era muy desobediente, si su mamá, le decía:
-Marisina, ¡ven aquí!
Ella no iba.
-Marisina, lleva esto allí.
Ella no lo llevaba.
Un día su amigo Patitas el ciempiés, fue a buscar a Marisina para jugar.
-Marisina ¿te vienes conmigo a jugar?
-Claro que sí, pero antes se lo preguntaré a mi mamá.
-Mamá ¿Puedo ir con Patitas a jugar?
-Si, pero no os vayáis muy lejos de aquí.
-Tranquila mamá no iremos muy lejos.
Pero Marisina, una vez más no obedeció y cuando estuvieron solos, le dijo a su amigo
-Patitas, ¿Quieres que vayamos al valle de las flores a jugar?
-Marisina es mejor no ir, está muy lejos y ya sabes lo que ha dicho tu mamá
-No te preocupes Patitas, mi mamá no se va a enterar, porque nada malo nos va a pasar.
Marisina convenció a su amigo, y los dos fueron al valle de las flores a jugar, se lo pasaron muy bien los dos, jugaron al escondite, y también a las adivinanzas y pasearon por el valle, que estaba todo lleno de pétalos de flor. Ya iban a marcharse, cuando una de las patas de Patitas se le quedó enganchada en un rosal.
-Marisina, Ayúdame, no me puedo mover.
Marisina intentó desenganchar a su amigo, pero no pudo.
Lo siento Patitas no puedo sacarte de ahí.
Asustada se puso a llorar.
Rosalina, estaba descansando en aquel maravilloso lugar, cuando oyó el llanto de la hormiguita y se acercó para ver que le pasaba.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?
- Mi amigo Patitas se ha quedado enganchado en este rosal y no lo puedo sacar.
-No te preocupes yo lo sacaré de ahí.
Rosalina con mucha paciencia la patita del ciempiés sacó. Y Patitas libre quedó
-Muchas gracias duendecilla.
Dijeron los dos amigos, Rosalina miró a Marisina y le dijo:
Espero que hayas aprendido, y que la próxima vez obedezcas a tu máma.
Marisina estaba muy arrepentida
-No volveré a desobedecerla
Y cumplió su palabra, nunca más la llamaron Marisina la hormiguita desobediente.
Rosalina, siguió su camino, el bosque de la Luz, tenía que encontrar, sabía que allí la estaban esperando y que encontraría la felicidad.

Fin