domingo, 16 de febrero de 2014

Carola


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Carola tenía todo el tiempo del mundo. Y además, si algo caracterizaba a Carola, era la constancia y la paciencia.
En los años 20 de su calendario gregoriano, los hombres habían construido el espigón, sin tan siquiera preguntar.
No importaba; para Carola no sería más que un suspiro.

Ninguna civilización había perdurado lo suficiente como para evitar los estragos que Carola terminaba por provocar en todos y cada uno de los espigones, puertos, muelles, rompeolas y terraplenes que los hombres -ahora- y cualquiera de las otras muchas civilizaciones -anteriormente- habían construido para alterar el natural flujo de la naturaleza en provecho propio.
Aun así el espigón era motivo de entretenimiento para Carola.
En el espigón conoció a Juan que, ya desde chaval, se apostaba para pescar sargos y doradas y que ahora, a sus más de ochenta años de edad, Carola acostumbraba a acercarle la pesca al anzuelo.
O el caluroso verano del 2003 en que conoció a Martina y Marina que, con 5 años cada una, corrían a lo largo del espigón mientras Carola jugaba a romper contra él para remojarlas con una fina lluvia de agua salada, y que en una fotografía en la que sus padres inmortalizaron a las tres -Carola, Martina y Marina – aparecían empapadas de cabeza a pies.

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domingo, 9 de febrero de 2014

PLIM Y CIRCULITO



Los palitos observan curiosos al nuevo alumno, Circulito da pasos cortos y entra con la cabeza inclinada, apenas se atreve a levantar la vista hacia sus compañeros. Nadie abre la boca aunque las preguntas revolotean en sus cabezas como moscas asustadas. Los primero días se miran unos a otros, de los pies a la cabeza y de adelante hacia atrás. Aunque Circulito parece adaptarse a la escuela, pasa la mañana bostezando, bajo sus ojos hay dos sombras oscuras y su redonda vocecita apenas le responde a la maestra. Rápido se extienden estos signos a los demás alumnos que además, llegan con los cachetes colorados. Es un misterio lo que pasa y la maestra no logra evitar que se duerman sobre los pupitres.
Pero si nos asomamos por la noche a las ventanas nos damos cuenta que Circulito se levanta y comienza a rodar por el suelo, una y otra vez, luego trata de dormir con el cuerpo apretado. Y los palitos pasan la noche abriendo y cerrando la boca para llenarse de aire hasta que los cachetes les duelen.
Esta mañana Circulito usa sobre el uniforme un grueso cinturón que apenas le deja moverse. A los palitos les impiden movimiento la cantidad de suéteres y chamarras que llevan encima desde hace varios días. En el patio los columpios y los juegos se llenan de polvo mientras los alumnos se pasan el recreo sentados con la mirada en el suelo y sin decir nada.
Suena el timbre, es tarde y Circulito trata de correr, tropieza y cae, mueve los pies pero no logra levantarse, los palitos con tanto ropaje no pueden ayudarlo hasta que Plim un palito pequeño se quita la ropa más rápido que los demás y corre por las tijeras del Director. Con agilidad corta el cinturón, los palitos libres del peso de las chamarras ayudan a Circulito que por fin puede respirar. Se miran sudando y con la boca abierta y los ojos llenos de preguntas mosqueadas entonces Circulito con su redondita voz dice: -Quería ser como ustedes. A lo que responden los palitos: -Y nosotros como tú. Tienes una forma muy bonita. - Y ustedes son tan derechos. - Eres perfecto. - Son valientes y no tienen calor. Y los elogios venían de un lado y de otro cuando surge de entre ellos una risita, luego otra y otra.
Las preguntas que rondaban como moscas se fueron volando y el patio de juegos se desempolvó. 

AUTOR: Ninah Basich
E-MAIL: anteus22@hotmail.com