lunes, 28 de marzo de 2011

Regalos.

Poesía para niños. Poesía infantil. Literatura infantil y juvenil.


Una mamá pensaba
Mientras la casa barría
¿Que regalos les daría?
A dos hijos que tenía


Esa idea la seguía
Cuando cocinaba ó planchaba
Estudiaba ó dormía
Trabajaba ó comía


Una Hada color rosa
Se le apareció de repente
Y dijo, muy sonriente
Piensa ya, en otra cosa


Poderes mágicos, tengo
Todo te puedo dar
Directo del cielo, vengo
Y te quiero ayudar


La varita mágica, agitó
Y aparecieron dos mil cajitas
Para la niña estudiosa
Fueron mil cajitas color rosa


Para el niño deportista
Campeón de no se que
Fueron mil cajitas, de color café


Lo que las cajitas contenían
Fue un secreto superior
A la fecha nadie sabe que había
En su interior


Los tontos dijeron que nada había
Que eran cajitas vacías
Por eso los niños reían
Cuando las cajitas abrían.


Los avaros dijeron
Que contenían algo muy valioso
Quizás oro, joyas ó dinero
Por eso estaban dichosos


Otros dicen, que contenía un milagroso viento
Que es como la inteligencia
Está en todas partes, dando
Amor, salud, buen humor y paciencia


La verdad sobre lo que había dentro de las cajitas… La sabe el Hada, y no yo.



lunes, 21 de marzo de 2011

Una princesa diferente.

Escritora Argentina. Cuentos para reflexionar.

Tema: Los buenos modales

Fiorella no era una princesa como todas las demás. Si bien su figura era elegante y esbelta y su rostro muy bello, sus modales dejaban mucho que desear.

Sus padres le habían procurado la mejor educación pero, a pesar de ello, Fiorella parecía no haber aprendido mucho más que geografía o matemáticas.
La princesa era muy culta realmente, sabía idiomas, leía en forma clara, dominaba las ciencias, pero había algo en ella que no se condecía con su figura de princesa y eran sus modales.
Comía con la boca abierta, jamás decía “gracias” o “por favor”, mucho menos se escuchaba un “permiso” o “disculpe”. No se tapaba la boca al toser y tampoco cuando estornudaba. En definitiva, la princesa –si bien muy culta- no tenía modales de princesa.
Sus padres estaban muy preocupados pues ya no sabían qué hacer para que su hija aprendiese cómo debía comportarse. Los reyes sabían que la educación no se adquiere sólo por los libros que uno lee, o por lo que estudia, sino de muchas otras maneras.
Tal era la desazón de los reyes, que trataban que la princesa no saliese demasiado del palacio. En realidad, sentían un poco de vergüenza por los modales de su hija.
– Si sigue así, jamás se casará – Sollozaba la reina muy preocupada.
– ¿En manos de quién dejaremos el reino el día de mañana? ¿Quién querrá casarse con una princesa que se limpia la nariz con la manga del vestido y escupe a más de un metro de distancia cuando come?
Más allá de la falta de modales de la princesa, los reyes estaban preocupados pues no tenían hijos varones, por lo cual, la princesa debería casarse para poder acceder al trono junto con su esposo.
Fiorella no se preocupaba ni por cuidar sus formas, ni por su futuro matrimonio. Creía que era muy joven para casarse y que adquirir buenos modales no sería tan difícil, si algún día se tuviese ganas de hacerlo.
Sin embargo, hay ocasiones en que la vida nos demuestra que nuestros tiempos, no son los de ella y esto le ocurrió a la princesa.
El rey enfermó gravemente. A pesar de todos los cuidados y las medicinas que recibía, empeoraba día a día. Todos pensaban que ya no habría cura para él.
Fue así que la reina mandó llamar a su hija y le dijo:
– Hija querida, es necesario que contraigas matrimonio cuanto antes, el reino no puede quedar sin rey.
Fiorella no prestó mucha atención a las palabras de su madre. Tal era la tristeza de la princesa, que poco le importaba poder acceder al trono, ella lo único que quería era que su padre sanase.
La reina insistió una y mil veces, hasta que convenció a la princesa que, para tranquilidad de su padre, debía buscar un futuro esposo.
No fue fácil explicarle a Fiorella que, más allá de no poder demorarse en la búsqueda, debía modificar sus malos modales. Debía hacer muchas cosas en poco tiempo, encontrar un novio, de ser posible enamorarse y como si esto fuese poco, aprender todo aquello que sus padres habían querido enseñarle durante años y que ella no había aprendido.
Decidieron que la princesa viajaría para estrechar vínculos con los diferentes reinos y ver si en alguno de ellos conocía algún príncipe del cual se enamorase.
– Esto no será tarea fácil mi niña – Dijo Ana, la dama de compañía a la princesa.
– ¿Por qué lo dices? No soy fea, visto muy bien, soy limpita y como si esto fuese poco, soy una princesa – Contestó Fiorella.
– Una princesa con modales un poco extraños, si me lo permite – Replicó tímidamente Ana.
– Ahora va a resultar que para que alguien se enamore de mi debo comer con la boca cerrada, saludar a cada rato, taparme para estornudar ¡Eso no es amor! – Gritó la princesa.
– Para poder enamorarse de alguien, hay que poder acercarse a él y conocerlo mi niña y con todo respeto… con sus modales no son muchos los que se le acercan
– Ya verás que tan equivocada estás. En cuanto vean que soy joven y bella, a nadie la importará si saludo o no – Dijo Fiorella y dio por terminada la conversación.
El viaje comenzó, Fiorella iba en el carruaje real junto con su dama de compañía y un par de sirvientes.
Llegó el turno de visitar el primer reino vecino. Al llegar al palacio, los sirvientes la esperaban para conducirla hasta el rey y su hijo. Entró sin siquiera decir buen día. No dio las gracias cuando le abrieron la puerta y mucho menos pidió permiso al entrar en el gran salón real.
Tanto el rey, como su hijo se molestaron y sorprendieron por la actitud tan poco educada de Fiorella. La vieron bella y culta, pero no les pareció suficiente. El príncipe especialmente lo lamentó pues algo de la princesa le había gustado mucho, pero en su reino tales modales no estaban permitidos.
La princesa se retiró, dándose cuenta que no había podido entablar un buen vínculo, pero no pensó que fuese por sus modales.
El visitar el segundo reino, bastante más alejado que el primero, la esperaba la familia real para cenar. Todo estaba dispuesto, velas, los mejores manteles y copas de metal plateado.
La cena fue un desastre. Los reyes y los príncipes quedaron estupefactos al ver cómo comía la princesa. Arrancó la pata de pollo con la mano, con la mano siguió comiendo y sin cerrar la boca, todo esto al tiempo que escupía mientras hablaba.
Demás está decir que también fracasó en su intento de acercase a los miembros del reino.
– ¡Qué lástima! – Comentaron los reyes – Una princesa tan bella y con esos modales, no será digna de ningún trono.
El viaje fue un fracaso. En todos los reinos visitados pasó lo mismo. La princesa debía emprender el regreso con las manos vacías.
Desconsolada por no poder llevar tranquilidad a su padre enfermo, se puso a pensar en todo lo ocurrido.
– Le dije que esto pasaría mi niña, se lo advertí – Dijo Ana.
Lejos de molestarle tal comentario, Fiorella reconoció por primera vez que su dama de compañía tenía razón. Recordó cada escena en cada palacio y se sintió avergonzada.
La princesa no tenía buenos modales, pero le sobraba amor por su padre. Decidió que empezaría todo otra vez, pero de otra manera.
Volvió al primer reino, donde una vez más la esperaban los sirvientes en la puerta.
Con gran esfuerzo de su parte, se escuchó un “Muy buenos días”, tras un “Gracias” y “Permiso” un poco tímidos y entrecortados, pero sinceros.
El Rey y su hijo quedaron asombrados, no era la misma persona que los visitara tiempo atrás. El príncipe estaba feliz y se dio cuenta que Fiorella estaba haciendo un gran esfuerzo por cambiar la imagen que de ella se habían hecho.
Conversaron largamente sin problemas. La princesa estaba nerviosa y pidió que cerrasen las ventanas, no fuera cosa que una corriente de aire la hiciera estornudar y no se tapara la boca.
Nada de eso ocurrió, incluso la invitaron a cenar y con un poco de miedo, aceptó la invitación. Mucho empeño puso la princesa en masticar bien y no hablar con la boca llena, pero al ver la sonrisa del príncipe, pensaba que éste y cualquier otro esfuerzo valían la pena.
No les sorprenderá si les digo que Fiorella y el príncipe se enamoraron.
Llegó el momento de regresar al palacio. Fiorella no volvió con las manos vacías, no sólo porque había conocido a quien sería su esposo, sino porque había aprendido una lección muy importante.
Es cierto que el amor no depende de los buenos modales, pero no tenerlos hace que las personas se alejen de nosotros, perdiendo así la oportunidad de hacer amigos, relacionarnos con los demás o incluso de enamorarnos.
Un buen modo es mucho más que un “gracias” o un “por favor”, es respetar a los demás y ganarnos el respeto ajeno.
Para la princesa fue necesario tener que atravesar un momento difícil para aprender lo que con tanto amor sus padres le habían inculcado, pero lo aprendió.
Lo importante es que gracias a su esfuerzo, Fiorella encontró el amor, dio tranquilidad a su padre y como si esto fuese poco adquirió modales de princesa que no son -ni más, ni menos- que los que tenemos que tener todos aunque no vivamos en un palacio.

Para pensar con papá y mamá

- ¿Tenés buenos modales?
- ¿Te parece importante tenerlos?
- ¿Te das cuenta que tener buenos modales es más que decir gracias y por favor?
- Si no los tenés ¿podrías hacer el esfuerzo, como la princesa, y adquirirlos?



martes, 15 de marzo de 2011

LOS CLAVOS EN LA PUERTA.



Hubo una vez un niño que tenía muy mal genio.
Su padre le regaló una caja de clavos y le dijo que cada vez que perdiera el control tenía que clavar un clavo en la parte trasera de la puerta.
El primer día el niño había clavado 37 clavos en la puerta.
Durante las próximas semanas,como había aprendido a controlar su rabia,la cantidad de clavos comenzó a disminuir diariamente.
Descubrió que eras más fácil controlar su temperamento que clavar los clavos en la puerta.
Finalmente llegó el día en que el niño no perdió los estribos.
Le contó a su padre sobre ésto y su padre le sugirió que por cada día que se pudiera controlar sacara un clavo.
Los días transcurrieron y el niño finalmente le pudo contar a su padre que había sacado todos los clavos.
El padre tomó a su hijo de la mano y lo llevó hasta la puerta.
Le dijo: “Haz hecho bien,hijo mio, pero mira los hoyos en la puerta.
La puerta nunca volverá a ser la misma.
Cuando dices cosas con rabia,dejan una cicatriz igual que ésta.
Le puedes clavar un cuchillo a un hombre y luego sacárselo. Pero no importa cuántas
veces le pidas perdón, la herida siempre seguirá ahí”
Una herida verbal es tan dañina como una física.
Recuerda que los amigos son joyas muy escasas.

Semana Internacional de la Amistad.

martes, 8 de marzo de 2011

martes, 1 de marzo de 2011

Quiero montarme en una estrella. Escritora de México. Cuentos de estrellas.



Quiero montarme en una estrella, domarla y cabalgar junto a salvajes cometas, llegar a donde sé que sólo yo puedo ir y ver lo que nadie más podrá.

Quiero montarme en una estrella y darle la vuelta a este mundo y a mil más, recorrer la azul inmensidad y tomar por sorpresa a astronautas y alienígenas por igual.

Quiero hacerme amigo de todas las constelaciones para que me cuenten todos sus secretos y canciones ¡ya imagino a mi fugaz estrella volando cual zaeta iluminando con su fulgor cada rincón del universo, dándole brillo a cada nube y un beso a cada flor!

Quiero montarme en una estrella y luego domarlas a todas para darle una a todo aquel que sea como yo, valiente, sediento de aventuras, lleno de deseos de ver aquello que los demás afirman como inexistente.

Quiero regalarle a toda la gente triste un puñito de polvo estelar para que puedan volver a soñar.

Quiero montarme en una estrella, domarla y cabalgar en ella hasta donde todos dicen que no se puede, y más allá, hasta llegar a ése lugar en donde nacen todos los sueños y donde sé que se hacen realidad.

Fin