sábado, 8 de septiembre de 2012

EL MEJOR ESCONDITE


En el principio de los tiempos, se reunieron varios demonios para hacer una travesura.
Uno de ellos dijo:
“Debemos quitarles algo a los humanos, pero, ¿qué les quitamos?”.
Después de mucho pensar uno dijo:
“¡Ya sé!. Vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la puedan encontrar”.
Propuso el primero:
“Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo”…
…. Inmediatamente contestó otro:
“No, recordá que tienen fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está”.
Luego propuso otro:
“Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar” y otro contestó:
“No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrarán”.
Otro dijo:
“Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra”. Y le dijeron:
“No, recuerda que tienen inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad”.
El último de ellos era un demonio que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás.
Analizó cada una de ellas y entonces dijo:
“Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren”.
Todos lo miraron asombrados y preguntaron al mismo tiempo:
“¿Dónde?”. El demonio respondió: . . . .
“La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán”.
Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces ha sido así: “El humano se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo”.
Autor Desconocido

sábado, 1 de septiembre de 2012

LA BOMBA DE AGUA



Cuentan que un hombre estaba perdido en el desierto, a punto de morir de sed.

Él llegó a una casita vieja -una cabaña que se desmoronaba- sin ventanas, sin techo, golpeada por el tiempo.

El hombre deambuló por allí y encontró una pequeña sombra donde se acomodó, huyendo del calor del sol desértico.
Mirando alrededor, vio una bomba a algunos metros de distancia, muy vieja y oxidada.

Se arrastró hasta allí, agarró la manija, y empezó a bombear sin parar.

Nada ocurrió. Desanimado, cayó postrado hacia atrás y notó que al lado de la bomba había una botella. La miró, la limpió, removiendo la suciedad y el polvo, y leyó el siguiente mensaje:

Primero necesitas preparar la bomba con toda el agua de esta botella, mi amigo
PD.: Haz el favor de llenar la botella otra vez antes de partir.
El hombre arrancó la rosca de la botella y, de hecho, tenía agua.

¡La botella estaba casi llena de agua! De repente, él se vio en un dilema:

Si bebía el agua podría sobrevivir, pero si volcase el agua en la vieja bomba oxidada, quizá obtuviera agua fresca, bien fría, allí en el fondo del pozo, todo el agua que quisiera y podría llenar la botella para la próxima persona; pero quizá eso no salga bien.
¿Qué debería hacer? ¿Volcar el agua en la vieja bomba y esperar el agua fresca y fría o beber el agua vieja y salvar su vida?
¿Debería perder todo el agua que tenía en la esperanza de aquellas instrucciones poco confiables, escritas no se sabía cuando?
Con temor, el hombre volcó todo el agua en la bomba. Enseguida, agarró la manija y empezó a bombear; y la bomba empezó a chillar. ¡Y nada ocurrió! Y la bomba chilló y chilló.

Entonces surgió un hilito de agua; después un pequeño flujo, ¡y finalmente el agua salió con abundancia! La bomba vieja y oxidada hizo salir mucha, pero mucha agua fresca y cristalina. Él llenó la botella y
bebió de ella hasta hartarse. La llenó otra vez para el próximo que por allí podría pasar, la enroscó y agregó una pequeña nota al billete preso en ella: ¡Créeme, funciona! ¡Necesitas dar todo el agua antes de poder obtenerla otra vez!

Podemos aprender cosas importantes a partir de esa breve historia:

Ningún esfuerzo que hagas será valido, si lo haces de la manera equivocada.

¡Aprende a mirar adelante y comparte! Aquel hombre podría haberse hartado y olvidarse de que otras personas que necesitasen del agua pudiesen pasar por allí. Él no se olvidó de llenar la botella y todavía supo dar una palabra de incentivo. Preocúpate con quien está cercano a ti, recuerda: sólo podrás obtener agua si la das antes. Cultiva tus relaciones, ¡y da siempre lo mejor de ti!