viernes, 23 de octubre de 2009

Herminia, la hormiga dormilona.

Escritora de Perú. Cuentos de hormigas.

Dicen que todas las hormigas son trabajadoras, pero dicen no más… porque yo conocí a una hormiga que no era ni siquiera un poquito trabajadora, era la hormiga Herminia, la más flojita y la más destartalada de todas.

¡Ay que de nuevas, voy a tomar una siestecita! -decía dormilona, antes de empezar a trabajar, esperando dormir cómodamente mientras sus compañeras hormigas ya estaban laborando esforzadamente.
Y ella en cambio, en tono de burla gustaba cantar:
“Trabajar, trabajar, eso buscan sin parar
Yo mas bien, descansar, es mejor que trabajar.”

Un día se aburrió y abandonó el hormiguero, para emprender un larguísimo viaje, alistó sus maletas y se marchó. Iba cantando, muy feliz cuando observó en medio del trayecto unas huellas en la tierra que daba entender que eran las patitas de una tarántula.

La tarántula tarantela, ¡que más queda!- se dijo ella misma.
-Tendré que abrir mis ojos lo más que pueda- Y muy optimista la hormiga Herminia le restó importancia.

-A mí me han dicho que las tarántulas son peligrosas, pero yo no tengo miedo porque
soy valiente y luchadora, seré capaz de derribarla tan solo con una de mis patas- se dijo orgullosa.

Tarantela vestía siempre de negro y asustaba con solo verla. Pero también era muy suspicaz y convincente. Se acercó amablemente a la hormiguita diciéndole dulcemente:

Herminia, hormiguita veo que estas de viaje, debes estar cansada, ¿no deseas descansar en mi hermosa hamaca que he tejido? Verás que dormirás plácida y cómodamente. Y no te arrepentirás querida.

- ¿En serio? Si es así, no me caería nada mal, ACEPTO- dijo Herminia tranquilamente.
- Pasa por favor, estas en tu casa- contestó la tarántula.
Herminia se recostó panza abajo, cayendo en un profundo sueño, sin darse cuenta que había caído en una trampa.

-Jojojo, ya se durmió! ¡Jajaja, que rica estará! ¡Jejeje, me la comeré! ¡Jijiji, con bastante ají!-decía la tarántula entusiasmada.
Como le faltaba ají, salió a buscar en el prado, a ver si encontraba algo.

Mientras tanto, Herminia sintió la caricia del aire y el hermoso canto de un ruiseñor, que la hacía soñar y soñar.
Y en ese sueño, apareció su mamá que le decía:
-Hijita querida, vuelve a casa, y deja ya la pereza a un lado, esfuérzate mucho, yo estaré orgullosa de ti.
Le dio un beso en sus antenitas y se fue.

Herminia despertó con una lágrima en sus ojos, pues su mamá había muerto un mes atrás y a raíz de eso, ella se había descuidado y olvidado de trabajar.

Ya no quiero seguir así mamita, voy a salir de aquí y regresaré al hormiguero- dijo en voz alta.
Fue entonces que llegó Tarantela, lista con el ají en sus patitas.
- Mmmm, veo que ya te has despertado.
- Sí, y quiero ir a mi casa.
- A tu casa, no regresarás- dijo tajantemente la tarántula.
Tarantela se acercó sigilosamente para comerla cuando de repente el ruiseñor al ver el peligro, sacó a Herminia con su pico y volando muy alto la llevó consigo hasta llegar al hormiguero.
- Muchas gracias, ruiseñor. Si no hubiera sido por ti, ya estaría muerta- le dijo Herminia
- De nada, ahora cumple con tus tareas y no olvides los consejos de tu madre- contestó el ruiseñor.

Así lo haré, de ahora en adelante me esforzaré por ser una hormiga trabajadora.
De esta manera la hormiga Herminia dejó de ser perezosa y llegó a ser la hormiga más empeñosa del hormiguero.
Su secreto fue recordar siempre el consejo de su mamá, a veces tomaba una que otra siestecita, solo que esta vez, era para recobrar más fuerzas y seguir cantando alegremente una nueva letra:
“Trabajar, trabajar, eso quiero sin dudar, y también disfrutar del esfuerzo que hay que dar.”

Fin

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