Poesía infantil. Poesía juvenil. Poemas infantiles.
Dragoncito se despertó,
la caverna estaba fría y solitaria,
y bostezó tres veces:
una para encender la hoguera
en la pira refractaria,
otra para ahuyentar el sueño,
otra para probar su fortaleza.
Rápidamente
consumió su desayuno
de bayas frescas y hierbas aromáticas,
y desplegando el vuelo viajó
por cielos amplios y campiñas fantásticas.
Decidió visitar a sus parientes
de la aldea vecina,
pero al volar por sobre las vertientes
del poderoso río,
escuchó el llanto de los niños
que lloraban de frío.
Generoso,
su calor difundió por cien hogares,
y sofocó más tarde cien incendios
feroces y devastadores,
guardando en su maleta
las temibles hogueras.
Después siguió la costa ribereña
perdiéndose en los vendavales.
sobrevoló ciudades góticas
de inaccesibles torres,
y en un castillo, al borde del acantilado
saludó a una princesa solitaria.
Hambriento y extenuado,
al filo del crepúsculo,
ya no pensaba en visitar a sus parientes
de la aldea vecina.
Dragoncito aterrizó
por fin en la cueva de un amigo,
y al saludarse generaron
un incendio de proporciones gigantescas.
al final acordaron
que nada es más interesante,
que compartir con un amigo
una rica merienda
de bayas frescas y hierbas aromáticas.
Autora: Dora Leonor Ponce
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