sábado, 7 de julio de 2012

El palacio del rey del viento

Encontrado en el blog "Cuento a la vista"


Texto de María Bautista
Ilustración de Raquel Blázquez

¿Habéis visto alguna vez un lugar donde nada, absolutamente nada, es recto? La extraña estancia a la que llegó Estíbaliz con su paraguas después de subir por las escaleras transparentes era exactamente así: redondeada. Redondeada y vacía, porque allí, a excepción de una larga pared azul oscura (y redondeada) con ventanas de color azul claro (y redondeadas) no había nada.

- ¡Qué lugar más extraño! – exclamó sorprendida la niña.


De repente, en el centro de la habitación aparecieron dos butacas doradas que contrastaban con el intenso azul de la habitación. Una era grande y majestuosa. La otra, justo en frente, era mucho más pequeña.

- Acércate - dijo la voz potente que la había guiado hasta ahí.

- ¿Acercarme a dónde? No soy capaz de verte, ¿dónde estás?

En ese momento un fuerte viento inundó toda la estancia. Estíbaliz pensó por un momento que iba a volver a salir volando, y se agarró con fuerza a su paraguas rojo. Pero aquel viento solo alborotó su pelo y se le enredó entre los dedos de la mano que tenía libre.

- Ven, siéntate en la butaca. Si no, no podrás verme.

Estibaliz, tirada por aquella mano invisible, caminó hacia la pequeña silla dorada. Nada más sentarse, todas las líneas curvas de la estancia comenzaron a moverse como si se tratara de un remolino. Aquello era la cosa más increíble que había visto en la vida.

En la habitación, que antes estaba vacía, comenzaron a aparecer los más variopintos objetos: pañuelos, paraguas, globos de colores, sombreros, papeles, balones, muñecos, hasta una vaca con cencerro y cara de despistada. Pero lo más sorprendente de todo, era que en la enorme butaca dorada, frente a Estíbaliz, había aparecido un delgado hombrecillo con pelo blanco y alborotado, una preciosa túnica plateada y la sonrisa más triste del mundo.

- Pero, pero… ¿cómo has hecho aparecer todas estas cosas? ¿Quién eres tú?

Aquel señor, se atusó con sus largos dedos su espesa cabellera blanca y volvió a sonreír con nostalgia.

- Soy el rey del viento – exclamó con su voz potente -. Bienvenida a mi palacio.

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