viernes, 12 de junio de 2009

Las aventuras de Pumita.

Las aventuras de Pumita. Los mejores cuentos.

Primer capítulo

El primer viaje de Pumita

Pumita era una gotita de agua que vivía, junto a muchas otras gotitas, en una bonita nube en lo alto del cielo. Había llegado el primer día de clase y Pumita iba de camino a la escuela muy contenta. Allí, junto a sus otros amiguitos aprendería multitud de cosas que a todos serviría a lo largo de su vida. El profesor había entrado en el aula donde estaban todos sus alumnos y empezó a pasar lista
- Gotita Fresquita
- Presente
- Granizo Redondito
- Aquí profesor
- Bien, sigamos. Espumita Blanquita…- nadie respondía- ¿Espumita Blanquita? ¿No ha venido?
- Pumita, el profesor te llama- le indicaba Granizo Redondito a su amiga que parecía no haber escuchado al profesor Nieve Helada
- Presente, lo siento profesor, es que me suelen llamar por Pumita y no me he sentido identificada cuando me ha nombrado
- Está bien Pumita, pero tienes que estar más atenta
- Sí profesor, estaré más pendiente- Pumita hacía mucho tiempo que no escuchaba su nombre completo, pues sus padres y amigos siempre la llamaban de forma cariñosa como Pumita o simplemente Pumi
El profesor Nieve Helada continuó pasando la lista hasta que todos los alumnos fueron nombrados.
- Bien, ya que estamos todos vamos a empezar por la primera lección que se llama “Nos vamos de viaje a la tierra. Primer Descenso.”
- ¡Qué bien! ¡descenso a la tierra!- Granizo Redondito había oído hablar a los mayores sobre el descenso a la tierra, sentía admiración por aquellas gotas de agua que habían realizado el viaje y habían regresado contando historias fabulosas
- Sí Granizo, vamos a hablar en qué consistirá ese viaje, vosotros aún no lo habéis hecho nunca, pero el otoño se aproxima y es hora de que vayáis conociendo los detalles del mismo- el profesor se acercó a la pizarra en dónde había escribo las palabras “Primer descenso a la tierra” y comenzó a pintar un dibujo- esto que estoy dibujando es una nube, que es dónde vivimos todos nosotros ahora. Como sabéis, vivimos en el cielo y vamos desplazándonos lentamente junto a otras nubes. Llegado el momento miles de gotitas de agua de esta y otras nubes bajaremos a la tierra, lo haremos por turnos, unas veces bajaran la familia de las gotitas de agua, otras la familia de los granizos y en otras ocasiones la mía, la de los copos de nieve.
- Profesor, ¿y cómo es allí abajo en la tierra?- preguntó Granizo Redondito
- Pues depende al lugar al que vayas, existen lugares en la tierra que son auténticos paraísos, otros están llenos de edificios y de coches, unos lugares están limpios pero en otros lugares…
- ¿En otros lugares…? ¿Qué ocurre profesor?- Pumita había sentido la inquietud del profesor, era evidente que algo temía
- Veréis, mis queridos alumnos, como sabéis, nosotros somos agua, constituimos la esencia de la vida en la tierra, sin nosotros sería imposible que otros seres subsistieran pero existe un ser que parece no comprender eso
- ¿Qué ser es ese profesor?- preguntó Gotita Fresquita
- Esos seres son los humanos
- ¿Los humanos? ¿qué son?- preguntó Pumita al profesor
- Los humanos están constituidos en una gran parte por mucho de los nuestros, sin nosotros las personas no podrían vivir, por lo que nos necesitan en gran medida
- Pero si nos necesitan tanto ¿cómo que no comprenden de nuestra importancia?- Granizo Redondito estaba asombrado con toda aquella historia
- No lo sé Granizo, creo que nadie lo sabe realmente, es una paradoja, cómo siéndoles tan importante para sus vidas nos cuidan tan poco
- Pero profesor, ¿qué es lo que hacen para que nos desatiendan de esa manera que nos cuenta?- Pumita deseaba conocer todos los detalles de la vida allá abajo en la tierra y de aquellos seres que pronto conocerían pues el otoño estaba cerca y se producirían las primeras lluvias y con ellas el descenso hacia abajo tendría lugar
- Pues verás Pumita, nosotros bajamos a la tierra en forma de agua pura pero cuando llegamos a ellos nos mezclan con productos químicos haciendo que nos convirtamos en agua contaminada, solo una parte de los nuestros sobrevive a esa transformación
- ¿Agua contaminada? Pero ¿cómo es posible? ¿por qué?- Gotita Fresquita parecía asustada
- No se entiende, pero eso es lo que ocurre
- Entonces, llegamos a la tierra y gran parte de nosotros enfermamos…¡para siempre!- Granizo sentía un gran pánico
- No Granizo, no todos nos quedamos en la tierra para siempre, como sabéis, gran parte de los nuestros regresan a las nubes. Algunos de vosotros pasaréis a formar parte de otros seres, como los humanos, ellos beben agua pero otros pasaréis a formar charcos en las ciudades que luego se evaporizaran, y otros pasaréis a formar parte de ríos y mares
- Parece un viaje apasionante- dijo Pumita
- Sí…y lleno de peligros- Granizo Redondito parecía asustado
- No tengas miedo Granizo, nuestra existencia es motivo de alegría, sin nosotros la vida sería difícil que continuara- el profesor Nieve Helada había dibujado en la pizarra, además de las nubes, otros dibujos, lo que parecía la tierra con sus prados y montañas en donde habitaban todo tipo de seres y había indicado mediante flechas el recorrido que tendrían que hacer las gotitas de agua desde las nubes hasta descender a la tierra para luego volver a ascender- pronto llegará el otoño y con esta nueva estación surgirán las primeras lluvias, vosotros haréis vuestro primer viaje pero no tengáis miedo, no estaréis solos, millones de otras gotitas de agua os acompañarán, a veces los viajes son más suaves y caemos con suavidad, otras veces las lluvias son más intensas y caemos en gran número y con gran brusquedad, pero nunca estaréis solos, será una experiencia apasionante
Pumita junto a sus amigos continuaron con sus clases hasta que llegó el final de las mismas, ya poseían todo el conocimiento que requerían para emprender aquel viaje que formaba parte de un ciclo de vital importancia para que la vida llegara a todos los rincones de la Tierra.
Era el primer día de la estación otoñal, una suave brisa movía las hojas de los árboles que caían suavemente cubriendo el parque de un hermoso manto marrón, el cielo empezaba a nublarse y ya podía percibirse un agradable olor a lluvia y humedad. Una niña de pocos años de edad jugaba con su abuelo, la pequeña iba montada en una bicicleta
- Rosita, tenemos que irnos a casa, parece que va a empezar a llover- le decía el abuelo a su nieta, aquel parecía estar pendiente de que la pequeña no cayera al suelo, pues esta solo tenía dos años y medio y aunque la estructura de la bicicleta parecía muy segura, con sus dos ruedas adicionales, no quería dejarla pedalear sola
- No quiero irme, abuelito
- Pero si no nos vamos nos vamos a mojar
- ¿Por qué?
- Porque va a empezar a llover
- ¿Por qué?
- Porque el tiempo ha cambiado, hay nubes y va a empezar a caer agua
- ¿Agua? ¿De dónde?
- Del cielo
- ¿Del cielo?
- Sí, de las nubes
- ¿De las nubes? ¿Por qué?
- Porque están cargadas de agua y va a caernos encima, nos vamos a mojar, hay que darse prisa para llegar a casa, Rosita
- No quiero irme abuelito
- Pero Rosita…
- No quiero irme, quiero jugar
- Jugamos en la casa Rosita
- Pero yo quiero ver el agua
- Vemos de llover desde la casa
- ¿Agua mala?
- No, agua buena, ¿por qué me preguntas eso?
- No quieres agua caiga
- No Rosita, claro que quiero que llueva, el agua es vida, pero no quiero que te mojes, nos podemos resfriar
- Yo quiero ver agua
- Está bien Rosita, pero en casa
El abuelo logró convencer a su nieta de que se marcharan a casa, Rosita se bajó de la bicicleta y cogió de la mano a su abuelito, pero cuando se dispusieron a marcharse empezaron a caer las primeras gotas de agua
- ¡Mira abuelito, agua!
- Sí, Rosita, es agua, vamos a tener que aligerarnos
El abuelo cogió a su nieta en brazos y como podía cogió con la otra mano la pequeña bicicleta de Rosita y con pasos ligeros se dispuso a ir a casa para resguardarse de la lluvia donde abuelo y nieta entrarían velozmente logrando escapar de una tormenta que tendría lugar a pocos minutos de su llegada al dulce hogar
- Habéis llegado justo a tiempo- le decía la madre de Rosita a su padre, un adorable anciano, y a su hija
- Mira mami- Rosita le enseñaba a su madre una pequeña flor que su abuelito le había dado en el parque. Su abuelo siempre le indicaba que no arrancara las flores, que las dejara crecer y vivir felices, pero esta estaba caída en el suelo
- Una flor, qué bonita Rosita, ¿te la ha dado el abuelo?
- Sí, pero mira, las gotitas de agua- la flor aún se mostraba cubierta por gotas de agua de la primera lluvia suave producida antes de llegar la tormenta
- Ah…las gotitas, qué bonitas
- Sí, el abuelito dice que el agua da vida, agua buena
- Así es Rosita, el agua es buena- la madre de Rosita le dio un beso a su hija, las palabras de la pequeña estaban llenas de ternura- ¿quieres que cojamos esta flor y la metamos en un jarrón con más agua?
- ¡Sí!- dijo Rosita con gran alegría
La madre de Rosita puso la flor en un jarrón con agua que colocó en el centro de una mesa del salón
- Mami, las gotitas de agua del cielo estarán bien ahí, ¿verdad?- Rosita miraba hacia el interior del recipiente
- Sí, cariño, estarán bien- la madre de Rosita sonreía por la ocurrencia de su pequeña pero lo que esta no podía imaginar es que Gotita Fresquita y Pumita habían llegado desde el cielo y ahora, cayendo lentamente, habían pasado del pétalo de la flor al agua de aquel recipiente.
Así que en el interior de aquel jarrón ambas gotas de agua conocerían a nuevos amigos
- Hola, me llamo Agüita Embotellada ¿quiénes sois vosotras?- Gotita Fresquita y Pumita habían encontrado así, tras su descenso a la tierra, nuevos amigos, pues otras muchas gotas de agua se encontraban presentes en el interior de aquel jarrón
- Ella es Gotita Fresquita y yo soy Espumita Blanquita, pero todo el mundo me llama Pumita o simplemente Pumi
- No os habíamos visto antes, ¿de dónde venís?- preguntó Agüita Embotellada
- De las nubes, ¿vosotros no?- preguntó Pumita extrañada
- ¡De las nubes!, ¡guau!…- exclamó aquella gotita- un día nosotros también vinimos de las nubes, pero hace largo tiempo de eso, hemos vivido en un gran depósito con millones de los nuestros
- ¡No puede ser!- exclamó Gotita Fresquita
- Bueno…no lo hemos pasado mal, en otros lugares nos contaminan, allí nos cuidaban mucho, es el resultado de que los humanos no puedan beber directamente de los ríos, somos la vida para ellos así como para otros muchos seres vivos, aunque todos nos preguntábamos a dónde iban a parar aquellos que iban saliendo del depósito, ahora sabemos que salían por lo que los humanos llaman grifos, estábamos deseosos de ver el mundo exterior
- ¿Grifos?- preguntó Pumita sorprendida pues el profesor Nieve Helada nunca había echo referencia a tal asunto
- Sí, los grifos son aquello que veis allí, en la habitación de enfrente, en lo que ellos llaman cocina
- Ah…¿y qué es esto dónde estamos ahora?- preguntó Gotita Fresquita observando todo los detalles de aquella extraña habitación
- Esto es lo que ellos llaman salón y estamos en el interior de un jarrón en medio de una mesa
- Ah…salón…jarrón…mesa- Gotita Fresquita estaba deslumbrada por todo lo que estaba viendo a su alrededor
- Entonces, ¿también nosotras iremos a ese depósito del que habláis vosotras?- preguntó Pumita
- No lo sabemos- indicó otra gotita que había escuchado la conversación- pero pensamos que no
- Ah…entonces nos quedaremos aquí en este jarrón, no está mal, parece que le damos vida a la flor, tal como dijo el profesor Nieve Helada- indicó Pumita
- Las vistas son agradables, podremos observar a los humanos, son tan extraños…, ¿no os parece?- Gotita Fresquita estaba observando a la madre de Rosita que estaba en el salón, parecía estar delante de una pequeña pantalla, un ordenador quizás
- Sí, pero a mí quién más ternura me transmite es la pequeñita- dijo Agüita Embotellada a sus nuevos amigos señalando a Rosita que estaba jugando con lo que parecía un osito de peluche
- Sí, es muy bonita- dijo Pumita- parece ser la más inteligente de todas
- Sí, los humanos nacen siendo pequeños sabios, los niños entrañan una gran sabiduría, luego parece que la vida los cambia y los llena de preocupaciones- indicó la otra gotita que había participado en la conversación
- Parece tener gran conocimiento, amigo- indicó Pumita
- Sí, Agua Brava tiene mucha experiencia, ha hecho el recorrido nubes-tierra varias veces y pasó gran parte de su vida en un río- explicó Agüita Embotellada a sus amigos
- Eso tiene que ser maravilloso- Pumita deseaba conocer el mundo exterior, apenas habían bajado a la tierra, Gotita Fresquita y ella habían caído en los pétalos de aquella flor y habían llegado a esa casa, el destino que les había tocado no le disgustaba pero estaba deseosa de conocer más acerca de aquel lugar al que habían descendido
- No os impacientéis- indicó Agua Brava sintiendo la inquietud de Pumita- vuestra aventura solo acaba de comenzar, muchos acontecimientos os esperan todavía, pues nosotros somos la esencia de la vida en la Tierra
Habían pasado unos días hasta que la flor ya se había marchitado, la madre de Rosita observaba el jarrón, los pétalos estaban sobre la mesa, uno a uno habían caído hasta que la flor había dejado de tener un aspecto vigoroso
- Mamita, ¿qué haces?- le preguntaba Rosita a su madre
- Voy a tirar la flor
- No…mami…no, la flor no
- Cariño, la flor ya está marchitada, ¿ves? no podemos dejarla, por eso no se deben arrancar las flores, hay que dejarlas crecer en libertad
- Eso es cierto Rosita- dijo el abuelito a la pequeña que entraba en el salón- solo porque la encontró caída en el suelo es porque te la di, pero hay que respetarlas
- Sí…pero era muy bonita…no la tires- dijo Rosita con tristeza
- Mi pequeña, si te parece bien te llevo al parque y las vemos crecer en libertad- le dijo su abuelo
- ¡Sí!- exclamó Rosita con gran alegría- ¿mami puedo?
- Pues claro que sí- le dijo su madre cogiendo ropa para abrigar a su hija- pero tenéis que ir preparados por si vuelve a llover, llevaros ropa de abrigo y un paraguas
- Así lo haremos, ¿verdad Rosita?- dijo el abuelo cogiendo una bufanda y un sombrero, además de un enorme paraguas que les resguardaría sin lugar a dudas en caso de que la lluvia volviera a surgir
- Pasároslo bien- les dijo la madre de Rosita a su hija y a su padre que contento iba al parque con su nieta
Pasaron varias horas cuando Rosita regresó a casa con su abuelito
- ¿Os lo habéis pasado bien?- preguntó la madre de Rosita
- Sí, mamá, hemos visto patos- dijo Rosita muy contenta
- ¡Patos! ¡Qué bien! Ahora vamos a lavarnos las manitas que hay que comer
- Vale, mami…- Rosita por un momento se detuvo- ¿mami?
- ¿Qué ocurre Rosita?
- ¿Y el jarrón? Ya no está
- He tirado el agua y he quitado el jarrón- le explicó su mamá
- Pero ¿por qué?
- Sin la flor ya no tenía sentido tener el jarrón ahí
- Pero ¿y el agua?
- La he tirado al fregadero
- No mami- Rosita parecía triste
- Cariño, no estés triste- le indicaba su madre
- Pero el jarrón tenía agua buena
- Pero ahora esa agua está en otro lugar
- ¿Sí? ¿dónde?- le preguntaba Rosita a su madre
- Pues ahora irá a parar a algún río…luego irá a las nubes…
- Ah…a las nubes…vuelven a casa
- Sí Rosita, vuelven a casa- la madre de Rosita sonrió a su hija
Rosita miraba por la ventana, ahora estaba más contenta, pues las gotas de agua volverían a su hogar, a las nubes del cielo.
Mientras tanto Gotita Fresquita y Pumita, junto a Agüita Embotellada y Agua Brava, continuaban su viaje, habían descendido por las tuberías que los llevaban desde la casa hasta un río en el exterior, pasarían una larga temporada en aquel lugar donde vivirían emocionantes aventuras antes de regresar a casa en las nubes, allá en el cielo. Pero esa será otra historia, no menos fascinante, en la que conocerán a nuevos amiguitos y en donde habrá lugar para el reencuentro y el compañerismo.

Por Lourdes Torres V.

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